Capítulo 20

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Aceleré el paso cada vez más, tropezándome con cada piedra, persona, obstáculo en general que me encontraba por el camino. Mi agitación era pesada, sentía que me faltaba el aire, pero no me atrevía a parar, a pesar de las quejas de la gente o las miradas reprobatorias, no aminoré el paso, temiendo que el moreno me siguiese. Después de llevar largos minutos corriendo sin ser detenido, llegué a la conclusión que no estaba siendo perseguido y me detuve. Apoyándome en la pared regule lentamente mi respiración, gotas de sudor recorrían mi frente hasta perderse en mi cuello, sentí mis piernas temblar, pero la causa no fue el esfuerzo, el hormigueo en mis labios hizo que llevara instintivamente mis dedos a ese lugar. Fruncí el ceño, estaba enfadado conmigo mismo, quería recriminarme por ser tan estúpido de dejarme llevar. Había disfrutado de aquel beso, había sentido cada roce y cada caricia que él me proporcionaba, sino hubiera hecho caso a mi raciocinio, no me habría separado jamás.

Llegué a la conclusión que no era tan fácil olvidar a alguien, el dicho de "un clavo saca a otro clavo" no era aplicable en este caso. Tyler era un gran hombre, pero no estaba hecho para mí, y estaban más que seguro que nunca sería el hombre de mi vida. No necesitaba esa clase de tranquilidad que el castaño me proporcionaba, no quería esa estabilidad ni la imagen idealizada de seguridad. Por muy absurdo que sonase deseaba todo lo contrario. Me había enamorado de la falta de silencio, del miedo a la incertidumbre pensando en que pasará mañana, de la emoción de sentir que cada día a su lado era una aventura, esa sensación de adrenalina que te producía el lanzarte de un avión a cientos de kilómetros por hora, el bombardeó de tu corazón en tu pecho como si quisiera salir, el nerviosismo y el temblor en cada parte de tu cuerpo, todas esas sensaciones se habían vuelto una necesidad.

¿Pero como alejarse de todo aquello que te mantenía con vida?, no había estado ni cinco minutos cerca de él y ya había logrado sucumbir ante sus caricias, incapaz de separarme de su agarre. Me sentía avergonzado, Daniel siempre fue el que se dejaba llevar por las emociones y los sentimientos, el único que se emocionaba viendo una película cursi o era capaz de leerse una novela de Nicholas Sparks y luego comentarla como si hubiera sido una de las mejores experiencias de su vida. Yo en cambio siempre observaba con una muesca de asco en el rostro, pero en estos momentos las tornas cambiaron, yo era el que se emocionaba y él era el mero espectador.

Pero no debía perdonarlo, no podía olvidar el dolor que me hizo sentir. Me tapé los ojos con mi brazo, el sol pegaba fuerte y me cegaba, hacía demasiado calor para estar en la calle. Me desabroché los dos primeros botones de la camisa, sintiendo una pequeña ráfaga de aire chocar contra mi piel expuesta. Eché de menos la casa de mis padres, seguramente mi madre ya me habría traído una limonada casera para combatir el calor, se habría sentado conmigo en el porche y me habría hablado con una sonrisa en el rostro sobre lo que le había contado la vecina mientras estaba en el mercado. Recordé sus palabras cada vez que se enfadaba con mi padre, ella podría estar disgustada durante unos minutos, pero luego siempre volvía con una taza de té y unas galletas, se sentaba a su lado apoyando su cabeza en su hombro y al poco tiempo mi padre la abrazaba, mientras ambos escuchaban tranquilamente la radio como si nada hubiera pasado. "Amar a alguien no significa que todo vaya a ir bien, ni que todo sea color de rosa, también implica sacrificio y el saber ponerte en el lugar del otro, solo así conseguiréis esa comprensión y compenetración que son necesarias cuando te atreves a amar a alguien". Esas fueron sus palabras, las cuales nunca he olvidado.

Tal vez no comprendí a Daniel, no entendí por todo lo que estuvo pasando. Forcé una situación y esperé demasiado de ella, sin tener la más mínina paciencia, quise que me diera todo y muy pronto. Dan había sido hetero toda su vida, aún estando en una relación con una mujer yo decidí meterme entre ambos, que dejase todo lo que creía normal y se implicase en una relación homosexual ni más ni menos que con su mejor amigo. Si yo hubiera estado en su lugar, también hubiera salido corriendo.

El día en que te des cuentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora