No podía creer lo que había pasado, ¿Bruno había querido intentar abusar de mi?, nunca lo pude imaginar.
—Esto es raro... Lo siento, ¿qué tienes en la cara?, ¿eso te lo hizo el? Y no, no hablo del mono, sino de esa herida, déjame ver—le se había sentado en la orilla de la cama, me acerqué a él y miré su herida, hice una mueca de dolor, sí que se veía mal.
Tenía una herida en su ceja que necesitaba puntos.—Sí... Fue el, pero no es nada. Debí matarlo—pude ver las venas de su frente marcarse. Por primera vez estábamos entablando una conversación sin peleas y sin bullying.
—No digas eso, no me perdonaría que fueras a la cárcel por mí— me levanté de la cama y al hacer eso me di cuenta que tenía una remera que por cierto era grande me llegaba hasta casi las rodillas. Al llegar al baño, me encontré con lo que quería, un botiquín.
Volví a su lado y abrí este, saque un hilo y aguja.
—Esto quizás te duela un poco—asintió con la cabeza no muy convencido, podía notar el miedo en su mirada.
Primero que nada con un algodón empapado de alcohol desinfecté la herida, de vez en cuando miraba sus reacciones faciales, quería reír pero a la vez me daba pena porque todo fue por haberme defendido.
Solo hizo gala darle tres puntos y la herida estaba lista, todo estaba bien. Coloqué una pequeña venda por encima de la herida.—Listo, eres un buen paciente, te debo una paletita—el soltó una carcajada, por cierto tiene una dentadura hermosa.
—Dolió un poco, pensé que dolería más. Gracias Harriet—nos miramos durante varios segundos.
Su mirada abandonó la mía y cuando me fijé que miraba, el desayuno que había dejado en la mesita de noche.
—¿puedo preguntar algo?—me levanté dispuesta a acercar el desayuno, ya que me rugía el estómago.
—Claro, lo que sea. —se recostó en la cama cruzo ambas manos antes de recostar su cabeza sobre estas.
—¿por qué tengo tu ropa?, no quiero pensar que tú y yo...—le acerqué la bandeja y la dejé sobre la cama.
Él se sentó sobre la cama comenzando a reír.
—No hicimos nada, ese imbécil te había arrancado la ropa y pues... No te iba a dejar dormir desnuda para que no pensaras peor—rascó su nuca algo, ¿nervioso?, wow, eso no me lo esperaba, lo había puesto nervioso.—Pero si me viste mientras me cambiabas...—poco a poco me iba acercando a él, comenzaba a tensarse y eso era buena señal. Hasta que comenzó a retroceder.
—Eh, el desayuno ya ha de estar frío—agarró una de las uvas y la llevó a su boca.
—¿A qué le tienes miedo, Luke?—mi voz era más suave de lo normal. El había retrocedido tanto que había llegado al espaldar de la cama, situación que obviamente yo aproveché.
El cerro sus ojos y en ese momento supe que ya estaba totalmente a mi merced.
Me acerqué a su oído.
—¿Recuerdas que te dije que no te iba a volver a besar?, pues es cierto—dicho esto me aleje de el, pero no tardé porque ya me había envuelto en sus brazos y me acerco nuevamente a él, no me dio tiempo de procesar nada porque ya nos estábamos besando.
Sus labios tenían un rico sabor a menta, no me costó nada corresponder al beso ya que debo admitir que no besa mal, aunque he besado mejores.Mis manos fueron a parar en su pecho, acariciando este por encima de la remera que por cierto era sin mangas. Es sólo se concentró en besar mis labios, anoche me habían encendido y todo se fue a la Mierda, no quería que pasara otra vez.
Otra vez estoy considerando que este chico sea gay y me besa para que crea lo contrario.
