Capítulo 4: Los Carter

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—Despierta, niña —dicen con brusquedad— Vamos no te puedes morir el día en que al fin se interesaron en ti y te vas de nuestras vidas, pero dejándome ganancias.

Aylen lucha por abrir los ojos y luego los abro de golpe al sentir el agua helada golpear mi rostro, aspiró en un intento por respirar.

—Bien. Aún estás viva —dice y la castaña logra enfocar a la señora King, quien sonríe. Su sonrisa es horrible— Ya te curé la herida de tu brazo y no tienes otra más por suerte.

—Gracias. —logra susurrar Aylen con alivio. La señora hace un gesto de desdén.

—No creas que yo quise ayudarte —se escucha exaltada como si sólo la idea la ofendiera— Hay una familia interesada en ti. Así que ven te pondremos un vestido bonito y presentable además de arreglar esos cabellos caóticos tuyos.

La agarra con fuerza del brazo herido y empieza llevarla arrastrada, provocándole un estallido de dolor en su sistema. Aylen camina más rápido en un inútil intento para que no le duela.

"¿Quién se pudo haber interesado en mí?" pensaba "Claro, había muchos que se interesaban en ella, pero al ver sus progenitores se rendían y buscaban otra chica."
Madre: Margaritte.
Ocupación: Prostituta.
Padre: Desconocido.

Para cuando Aylen se da cuenta, ya tiene puesto un vestido de color amarillo que le llega hasta los pies, las mangas caen por sus delgados hombros, la tela cubre todo su brazo. Ocultando su herida, pero dejando al descubierto su cuello en donde brilla su collar de hoja; Aylen acaricia inconscientemente el collar, recordando a su madre sonreír para luego estrecharme en sus brazos. Sonrió amargamente.

—Que sonrisa más repugnante —susurra para ella, pero lo suficiente fuerte para que Aylen lograra escuchar— Bien ya estás lista. Vamos

Aylen se observa en el espejo antes que irse con la señora King, amarra su cabello en una coleta alta dejándome dos mechones de cabello a cada lado de la cara. Un truco para ocultar su desordenada melena.

Después de caminar rápidamente, al fin llegaron a la oficina de adopción.

"Destino, ven a mí y sonríeme una vez" suplica internamente Aylen.

La señora King toca la puerta tres veces suavemente, cuando escucha la autorización abre la puerta y entran.

Aylen centra rápidamente su atención en una señora de apariencia estricta pero cariñosa, de cabellos negros que caen hasta sus delgados hombros dándoles una apariencia delicada, ojos azules como el mar, aunque cansados, acompañados con unas pestañas negras largas enmarcando sus ojos perfectamente, sus labios están apretados y su nariz es recta, aunque demasiado larga. La mujer se estremece en cuanto fija sus fríos ojos en la pequeña.

Hay un hombre alto de rubios cabellos cortos, brillantes ojos del color de la plata, aunque a diferencia de la plata sus ojos se ven cálidos, nariz recta y en completa armonía con su rostro de rasgos atractivos y al verme sonríe. Se mueve un poco, dejando ver al niño detrás de él... ¿Ian? Sí, creo que así se llamaba; El cual sonríe al verla.

—Disculpen la demora —dice la señora King— Ella es la señorita Aylen Rivaille por la cual ustedes estaban preguntando.

Aylen observa como el hombre mira a Ian en pregunta y luego sonríe cuando el pequeño asiente.

—Si, en efecto ella es. —responde el mayor con voz firme, masculina y segura, aunque contrario a lo que se pensaría tiene un efecto relajante.

—¡Cariño! —expresa escandalizada la mujer de cabellos negros— ¿Viste sus papeles? Es hija de una...

—Silencio, Annie —ordena con firmeza el hombre interrumpiendo a la señora para luego dirigirse a la pequeña con una brillante sonrisa— Tienes excelentes notas según me cuentan ¿es verdad, Aylen?

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