Capítulo 3.

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Abril

Habían pasado ya un par de semanas desde que Annette se había instalado en casa y todo iba mejor de lo que esperaba.

Entre las dos nos repartíamos las tareas de casa y que no estuviera en casa la gran parte de la tarde no parecía importarle demasiado. Chase sin embargo no estaba muy ilusionado con la idea de que no podía presentarse en casa cuando quisiera.

-Voto por irnos a casa y no dejar entrar a la pelirroja.-murmuró contra mis labios.

-Cállate. No seas impertinente.- contesté de igual forma antes de volver a pegar mis labios a los suyos.

Un estridente pitido me recordó tiempo después que no estaba en casa y que aún me quedaban un par de horas de clase por soportar.

Me separé con un bufido del chico y me coloqué la mochila que había dejado en el suelo al hombro.

-Te veo en el almuerzo.-dije antes de darle un pico en los labios.

No pude alejarme demasiado. Una mano agarró mi muñeca y me arrastró hasta donde había estado.

-Ven mañana a mi casa.

-No puedo, trabajo.

Hice una mueca extraña. En realidad el trabajo era solo una excusa, la verdad era que no me apetecía ir. Chase vivía en una apartamento compartido con otro par de chicos, ya había ido varias veces y estar rodeada de chicos hormonados no era agradable. Además, cuando eso pasaba Chase se las arreglaba para hacerme ver como algo digno de exponer y odiaba cuando se comportaba de esa forma.

-Cuando salgas de trabajar, los viernes apenas estás en la cafetería un par de horas.

Que ese chico fuera mi novio era un punto en contra a la hora de poner excusas.

-Todo depende de la gente. Además, no quiero dejar a Annette toda la tarde sola.- añadí.

Sabía muy bien que era capaz de esperar toda la tarde en la cafetería a que mi turno acabara para después acompañarme a su apartamento. Y no quería eso.

-Que venga la pelirroja también. Pasaré a por vosotras.

Suspiré y puse los ojos en blanco. No solo no había conseguido librarme de ir a aquel lugar, sino que además había arrastrado a Annette conmigo. Genial Abril, genial.

El chico me guiñó un ojo y pasó por mi lado dándome una palmada en el culo.

-Nos vemos luego.- anunció antes de desaparecer por el edificio.

No me había fijado en que los pasillos se habían vaciado por completo. Por si no era suficiente malo el hecho de que no me había salido con la mía ahora además llegaría tarde a clase. Ojalá sobreviviera a las próximas horas.

Contra todo pronóstico conseguí llegar viva a la hora del almuerzo y no atragantarme con la comida o algo parecido. Al fin y al cabo saldría de un trozo de aquel lugar.

Siempre solía estar junto a Amber a la hora de comer y desde hacía semanas atrás se nos había unido Annette. En ese tiempo pude comprobar que entre ellas no se llevaban demasiado bien. La pelirroja era de las que necesitaban entablar conversación durante todo el día y la rubia era de las que preferían escuchar.

-¿Qué tal si hacemos algo mañana por la tarde? Apenas he visto la ciudad desde que estoy aquí.- sugirió Annette.

Era una buena idea, si no tuviera ya planes.

La chica rubia de nuestro lado se encogió de hombros y apiló los cuadernos que había dejado sobre la mesa para salir del comedor segundos después.

Annette rodó los ojos cuando desapareció de nuestro lado.

-¿Le pasa algo o siempre es así con la gente?- me preguntó tras soltar un bufido.

Hice una mueca antes de contestar. Amber no era el tipo de chica que está siempre rodeada de gente y que sale cada fin de semana. Ella prefería centrarse en lo que era importante y quedarse en casa viendo alguna película o leyendo algún libro. Pese a ello me gustaba saber que la tenía ahí para cualquier cosa. Solo hacía falta conocerla para darse cuenta de que no es solo lo que da a enseñar, debajo de esas gafas de pasta y cabeza gacha hay una buena chica. Simplemente hay que saber encontrarla.

-Le cuesta coger confianza. Ella es...diferente.

-Me he dado cuenta.- asintió.- Pero bueno, no soy yo nadie para meterme en la vida de los demás.

Me gustaba su forma de pensar, al menos por el momento, no sabía hasta dónde podía llegar su parcialidad.

-Ya que estamos hablando de gente rara hablemos de tu novio.- continuó y fruncí el ceño con una sonrisa.

Había oído llamar a Chase muchas cosas y había pensado muchísimas más, pero raro no era una de ellas.

-¿Por qué lo dices?

La chica se encogió de hombros.

-No lo sé, simplemente lo es. Me intimida su mirada.

En cierto modo lo entendía. El chico tenía el pelo oscuro pero unos ojos demasiado azules que contrastaban. Aunque eso atraía, al menos a mí.

-Y cuando estáis juntos parece que te vaya a comer.- añadió.- Es el típico chico malo de las películas que lo arruina todo apostando algo.

Rodé los ojos. Sabía que por su apariencia parecía de ese tipo de chicos, pero había aprendido a no juzgar a nadie por su apariencia.

-Deja de hablar de Chase.- me quejé.- ¿Qué hay de ti? Nunca me has hablado de tu novio.

-Será porque no tengo.- contestó sonriente alzando las cejas.

-Veo que te afecta el tema.-bromeé.

Annette se encogió de hombros.

-Estoy muy bien haciéndome compañía a mí misma. No me hace falta un chico que esté pendiente de mí las veinticuatro horas.

El pitido que daba por finalizado nuestro descanso para el almuerzo sonó, haciendo que la mayoría de los que estaban allí recogieran sus cosas y se levantaran.

-Además, así me evito chicos de ojos claros con mirada perturbadora.-me guiñó un ojo antes de empezar a recoger sus escasas cosas de la mesa.

Rodé los ojos.

- Te veo a la noche en casa, ¿verdad?- añadió.

Asentí.

-Genial entonces.- me sonrió.

Le devolví la sonrisa.

-Sobre lo de mañana...- empecé antes de que se dirigiera a su respectiva clase.- Chase nos ha invitado a su casa.- dije con una mueca cuando me prestó atención.

La chica se encogió de hombros colgándose la mochila al hombro.

-Será divertido.

Le sonreí de vuelta. No quise decirle que no le parecería tan divertido verse rodeada de chicos que buscan féminas que calmen sus instintos. Ya se daría cuenta de ello.

¿Me guardas un secreto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora