Capítulo 2: Dolor

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Aylen se sobresalta, abriendo los ojos de golpe; Busca la causa que la hizo salir sus dulces sueños. Están tocando la puerta con brusquedad otra vez y reconoce esto como la causa. Se levanta del suelo y se arregla el vestido mientras camina a la puerta, quién sea que esté atrás de la puerta, la está aporreando como si quisiera tirarla abajo.

—¡Aylen! ¡Me estoy arreglando! —grita Margaritte y se detiene frente a la puerta— ¡No abras la puerta ya casi estoy lista!

La niña asiente, aunque sabe que su madre no la ve y se da la vuelta ignorando los fuertes golpes de la puerta. Un estruendo se extiende por la habitación; Sobresaltada Aylen mira hacia atrás para encontrar la puerta en el suelo y escombros volando sobre la nube de polvo.

Un hombre de unos treinta y algo vestido de negro, casco y un arma se adentra en la casa. Un grito mudo sale de la pequeña garganta de Aylen mientras se tira atrás de una maceta gigantesca con lo que antes debió ser un árbol decorativo bastante frondoso y colorido.

—¿Qué fue ese ruid... —Margaritte se calla y envuelve con fuerza la toalla alrededor de su cuerpo cuando ve al hombre desconocido— ¿Quién es usted? Y más importante ¿Por qué tiró la puerta de mi casa?

—¿Es usted Margaritte Rivaille? —pregunta el hombre con voz tosca.

—Sí —afirma con duda— ¿Tienen algún problema conmigo?

—Probablemente —responde apareciendo una mujer de apariencia rígida y severa con su cabello amarrado en un apretado e impecable moño—. Me llamo Zonya Crambers y soy la directora de una casa-hogar; Nos llegó la notificación que usted esconde a una niña no registrada aquí, según parece su hija de unos cuatro a cinco años —explica—. Queremos registrar su casa; Sabe que sí encuentro que esta notificación es cierta tendrá que pagar alrededor de mil euros por cada año de vida de la pequeña y ni hablar de otros gastos que deberán hacerse luego.

Margaritte estaba pálida, ella no tenía los cinco mil euros.

Además de no encontrar a Aylen, con la mirada empezó a buscarla. Al fin la encontró atrás de la gran maceta vieja con cara pálida y sus ojos brillando como si quisiera echarse a llorar, pero estuviera aguantándose, su pequeño labio inferior temblaba mientras sus dientes intentaban mantenerlo quieto. Esa visión le dio ganas de sollozar, era obvio que se llevarían a su pequeña y antes que se diera cuenta de lo que estaba haciendo se cayó de rodillas y empezó a sollozar.

—No habrá consecuencias si la entrega —dijo la señora con la lástima bailando en sus ojos— Cuidaré a la niña cómo si usted lo hiciera.

Margaritte niega lentamente y otro sollozo se escapa, pero no era de ella. Todos vuelven su atención a Aylen que sale corriendo de la maceta y se tira a los brazos de su madre. Ambas se aferran a la otra.

Dentro de toda una, vida vacía Aylen había sido su pequeña luz. Margaritte recordaba lo derrotada que se sintió cuando le dijeron que estaba embarazada, temía que le fuese a decir quién se suponía era su pareja y alma gemela. Un alto y un poco mayor para ella, señor de la alta sociedad.

Margaritte se había armado de valor, aunque aún temblaba de temor, pero con esperanzas a darle la inesperada noticia. Él la había llamado mentirosa y prostituta pues aseguraba que ese hijo no era de él mientras por ella por su parte estaba segura, no se había acostado con nadie ni antes ni después de él. Con las esperanzas destrozadas y su familia dándole la espalda se adentró a un barrio, entrando a un callejón se acurrucó en una esquina a esperar su desolada muerte. Claro que no se esperó encontrarse con el mejor amigo de Oliver, Cedric otro rico más joven pero no tan atractivo como Oliver la reconoció.

