Capítulo 2. - "Ethan, por favor, quédate, te necesito. "

65 3 0
                                    

Había pasado ya casi un año desde la muerte de mi hermano, y como otro día más, allí me encontraba yo, junto a él, en el cementerio, relatándole todo lo que había hecho durante el día, y haciéndole saber lo mucho que le echaba de menos. Había estado visitando a un psicólogo, ya que según Nathan, el cual me había estado ayudando muchísimo, me vendría bien, pero, yo me encontraba igual de triste, igual de deprimida, igual de vacía, el psicólogo no me ayudaba una mierda, sólo estaba para decirme cada día, en cada consulta, "Creo que deberías dejar de visitar tan a menudo el cementerio".

 Tras salir del cementerio, me dirigía a mi casa, bueno, a mi piso, al que me había mudado hace apenas unas semanas, para empezar de 0. Según entré, me quité los zapatos, tirándolos a algún lugar del salón, y, tan pronto como pude, me puse algo cómodo para estar en casa. Hoy no saldría, cosa que no era nada raro en mí, me había convertido en la cosa más aburrida que existía. De casa a la universidad, de la universidad al trabajo, del trabajo al cementerio, y del cementerio a casa. Bueno, claro que, si estaba de buen humor, me dirigía o sacaba algún momento para ir a hacer fotos. En este último año había cambiado mucho, demasiado. Ya no era esa chica alegre y sociable, estaba amargada, odiaba la vida. Y, también había adelgazado mucho, demasiado para mi gusto.

 Después de haberme cambiado, fui a la terraza, para fumar un cigarro. Fumar y sacar fotos era lo mejor, un cigarro y mi adorada cámara eran mis mejores acompañantes, eran lo mejor que tenía. Volví a entrar, a por una sudadera, ya que no hacía un tiempo como para andar en camiseta de manga corta. Tras coger la sudadera, volví a salir, me senté en una silla que se encontraba en la terraza, y cerré los ojos. La tranquilidad de este barrio era lo mejor, era muy relajante. Dí una calada a mi cigarro encendido, y comencé a pensar en mis cosas, era algo que me gustaba mucho, reflexionar sobre las cosas, o imaginarme una vida perfecta. Según me terminé el cigarro, saqué otro, y otro más, y uno más... Pero, al ir a sacar el 5, oí una voz, a alguien hablándome, y conocía tan bien esa voz, que no tenía ni que darme la vuelta para ver si me equivocaba.

 -Noa, deja eso, sabes que no es bueno.

 -Ethan, tu ya no me mandas, ya soy mayorcita como para saber lo que es bueno y lo que no.

 -Enana, tu no sabes nada, fumas porque crees que te ayuda a olvidar, a desestresarte, crees que te ayuda a relajarte, pero te equivocas, en realidad te mata por dentro,- dijo con un tono autoritario, como un hermano mayor que se preocupa por su hermana.

 -Así estaría más cerca de ti, te echo tanto de menos...- dije bajando mi tono de voz.

 -¿Y no te sirve esto? Te vengo a visitar todas las noches, y nunca voy a dejar de hacerlo.- sabía que estaba sonriendo, siempre lo hacía, y mi carácter, mi amabilidad, mi alegría y solidaridad la aprendí de él, aunque estos últimos meses no lo sacase a relucir.

 -Y justo cuando me voy a dar la vuelta te marchas y me dejas sola.- dije en un susurró, sabiendo que él me había oído perfectamente.

 -Yo nunca te he dejado sola y nunca lo haré, ¿me oyes?- y, segun escuché salir esas palabras por su boca, me dirigí hacia él, corriendo a sus brazos, los que cada vez eran más transparentes. Una vez más, estaba desapareciendo.

 -Ethan, por favor, quédate, te necesito.- dije gritando con lágrimas en mis ojos.

 -Noa, te quiero, no lo olvides nunca.- y, ya, otra noche más esa luz cegadora aparecía, alejándome de mi hermano.

 De pronto, me desperté, me encontraba en la silla de la terraza. Me había quedado dormida, y, como siempre, soñando con mi hermano mayor, un día más... Después de entrar en el piso y cenar me puse a ver una serie en FOX, una de las que tanto me gustaban. En cuanto terminó, me fui a la cama, y comencé a ver las fotos que había hecho durante el día, hasta quedarme dormida.