Nuestros labios se movían en una perfecta sincronía, como si se conociesen de siempre, como si no pudieran estar separados. Creí que moriría sin duda había sido el beso más largo de toda mi vida, nos separamos por falta de aire, una leve risita se me escapó de mí, puesto que sus labios se veían algo alterados. El también se rió ¿acaso tengo monos en la cara o también mis labios se hincharon?Corrí hacia al baño y tenía razón, mis labios se veían algo alterados, al igual que sus alrededores.
No tuve mucha privacidad porque él ya estaba detrás de mí, me giré en mis talones.
—Te lo dije, querías que te besara, es más. Tú querías besarme pero no te atreviste—yo lo miré con incredulidad, cuanto se equivocaba.—¿Se te olvida que hace unos minutos estabas a mi Merced?, podría apostar a que pensabas que iba a besar eso, o eso—dije refiriéndome a su pene y a sus labios que por cierto por más que me moleste aceptar, son sexis.
—Sabes que disfrutaste ese beso tanto o más que yo—no contestó a lo que dije pero tenía razón, pero él no debía saber que tenía razón.
—Besas como... No sé, no sabes besar—le mostré mi lengua de forma burlona, me había quedado sin argumentos.
La mañana se pasó volando entre chistes, bullying y por cierto el rico desayuno de frutas que me había llevado.
Me encontraba en mi departamento acostada en mi cama con la cabeza hacia abajo, más aburrida que nadie en la vida.
sentí mi celular vibrar, casi siempre lo tenía así ya que me estresa que esté sonando.
Desbloquee la pantalla para poder contestar.—¿bueno?—contesté sin ganas.
—Soy yo Mat, quiero que hablemos...—dijo sollozando, ¿acaso estaba llorando?
Debo admitir que si no me llama no me hubiera acordado de su existencia.—Soy una zorra, ¿recuerdas?, las zorras como yo, no vuelven con sus ex y mucho menos les hablan después de haberlas insultado—escuché un claxon que resonaba en todo el lugar, me asomé en la ventada y era un auto el cual desconocía.
—Estoy afuera de tu departamento, ¿puedo pasar o puedes salir?—no sé si eran ideas mías pero se sentía un una pizca de arrepentimiento en su voz. Le respondí que si así que me recogí el cabello para recibirle.
Abrí la puerta y me hice a un lado para que pasara. Me partió el alma verlo así, estaba con los ojos hinchados y cuando me pasó por al lado también me di cuenta que no se había bañado o que se había puesto ropa sucia.—¿Qué quieres?—dije al fin rompiendo el silencio ya que nadie había dicho nada.
—Perdóname mi amor, yo te amo. Sé que tú también a mi, que ambos tomamos decisiones equivocadas pero... Te amo—me miró y se acercó a mí, tanto que su tristeza se me contagió.
<<El merecía una oportunidad, ambos habíamos fallado ¿por qué no perdonarnos?>>era una de las ideas que vagaba en mi mente.
Sacudí mi cabeza ante aquella idea, ser libre sin duda era mejor. Así no me arrepentiría de los besos que me di esta mañana con Luke, el estúpido de Luke...
—Por favor Harriet dime algo—Tomó mis manos en las suyas y las besó, me dio ternura.
—Lo siento...—no quería romper su corazón, él tenía sus ojos cristalizados y en el pasado habíamos tenido una relación estable(dentro de lo que cabe)—Dame tiempo, ¿sí?—dije, esperaba que me comprendiera.
—Claro amor, lo que tú quieras, sólo déjame estar a tu lado, no quiero perderte—me abrazó y recosté mi cabeza sobre su hombro, no sé qué voy hacer con el, sé que si le doy una oportunidad me voy arrepentir en el mañana.
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Sexo sin compromiso
Roman d'amourHarriet es una jovencita de 19 años, es de New York, vive sola desde los 17 ya que ella quería independisarse sus papas no le ponían la atención y como casi nunca estaban en el país decidió mudarse sola, sus padres la mantienen puesto que es la meno...