Difícil mirarlo y no fijarse en sus ojos, sus ojos abiertos y expectantes similares a los de cualquier cárabo, los cuales acogían un tono peltre en sus amplios iris. Ojos, que dejaban fuera de lugar su pequeña y respingona nariz, así como sus finos labios, y su escasa cabellera peliroja. El muchacho era portador de una estatura exigua, para sus 12 años de edad, tenia la piel amarillenta y los huesos flacos, perfectamente apreciables en muchas partes de su cuerpo. Era joven, pero débil, al cual el tiempo había carcomido por dentro, y por fuera...
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Versos Al Azar
AcakVersos, versos que se entrelazan al viento, versos que quedan por siempre, versos que olvida la cabeza, versos... que quedan en el corazón.