3.
Kimberly
Sonó la campana y entramos a clases. Nos tocaba con el Sr. Peterson, como estaba escrito en la pizarra. Era alto, vestido con una camisa de vestir, corbata y unos vaqueros azules, no parecía pasar de los treinta y cinco años.
-Buenos días chicos, soy Richard Peterson, tengo 33 años y seré su profesor de Literatura y también su profesor guía. –dijo afirmando la edad que le había calculado. –Algunos me conocen, otros no. Y veo que tenemos varias caras nuevas, será mejor que se presenten.
Una chica de pelo rubio alzó la mano.
-¿Si, Señorita Jefferson?
-Yo quería empezar presentándome. Soy Brittany Jefferson, hija de Logan Jefferson, dueño de los hoteles Holiday Inn, aunque eso ya lo saben. –rió presumidamente. – Y también sabrán que…
-Bueno, ¿Quién quiere seguir?- la interrumpió el profesor.
-Yo. –un chico colocho, con ojos celestes habló. –soy Mathew Smith y quería decir…hola. –dijo con una sonrisa tímida.
Se veía amigable. Le hablaría luego.
-Yo quiero seguir. –hablé. –soy Kimberly Anderson. –dije segura.
Y así continuó la clase. Sabía con quienes podría mantener una amistad y con quienes no. Había muchas chicas que, a sus 14 años ya se habían practicado montones de cirugías, usaban toneladas de maquillaje y se vestían como prostitutas.
Era hora del receso, gracias al cielo.
-Muero de hambre, chicas. –gruñí sobándome el estómago. –debemos ir a comer algo.
-Vamos al comedor. De seguro Ángela nos dará algo que comer.
Y así fue. Ángela, la cocinera, nos preparó unos sándwiches de pollo, los mejores que jamás probé. Era muy linda y amable. Nos llevaríamos bien.
-Miren, ¿ese no es el chico lindo que estaba ahora en clase? –mencionó Gaby.
-¿Quién, Mathew? Me parece que sí. –respondí viendo que se encontraba siendo acosado por Brittany.
-Pobre Matt. No creo que se salve de los encantos de esa zorra. –dijo Ally rodando los ojos.
-Ni me lo menciones. –Gaby la apoyó. –Una vez que ella se fija en algún chico, lo corrompe y la siguen como unos putos perros falderos.
-Tan tierno que me pareció. –suspiré decepcionada.
Nos sentamos debajo de un árbol enorme y seguimos contemplando como Brittany trataba de seducir a Mathew. Para nuestra sorpresa, después de un rato, ella se fue molesta, bastante, no estaba acostumbrada a que la rechazaran de ese modo. Apenas se fue, Mathew rodó los ojos y sacó un libro de su mochila y lo empezó a leer.
-Es mío. –declaré. –Lee libros. Así que es mío.
-De acuerdo. –dijeron al unísono.
Reímos juntas. Sin duda las amaba. Ellas llegaron en el momento preciso y me salvaron de muchas cosas. Les debía mi vida.
-Miren quién viene ahí. –susurró Gaby emocionada. –Es Scott Tanner. –suspiró.
No era de otro mundo. Era lindo, sí. Pero no era para tanto. Era alto, pelo lacio y negro, tenía frenillos y ojos color miel. No sabía a qué se debía tanta emoción.
-Te gusta, ¿verdad? –reí
-Sí. –se ruborizó. –Estoy enamorada de él desde el año pasado. Pero es inalcanzable. –su voz se tornó triste. –Está en último grado y es muy popular. Nunca se fijaría en alguien como yo.
-¿Estás hablando en serio? –enarque una ceja.
-Sí, ¿por qué? –frunció el ceño, confundida.
-Tú eres muy linda. Yo creo que si él no se fija en ti, pues es un idiota. Aparte, si tan interesada estás, deberías ir a hablarle de una vez por todas. –dije firme.
-¿Y si me rechaza? –la duda era visible en su mirada.
-¿Y si no? Nada pierdes con intentarlo. –le sonreí. –De hecho, irás a hablarle justo ahora. –dije mientras me levantaba y le tendía la mano.
-¿¡Estás loca!? –me miró como si le hubiera dicho que era una asesina en serie que les cortaba las extremidades a sus víctimas y luego comía sus corazones. Con horror total. –Yo no puedo ir a hablarle.
-Vas a ir, si no te morderé hasta que aceptes. –dije levantándola de un tirón.
Nos acercamos a la entrada del gimnasio, donde estaba Scott y algunos de sus amigos. Podía sentir temblar a Gaby, aunque venía detrás de mí. Ally se había quedado charlando con Jules, un chico que estaba un año por encima de nosotras.
-Kim, no me hagas esto. –Gaby agarró mi brazo con fuerza cuando estábamos a sólo unos metros de llegar.
-Me lo agradecerás luego. –le dediqué una sonrisa pícara, retomando nuestro camino.
Al llegar, se nos quedaron viendo; primero con diversión y después con curiosidad. No tenían idea que hacíamos ahí.
-Hola. Soy Kimberly y ella es mi amiga Gabriela. –volví a verla, y estaba tan roja como un tomate. –Nos gustaría que nos ayudaras en algo. –dije.
-¿Y en qué sería? –preguntó con curiosidad.
-Necesito que me bajes la mochila del árbol que está justo allá. –señale el árbol en el que estábamos hace un momento. –No la podemos alcanzar. –fruncí mi ceño.
-Oh, claro. –sonrió de medio lado.
-Gra…gracias, Scott. –agradeció mi ruborizada amiga.
-De nada, preciosa. –le guiño el ojo y se puso en frente de nosotras.
Le lancé una mirada de “te lo dije” a mi amiga y esta sólo rió nerviosamente.
Caminamos de vuelta al árbol y él nos la alcanzó, ni sabía porque rayos la había puesto ahí, sólo sabía que se encontraba allí.
-Ten. –me tendió la mochila.
-Oh no es mía. –mentí. –Es de Gaby. –la miré cómplice.
-Oh, disculpa. Ten, Gaby. –juraba notar nerviosismo en su voz.
-Muchas gracias, Scott. –sonrió ampliamente mientras tomaba mi mochila.
-Bueno chicas, nos vemos luego. –se fue dejando a Gaby con una estúpida sonrisa en su cara.
-Te odio con mi alma, Kimberly. –me sacó su lengua.
-Sí, sí. Yo lo sé. –dije devolviéndole el gesto.
Se hablarían de nuevo, yo me aseguraría de que eso pasara.
--------
Hola!!!
Feliz Navidad atrasada por 3 días(:
-Rach.