Mi deso Enmascarado

En el rincón más dulce de mis memorias

Hola hola soy Jikigane, eme aquí otro cap de este fic, bueno ahora yo escribiré esto de ahora en adelante, bueno eso espero porque no se por A o B situación puede que dimita, ok, ok, me fui por la tangente, como decía, ahora este cap será mío, con las ideas de chicoleta por supuesto, como ella es mi amiga escribo esto pero, este es y será el primero y único fic yaoi que haga,

Cap. # 7: En el rincón más dulce de mis memorias.

Leonardo, el hijo mayor del rey de Tuc, príncipe heredero al trono, siempre fuerte, siempre serio, un líder en entrenamiento, creció siempre con la idea de que un líder debe tener un corazón de acero, y guardarlo bajo 7 llaves, porque si se atrevía a dudar un solo segundo, si vacilaba en las decisiones que debía tomar, las personas de su futuro reino morirían, un príncipe no debía mostrar debilidad nunca, un príncipe no confía en nadie nunca, un príncipe no debía tener miedo nunca, por el bien de miles de personas, estaba comprometido con Karai, princesa del reino de Irin, no confía en ella y teme que su padre el rey Oroku Saki la use para traicionar al suyo, pero por desgracia se había enamorado de ella en el instante mismo en que la vio, un predicamento total para él, justamente lo que su padre trataba de evitar siempre, confusión en él, su padre lo amaba con todo su corazón, pero como heredero que era siempre lo crio bajo los más estrictos regímenes, hace amucho, cuando apenas era un jovencito de solo 6 años, su padre lo había enviado a entrenar en la mejor academia militar para que aprendiera a ser un buen guerrero, le enseñaron el arte de la guerra, muchas formas de matar, tácticas militares, negociación, y otras cosas además de la etiqueta y de cómo debía comportarse un príncipe, al cumplir los 12, Splinter decidió que era hora de darle una pequeña mirada a su hijo, puesto que no lo había visto en mucho tiempo, y dio órdenes de traerlo para unas cortas vacaciones, y ver cuánto había crecido, Leo, cuando llegó corrió a abrazar a su pequeño hermano Donatello, quien tenía 5 años, fue un reconfortante respiro para él, no más practicas, no más entrenamiento, nada de eso, solo disfrutar como lo haría cualquier persona. Paseaba tranquilamente por los campos del palacio, sin peligros ni preocupaciones, el joven príncipe se dispuso a verificar cuando había cambiado su hogar el todos los años que no estuvo presente, llegó hasta donde estaban los sembríos, allí se fijo a lo lejos un montón de pueblerinos golpeando a un niño que estaba hincado y con la cabeza en el suelo, un pequeño vasallo que insistía en proteger algo poniéndose como escudo.

-¿¡QUÉ PASA AQUÍ!? -dijo Leo, con un todo de voz autoritaria, los pueblerinos se asustaron al observar al príncipe.

-S... Su majestad, es que... -titubeo uno de los pueblerinos, Leonardo exigió saber porque maltrataban tanto a aquel simple vasallo,

-Verá su majestad -dijo otro de los vasallos- es que el hermano pequeño de este esclavo se atrevió a comerse una de las sandias de su majestad, esa comida no es para el, si no para usted, su grandísima majestad, este es solo un pobre diablo.

-Así que se comió una de las sandias de mi padre. -mencionó Leo, el pequeño vasallo dejo de estar en posición fetal y se sentó en el suelo, revelando al pequeño hermano que tenía en sus brazos, estaba lloroso y se notaba que había devorado aquella sandia.

-Su majestad, le suplico no castigue a mi hermanito, el moría de hambre, yo le di la sandia, si tiene que castigar a alguien que sea a mí. -dijo el susodicho vasallo, Leo solo se limito a escuchar las palabras del harapiento esclavo que tenía en frente.

-Váyanse que de este vasallo me encargo yo. -demandó el pequeño príncipe heredero, el pequeño temblaba de miedo con su hermanito en brazos, los pueblerinos solo se limitaron a marcharse tranquilos, creyendo que habían logrado su cometido.