La había ayudado, le había dado una casa y la había apoyado. Ella se había enamorado de él, de la manera en que la trataba, de la amabilidad que desbordaba, pero claramente Margaritte no conocía el futuro o todo sobre la vida de Cedric; Él estaba comprometido con una muchacha de la alta sociedad y a los meses se casó dejando al fin de visitarla y nunca supo nada de él más que lo que aparecía en los periódicos. Margaritte había intentado sobrevivir honradamente pero no lo logró y terminó empezando a prostituirse.

Margaritte sentía sucia, pero cuando nació Aylen se dio cuenta que era capaz de hacer lo que sea con tal de qué aquella pequeña criatura fuera feliz. No importaba cuanto tuviera que pasar, todo valía la pena si podía resguardar a su hija del sufrimiento de un mundo que te comía de un bocado ante la mínima oportunidad; Y ahora aquí estaba... Llorando aferrándose a la única luz en su vida que estaba a punto de alejarse. Desparecer. Apagarse.

Sentía el pequeño y frágil cuerpo de su pequeña temblar y eso le estremeció el alma.

Margaritte suspira y aparta a su pequeña, con un poco de resistencia se separa de sus brazos. Aylen la mira con temor a lo que viene, sabe lo que pasará, lo teme; Su madre sonrió y la pequeña devuelve el gesto vagamente, con esfuerzo.

—¡Hey! Aylen querida —le susurra intentando no parecer tan destrozada, aunque es obvio que falló, sólo hacía falta escuchar su temblorosa voz— ¿Sabés? Mami tiene que hacer unas cosas —explica con una sonrisa amarga—, Pero no puedes venir conmigo —añade rápidamente cuando ve las intenciones de hablar de Aylen, quien se calla con las lágrimas brillando en sus ojos— Así qué te quedarás con Zonya en su casa con otros chicos. No podremos vernos por mucho tiempo.

—Mami.

—Pero siempre te recordaré y extrañaré ¿sí? ¿bien? —la interrumpe Margaritte. La pequeña asiente llorando— Puede que esto vaya a ser muy difícil. Pero quiero que si algo va mal te aferres a esto —Con un rápido movimiento, Margaritte se desprende de un colgante de hoja y lo coloca en las pequeñas manos temblorosas— Me lo dio mi abuela antes de morir y lo he atesorado toda mi vida y ahora te lo doy a ti —le sonrió para atraerla nuevamente a sus brazos— Nunca dejes que los demás vean tu debilidad... Pero nunca pierdas de vista quién eres. Te amo, mi pequeña luz.

Margaritte se levanta, limpiando sus lágrimas camina al cuarto, agarra una caja, saca un hermoso vestido azul marino. Regresa donde Aylen y se lo entrega junto con su peluche de búho.

—Te voy a extrañar, mi pequeña luz —susurra con ternura mientras presiona un delicado beso en su cabeza.

Margaritte se separa para luego caminar a paso firme hacia la mujer; Le sonríe con dolor desgarrando sus entrañas.

—Cuide bien de mi hija, se lo suplico.

El grito desgarrador de Aylen era lo único que se escuchaba en la casa; Sus lamentos mientras se retorcía para sacarse de encima al hombre que la separaba de su madre.

—¡No! ¡No quiero irme! —solloza entre gritos— ¡Mami, sálvame!

La desesperación engulló elpequeño cuerpo cuando su madre volvió su mirada hacia otro lado. Ah, su madreno la salvaría. No podía; Cuando cruzaran esas puertas y la llevaran al carroAylen no tendría a nadie. Nada estaba bien y todo iría mal.   

Espero les gustase el capítulo y que tengan un excelente día; Gracias por leer, votar, comentar y seguir mi perfil

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Espero les gustase el capítulo y que tengan un excelente día; Gracias por leer, votar, comentar y seguir mi perfil.

Se despide,

Apollymi Darlow

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