Parte 2

456 39 2
                                    

"A la duquesa de F.

Reciba en su familia, a petición mía, a una joven de carácter excepcional, que es tan buena como para elegir ser su acompañante en lugar de buscar ser sirvienta. Apresúrese y tómela de los brazos de su

Sarah Wilson".


La duquesa, por cuya amistad con la señora Wilson habría hecho todo lo imaginable, se sintió rebosante de alegría ante tal oportunidad de hacerle un favor a su amiga y, por ello, tras recibir la carta se puso en marcha inmediatamente en dirección al León Rojo, donde llegó esa misma tarde. La duquesa de F. tenía unos cuarenta y cinco años y medio; sus pasiones eran fuertes, sus amistades firmes, y sus enemistades invencibles. Era viuda y tenía una sola hija, que estaba a punto de casarse con un joven de una fortuna considerable.

Tan pronto como la duquesa contempló a nuestra heroína, le echó los brazos alrededor del cuello y le dijo que se encontraba tan contenta con ella, que estaba decidida a que no se separasen ya nunca. Eliza estaba encantada con tal declaración de amistad y, tras despedirse lo más afectuosamente posible de la señora Wilson, a la mañana siguiente acompañó a la dama a su residencia en Surrey.

Con todas las expresiones posibles de respeto, la duquesa se la presentó a Lady Harriet, quien se puso tan contenta con su aparición que le rogó la considerase como una hermana, lo que Eliza, con la mayor condescendencia, prometió hacer.

Al estar el señor Cecil —el amante de Lady Harriet— a menudo con la familia, estaba también a menudo con Eliza. Un enamoramiento mutuo se produjo y Cecil, que lo había declarado el primero, convenció a Eliza para que accediese a una unión privada, la cual era fácil de llevar a cabo, puesto que al estar el mismo capellán de la duquesa muy enamorado de Eliza, estaban seguros de que haría lo que fuese para hacerles un favor.

Estando una velada la duquesa y Lady Harriet comprometidas para asistir a una reunión, ellos aprovecharon la oportunidad de dicha ausencia y fueron casados por el enamorado capellán.

Jane Austen - Henry y ElizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora