• LuHan es un artista de cartón, voz fantástica y un talento para las sonrisas falsas, con una apariencia aparentemente dulce pero una personalidad preocupante, su empresa ya no sabe qué hacer con él.
Oh Sehun es un entusiasta muchacho que ingresa e...
Muy muy recomendando leer con la canción en multimedia.
~•~
"Cada aliento que tomes Cada movimiento que hagas Cada atadura que rompas Cada paso que des Te estaré observando
Cada día Cada palabra que digas Te estaré observando
Oh. ¿No puedes ver que me perteneces? Como duele mi corazón, con cada paso que das.
Cada promesa que rompas..."
— Every breath you take, The police, Cover.
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Corazón agitado, cuerpo tembloroso, ¿cuánto tiempo ha permanecido en esa posición? El frío viento se desliza por la abertura de la ventana e impacta con su desnuda piel, apenas cubierta con poco cuidado con aquella sábana blanca.
Se siente sucio, ultrajado y cualquier emoción positiva hacia LuHan se ha esfumado, se siente decepcionado, temeroso, siente que no tiene escapatoria de aquel infierno al que se enfrenta.
Los pasos se escuchan por el pasillo y anticipándolo, baja la cabeza, clavando la vista en su abdomen con marcas rojas, con rasguños ardiendo por su cuerpo.
— ¿Sehun? — la melodiosa voz de LuHan casi le produce arcadas, porque ésta se oía tan complacida mientras él sentía su mundo derrumbarse a pedazos. — ¿Sigues molesto por lo que pasó?
No le responde, frunce los labios en una línea indispuesto a hablar con él, incapaz de mirarlo a la cara.
— Lo lamento, ¿Si? Lo siento, perdóname. — da cortos pasos hacia el de cabello grisáceo, pero se detiene al notar que se pone tenso. — Se que no debí poner somníferos en tu comida, perdóname.
El menor ríe, pero siente lágrimas deslizarse por su mejilla y alza la cabeza, encontrándose con la figura de LuHan al pie de la cama, con solo una bata cubriendo su cuerpo.
— Era la única manera de que sucediera. — susurra. — Te hubieras negado si te lo pedía, lo sé. — gatea por el colchón, acercándose al cuerpo del menor y sentándose frente a él. — Lo disfrutamos, no es nada de lo que tengamos que arrepentirnos.
— Lo odié.
— Mientes. — gruñe. — Te gustó tanto como a mí, si no hubiera sido así no te habrías corrido dentro de mí, ¿O me equivoco? Si no hubieras querido, te hubieras negado.
— Cuando abrí los ojos, estaba esposado a esta jodida cama, enfermo. — responde, con voz ronca. — ¡Cuando desperté tenía una cinta en la boca y tú estabas encima de mí, no había forma de que me hubiera alejado!
