4.Llamadas y Confesiones Inesperadas.

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4.

Kimberly

Mi celular sonó. Me había llegado un mensaje. Antes de sacarlo sabía quién era. Mi madre.

“Hoy no podremos llegar a casa. Llegamos hasta mañana, lo lamento, es urgente. Tus hermanas se quedan con tu tía. Te amo. –Mamá”

No. Hoy no. No el primer día de clases. Marqué el número de mi madre y me contestó al tercer timbre. Necesitaba saber qué rayos estaba pasando.

-¿Aló?

-¿Mamá? ¿Cómo que no van a poder llegar a la casa hoy? ¿Y dónde supones que me voy a quedar? ¿En casa, yo sola? ¿De nuevo? –solté las preguntas todas a la vez, con furia.

-Primero, respira. Segundo, eres lo suficientemente madura para quedarte sola en casa, Kimberly. Y si no te sientes cómoda, pregúntale a la madre de Gaby si te puedes quedar con ellas hoy.

Bufé. Esta señora sabía ponerme los nervios de punta. Lo detestaba.

-Está bien. –estaba furiosa. –Te llamo luego. –no la dejé contestar, sólo le colgué.

-¿Y bien, tan mal estuvo?

-Sí. –rodé mis ojos. -¿Puedo quedarme en tu casa hoy?

-¿Hoy no llegan? –preguntó, ahora comprendiendo la razón de mi furia.

-Exacto. –respiré profundamente. –Nunca están en casa.

-¿Y qué hay de Stephanie y Vanessa?

-Se quedan con mi tía Julia. –suspiré. -¿Y Ally?

-Con Jules.

-Cierto. Vamos por ella.

Joshua

La clase de Historia apesta. El profesor Gómez no sabe explicar bien, aparte su voz es como la de los documentales de Discovery, te da sueño. Me encuentro dibujando líneas en el cuaderno, con el propósito de entretenerme.

Recuerdo a la chica que vi en el patio en la mañana. Era nueva, eso era seguro, porque la hubiera notado antes si no lo fuera. Era muy linda. Vestida con unos pantalones de cuero, botas militares y una camiseta de Red Hot Chilli Peppers, un cabello que llegaba más abajo de su cintura, castaño oscuro y ojos cafés, casi negros. Tal vez era algo común hablando físicamente, pero había algo común en ella que llamó mi atención inmediatamente. Cuando conectamos miradas, recuerdo no haber podido leer nada en ellos, siempre supe cómo saber lo que sentían las otras personas con sólo verlas a los ojos, pero con ella no obtuve nada. Sólo unos grandes ojos cafés que me miraban, sin expresión alguna, analizando cada movimiento y quizás un poco de desprecio y curiosidad a la vez.

-Buenos días muchachos. –la directora Morgan entró a la clase, sacándome de mis pensamientos. –Mario, te necesitamos un momento, dijo dirigiéndose al profesor.

-Ya vengo, chicos. –dijo saliendo de la clase.

Gracias al cielo. Libertad.

-¿Han visto a la chica nueva de segundo grado? –Jackson preguntó, llamando la atención de todos. –Es preciosa.

-Si. –dijeron al unísono Scott, James y Peter.

-No es para tanto, Jack. –mentí, no iba a lanzarme a los tiburones el primer día de clases. –Es sólo linda.

-¡Oh vamos! ¿Acaso estás ciego? ¡Es ardiente!

-Y muy amable. –dijo Scott con suficiencia. –En el receso me habló. Necesitaba ayuda.

Maybe it is...love?Where stories live. Discover now