 Al día siguiente, me desperté pronto, y no de un muy buen humor, ya que el despertador no me había sonado y llegaría tarde a la universidad. Desayuné lo más rápido que pude, y, esto, tuvo sus consecuencias ya que se me cayó todo el café encima ¡genial! Me di una ducha rápida, y me puse lo primero que vi. Me vestí con unos vaqueros pitillos, un jersey crudo ancho, y unas botas marrones, tan simple como eso. Me puse unos cuantos anillos, porque era algo que me encantaba, los anillos eran mi debilidad, y segun terminé de maquillarme, salí por la puerta, cogiendo un gorro del mismo color que las botas y un abrigo, ya que cada vez, hacía más frío. Segun salí por la puerta me encontré con un chico muy pero que muy guapo. Era rubio, con unos ojos azules, preciosos, y sabía vestir, iba con un vaquero pitillo y una camisa de cuadros, iba tan elegante... parecía que lo tenía todo, porque de cuerpo no estaba nada mal el chaval. Sé, que pude parecer demasiado borde, ya que ni le saludé, pero, iba con prisa, ¿qué iba a hacer? saqué un cigarro de mi bolso junto con el mechero, y comencé a bajar las escaleras, para llegar al garaje. Antes de meterme en el coche, di una última calada al cigarro. Estaba saliendo del garaje, cuando de pronto, vi como una moto me impedía el paso. Genial, era lo que me faltaba, primero el despertador, luego el café, y ahora esto ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Me puse mis wayfarer, y salí del coche, dirigiéndome hacia la moto. Comencé a buscar al propietario, y como no lo encontraba me dispuse a moverla. Tan pronto como la toqué, oí a alguien gritarme, una voz ronca, y, alarmada, solté la moto, haciendo que esta se cayera.

 -¡Eh, eh, eh!, ¿pero que coño haces?- dijo un chico desconocido. Era muy guapo, tenía unos ojos verdes, y un pelo moreno, echado hacia atrás, vestía muy bien, iba con unos pantalones pitillo negros y una camiseta del mismo color.-Oye, te estoy hablando.-dijo sacándome de mis pensamientos.

 -Ah si, dime.-dije con un tono de indiferencia.

 -¿Cómo que dime?, ¿CÓMO QUE DIME?, ¡acabas de tirar mi moto, mi puta moto! ¡tú no sabes lo que me ha costado!- dijo con un tono de enfado.

 -Ah bueno, lo siento mucho, pero esto no hubiera ocurrido si no hubieras aparcado aquí, como podrás observar, es un garaje, y está prohibido aparcar. Dile a papi y mami que te compren una nueva.- contesté con una sonrisa muy falsa.

 -Mira, he estado aparcando aquí durante mucho tiempo y nadie ha tenido ningún problema. Asi que no me jodas.

 -Pues ya ves que, ahora, yo si tengo problemas si aparcas aquí.

 -Bueno, pero es que a mi me da igual que tu tengas problemas o no.

 -Bien, vale, enhorabuena, ahora, por favor, hay personas que tenemos cosas más importantes que hacer que discutir por una maldita moto, por favor, quitate de mi camino, gracias.

 -¡Y una puta mierda!, tu ahora me llevas al mecánico, a que me arregle la moto.- dijo señalando a la abolladura que se había formado debido a la caída.-¿enserio te crees que yo voy a pagar lo que tú has hecho?

 -Anda venga, no te motives tanto chaval, llama a una grúa y déjame tranquila.- dije perdiendo ya la poca paciencia que tenía.

 -O me llevas o me llevo.

 -¿Qué?- respondí sin comprender. Y, sí, ahora entendía todo, ya que el individuo, el chico desconocido, había entrado en mi coche, y se había encerrado dentro. Tonta yo, que había dejado las llaves puestas. Ahora, yo me encontraba fuera de mi coche, con un tío que no conocía de nada en el metido. Respira Noa, respira me decía a mi misma.

____________________________________________ _ _ _

¡Aloha! ¿Qué tal están? Espero que les haya gustado el segundo capítulo. Sé que es un poco aburrido pero no worries, ¡se va a poner emocionante dentro de poco! Quiero ir un poco despacio porque no me gustan esas historias en las que todo sucede muy rápido, entiendánme y ¡tengan paciencia, que en nada se pone muy pero que muy interesante! ¡Voten y comenten!

The distance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora