Me vestí pastel a tu encuentro

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Cansada de esperarte decidí ir a tu encuentro. Le pedí a Suzy que me maquillara. Me probé mis vestidos más bonitos, vestí rosa pastel por tí. Pero no me calcé, quería sentir todo a través de mis pies. "Estás hermosa", me dijo Suzy.
Camine el camino de piedras cuadradas por el cual siempre pasaba para ir a todos los lugares donde solía ir. Ya conocía ese camino visualmente, pero esa noche lo sentí en mis pies. Cuando llegué a la puerta de la casa toqué varias veces, esperando que me abrieras. Pero no lo hiciste. Me pregunté entonces si estaría allí la persona a la cual quería presentarme. Tal vez era otra chica, tal vez quería presentarme a su nueva novia, tal vez estaba con ella en ese mismo instante. Quise alejar esos pensamientos de mi mente que me motivaban a irme de allí. "Deja de ser cobarde", pensé. Entré a la casa fácilmente, la llave estaba debajo de una roca. Me acerque a la cocina donde creí que estarías, luego fui al living. Supuse que estabas en el cuarto, o tal vez bañandote. O simplemente no estabas y yo estaba completamente loca por haber entrado sin permiso. Dejé el abrigo que llevaba en la percha y seguí buscando.
Cuando di el primer paso hacia la habitación lo primero que sentí fue húmedo. El frío y húmedo piso de madera se sentía extraño. Era agua. Cuando levanté la vista no pude creer lo que estaba viendo. Te veías tan, pero tan pálido. "Tal y como la luna... ayer". Me acerqué lentamente, mis cielos empezaron a lloviznar. No era verdad lo que veía. De tu nariz salía un líquido rojo y espeso, era sangre. Me acerqué sabiendo que era tarde. Te tomé en mis brazos y no quise alejarme. Te bese sintiéndome una intrusa en tu boca. Te veías tan mal. Tan, tan mal. Lloré por varios minutos hasta que me di cuenta que esto era lo me esperaba que sucediese. No quería que pasara, no. Pero conocía esas actitudes, conocí a la nueva persona de las 3 de la madrugada incluso cuando se trataba de un nuevo tú. Vi el reflejo de mi padre en tu cara. E intente ayudarte, quise que me amarás más que a eso. Quise que me prefirieras más a mí. Pero no lo hiciste. Había alguien más, no siempre estuvo, pero te llevó, te alejó de mí.
Me paré y caminé de espaldas, sin dejar de mirarte. Gire el pestillo y tomé mi abrigo. Antes de irme pasé de nuevo por la habitación y levante la copa de agua. Caminé descalza hasta el apartamento. Ya era de noche y la luna vestía de blanco tú, traicionero.

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