Llegué a casa después de la presentación. No tenía la misma actitud que en otros años. Estaba... feliz.
Como no, mis padres notaron mi cambio de humor.
- Hola cariño, ¿qué tal todo? --me preguntó mi madre, mientras me acercaba para darle un beso en la mejilla--.
- Bien. He conocido a 2 niños nuevos, y hemos quedado por la tarde para que les enseñe la ciudad. Se llaman Adrien y Alya.
- Me alegro. Igualmente, no llegues muy tarde a casa. Papá y yo tenemos que contarte algo, pero sentémonos ya a la mesa que se nos va a enfriar la comida.
¿Contarme algo? Mamá siempre sabe dejarme con la intriga... con la miel en los labios...
- Pues verás, Mari. Hoy vamos a llegar tarde a casa. Tenemos una cena con unos amigos de mamá, saldremos de aquí a las 8.30 y llegaremos a las 2 de la mañana, entonces estarás sola por la noche. ¿No tendrás miedo, no? --me dijo papá--.
La noche me aterra. Siempre tuve miedo a la oscuridad, y si es de noche y estoy sola, sería la típica con una linterna y un cuchillo en la mano, por si acaso. Pero mis padres ni nadie debe saber eso. Nadie.
- Ermm... claro que no. --dije a regañadientes--.
- ¡Bien! Pues llega sobre las 9 a casa, no abras la puerta a nadie, no respondas al teléfono y...
- Ya lo sé, mamá.
"Y no des información a nadie de que vas a estar sola" --dijimos ambas al unísono"
- Así me gusta, cariño. --dijo con una amplia sonrisa--.
Al acabar de comer, me quise arreglar para la ocasión. Nunca había salido por ahí con unos amigos. Nunca tuve amigos de verdad. Y aún no sé si estos son mis amigos.
Al final, me puse un vestido sin mangas verde con rayas negras y unas bailarinas negras también.
Ya eran las 4:20. Me despedí de mis padres y salí de casa, cogiendo 10€ por si acaso.
Llegué a la puerta del instituto y ahí me encontré a Alya con una camiseta básica rosa y unos vaqueros ajustados, y con las mismas zapatillas deportivas que por la mañana.
- ¡Hola! --dijo nada más verme, y se lanzó hacia mí dándome un abrazo que por poco me quedó sin caja torácica--.
- Hola. ¿Aún no llegó Adrien? Ya son y 32.
- No... Puede que se haya perdido --dijo mirando al suelo--.
- No creo, fue capaz de venir hasta aquí por la mañana, también lo hará aho...
- ¡Mira, está ahí! --dijo mientras lo señalaba--.
Venía con unas gafas de sol, camiseta negra y vaqueros. Estaba radiante.
Pero... no venía solo. A su lado, estaba un niño también alto, con gorra y gafas, vistiendo una camiseta verde y unos vaqueros oscuros.
- ¡Hola chicas! Sentimos llegar tarde y por mi parte siento no haber avisado que venía alguien más. --dijo Adrien mientras se llevaba la mano al pelo y dejaba escapar una risa--.
Como ya dije, radiante.
- No pasa nada. --dijo Alya con una sonrisa--.
- Me llamo Nino. Vamos todos al mismo instituto, solo que no vine a la presentación. Soy de aquí, solo me he cambiado de instituto. Encantado de conoceros Alya y...
- Marinette, Nino. --dijo Adrien mientras colocaba su mano en mi hombro--.
- ¡Encantada de conoceros, chicas!
- ¡Igualmente!
- Igualmente... --dije, mientras me daba cuenta de que Adrien seguía teniendo su mano en mi hombro--.
Estuvimos toda la tarde dando vueltas por París: visitamos el Louvre, la Torre Eiffel... Ya eran las 8:45 y ya tenía que ir para casa, para llegar a las 9 muy puntual.
- Chicos, yo tengo que ir yendo para casa... --les dije tímidamente, ya que había cortado el buen rollo--.
- Tranquila, Mari. Te acompañaremos a tu portal.
Se lo agradecí. Ya era de noche y, como ya dije, tengo un miedo increíble a la oscuridad.
Con ellos me sentía segura. Segura y alegre.
Llegamos hasta mi portal y me di cuenta de que me había dejado las llaves y el móvil. ¡No podía entrar a casa!
- Mierda... Me he dejado las llaves y el móvil dentro de casa... --dije mientras en mi cabeza una explosión de palabrotas resonaba--.
- Llama al telefonillo a tus padres y ya te abrirán la puerta. --dijo Nino--.
- No hay nadie en casa, mis padres no vuelven hasta las 2 de la mañana. Se han ido a cenar con unos amigos de mi madre...
- ¡Los míos también! --dijo... Él--.
- ¡Entonces podemos ir a cenar a un restaurante! Para no dejaros solos, claro. Pasaré por casa para coger el dinero y avisar a mi madre. ¡Nos vemos en la puerta del insti a las 9.30! --dijo Alya mientras se fue corriendo--.
Nadie le había contestado si podíamos cenar fuera o no. Es muuuuy insistente.
- Bueno pues si ese es el plan, yo también iré a avisar a mi padre y ahora vuelvo. ¡Adiós Mari! ¡Chao tío! --dijo mientras se chocaron los puños y a mi me chocaba las 5--.
- Ya que no tienes adónde ir... Ven a mi casa y esperamos a que sean las 9.30. --dijo mientras me rodeaba el hombro con su brazo y me dedicaba una gran sonrisa--.
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El silencio no es la solución.
Fiksi PenggemarMarinette, una adolescente de 15 años, vive en París y lleva una doble vida: estudiante por el día, superheroína por la noche, se hace llamar Ladybug. Ella no es feliz en el colegio, se meten con ella por ser asiática y sólo tiene dos hombros sobre...