Su pelo lacio se escapaba de las horquillas con facilidad, por lo que la pequeña no tenia otro remedio que dejar suelto su cabello pardusco. Los ojos de la niña se distraían con facilidad, orientando los dos luceros que habitaban en sus cuencas, en cualquier dirección. Sus labios apenas podía percibirse pues siempre se encontraban en movimiento, dejando en exposición su dentadura blanquecina.
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Versos Al Azar
De TodoVersos, versos que se entrelazan al viento, versos que quedan por siempre, versos que olvida la cabeza, versos... que quedan en el corazón.