Capítulo 6 - Héroes

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Sonó la alarma de su móvil a las 8.30.
Él ya estaba despierto de antes, porque nada más abrir yo los ojos, tenía su rostro separado por centímetros al mío, mirándome con su pelo despeinado y alborotado, aunque, como siempre, igual de perfecto.
- Veo que ya has despertado, buenos días, princesa --dijo mientras me tocó la punta de la nariz con su dedo índice--.
- Buenos días... ¿cuánto llevas despierto? --dije entre bostezos--.
- Desde las 8 y algo, tampoco quería moverme, si no te despertaría...
En efecto tenía razón. Estaba totalmente encima de él, dato del que no me había dado cuenta hasta ahora. Nuestras piernas estaban entrelazadas, mi cabeza en su pecho y mi brazo en su hombro.
- Oh... L-Lo siento, no quería... --dije mientras me movía para dejarle salir--.
Pero él me cogió el brazo, indicándome con su gesto y rostro que no me fuera de ahí.
- ¡Tampoco he dicho que te vayas! --y una gran sonrisa adornaba su cara--, estaba bien así contigo.
Se me acercó más.
Mi corazón iba muy rápido.
- Solo quiero estar junto a mi princesa...
Y finalmente se inclinó para darme un beso rápido y suave, pero intenso y apasionado, como el resto de ellos.
- Serás bobo... --dije mientras me ponía cada vez más roja--.
Él se rió y luego me besó la frente.
- Venga, hay que desayunar. Déjame que te hag...
- ¡No! --dije interrumpiéndole--, desayuno me encargo yo --dije con una gran sonrisa mientras me levantaba de la cama--.
- Vale, vale, pero tiene que ser algo rápido, que entramos a las 9.10
- Si puedes, vete buscándome ropa, Adri --dije gritando mientras bajaba las escaleras--.
- ¡Sí, señora! --escuché desde el hall--.
Al entrar en la cocina, vi el delantal de "Kiss The Chef". Sin dudarlo, me lo puse.
Quería preparar algo rico, inusual y especial. Observé los materiales que había en la cocina. Las galletas, leche, yogur, fresas, plátano, frambuesas, pan y  barquillos fue lo que me llamó la atención. Y como dice mi padre, si te llama, algo haga.
Decidí hacer como 2 platos: uno el yogur y otro la tostada.
En el yogur, coloqué las frutas troceadas y unos barquillos, y en la tostada, otras piezas de fruta pero esta vez recortadas. Luego llené dos vasos de leche con Colacao y cogí las galletas.
Todo eso me llevó 5 minutos.
- ¡Adri a desayunar! --dije mientras ponía la mesa--.
- ¡Voy! --y escuché sus pasos bajando la escalera--, ya encontré ropa, era de mi madre, dime si te gusta --y por fin lo tenía detrás de mí--.
Me giré, y pude ver un vestido rosa pastel de dos piezas, como un top ajustado rosa y una falda rosa con detalles en azul pastel también. En su otra mano, tenía unas zapatillas con plataforma blancas.
- Wow.
No me salió nada más. Estaba completamente enamorada del conjunto.
- Supongo que te encanta.
- Desayuna, me cambio ahora mismo, no veas --dije cogiéndole la ropa de sus manos, cerrando las cortinas y quitándome la ropa que me había prestado--.
Finalmente me lo puse. Me encontraba súper guapa.
- Wow.
Me reí y le di un beso largo en la mejilla, aunque él se aprovechó y giró la cabeza para que mis labios acabaran en los suyos.
- ¡Hey! Eso es trampa --dije pegándole suavemente--.
- ¡Calla y come! --dijo mientras me guiñaba un ojo--.
El desayuno fue perfecto. A su lado, todo era perfecto. Salimos y llegamos a la puerta juntos, de la mano, de modo que ya vinieron los matones a insultarme:
- ¡Made in China!
- ¡China de mierda!
- ¿Este es tu novio? Hay que estar ciego para no ver lo fea que eres.
- ¡China, vete de vuelta a tu país de mierda!
Y más insultos.
La rabia me consumía, pero esa rabia se reflejaba en lágrimas, y solo era capaz de apretarle la mano a Adrien.
-¿NO TENÉIS OTRA COSA MEJOR QUE HACER QUE INSULTARLA? SOIS TAN INSEGUROS Y COBARDES QUE VAIS EN GRUPO A INSULTARLA, 6 CONTRA 1, DANDO INSULTOS ESTÚPIDOS, INCLUSO SIN ARGUMENTOS. APRENDED A SER MENOS RACISTAS Y A NO FIJAROS EN EL FÍSICO. HIPÓCRITAS, ESO ES LO QUE SOIS. COMO ME ENTERE DE QUE LE VOLVÉIS A  HACER DAÑO, ¡¡CUIDADO!! --dijo gritando con todas sus fuerzas, casi se quedó sin voz--.
Al instante en el que él empezó a hablar, dejé de llorar, de apretarle la mano con fuerza, solo veía cómo se encaraba a 6 personas por mí. Estaba gritándoles, llorando de la rabia.
Me quedé atónita, con los ojos como platos...
Los matones se alejaron, asustados, pero yo tenía la sensación de que alguien nos observaba desde lejos...
Él seguía apretando mi mano con fuerza, y, al ver que desaparecían a lo lejos, me soltó la mano y me dio el abrazo más sincero y amoroso del mundo. No quería dejarme escapar.
- Adrien... Solo puedo decir gracias...
- No puedo dejar que te hagan eso, pero tú tampoco... Tienes que aprender a defenderte. Deberías empezar hoy mismo.
Asentí con la cabeza y dejé escapar un suspiro aliviado mientras le abrazaba y le prometía que me defendería.
Las clases fueron como siempre: un coñazo. Pero bueno, hay que  aguantarse.
Acabaron y salí con Alya, Nino y Adri a la puerta del insti.
- Bueno por fin podré entrar a casa... --dije sonriendo--.
- ¡Ni que lo hubieras pasado mal en la mía!
Me puse roja y pude ver la cara de Adrien de pillo, sin arrepentimientos de decir lo dicho.
- ¿¿¡¡Qué!!?? --dijeron Alya y Nino al unísono--.
- Nada, era una broma --dijo Adri--.
Luego empezamos a hablar un rato porque nos sobraba el tiempo.
Yo, sinceramente, no estaba prestando atención. De fondo, había una situación que me llamaba la atención. Era una señora de 50 y algo de años discutiendo con un señor mayor de 60 y muchos. El pobre hombre iba en bastón, y la mujer le replicaba algo, no llegué a escuchar el qué, y a medida que iba hablando, más empujaba al hombre que por poco se caía al suelo.
De repente, salieron dos mujeres más, amigas de la otra, haciendo una maniobra que me dejó en shock: la primera cogió el bastón y lo utilizó para desequilibrar al señor y tirarlo al suelo; y la segunda, nada más acabar la primera su misión, lo agarró de la camisa y le intentaba quitar una pulsera.
Nada más verlo, un instinto se apoderó de mí y decidió actuar.
- ¡Mari! ¿Adónde va-
Corrí hasta donde estaba el señor y derribe a la segunda mujer, y rápidamente cogí el bastón de las manos de la primera, y mis reflejos actuaron para parar un golpe que iba a mi espalda de la gritona, dándole con el bastón en las manos, y aproveché para darle una patada en la barriga y tirarla al suelo.
- ¡TE VAS A ENTERAR, NIÑATA!
La primera estaba detrás de mí, iba a placarme y, probablemente, capturarme y ganar el juego.
Pero escuché una voz:
- ¡ENTÉRATE TÚ, GILIPOLLAS!
Y vi como Adrien salía de un lado y placaba a la mujer.
Estaban todas fuera de nuestro rango, ya que habían huído, y ayudamos ambos a levantar al pobre señor.
- Gracias, niños. No sé qué hubiera pasado sin vosotros...
Esas caras de esas sinvergüenzas no se me olvidaran en la vida.
- Tranquilo, no es nada... --dijo Adri--.
- Voy a recompensaros, tomad --dijo mientras nos daba una cajita a cada uno--.
- ¿Qué es esto?

El silencio no es la solución.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora