Se dice que se sirve en un plato frío.
Pero la verdad les puedo asegurar que el cañón de mi arma estaba más caliente que las entrañas del inframundo.
¿Qué lleva a un hombre al punto de la locura total y el ahnelo de la muerte de otro?
Eso es imposible de saberlo.
Cada quién posee un asesino en su interior, esperando a ser liberado.
¿Cuál fue mi motivo? Eso no lo diré, pues no soy una especie de cuenta cuentos.
Pero les aseguro que amaba a mi familia.
A veces uno se pregunta si es satisfactorio, si vale la pena.
Les aseguro que sí.
No hubo nada mejor que ver arrodillado al enemigo de mi vida rogando por su vida.
Con un arma en la sien rogando por piedad.
Pero las cosas no son así amigo. Y todo se paga en esta vida.
Tarde o temprano te diste cuenta que no te saliste con la tuya.
Y yo me di cuenta que la justicia no es nada más que una palabra vaga y sin sentido en esta sociedad.
Lo disfruté mucho.
Vestido de gala, con guantes negros, traje negro y por supuesto, mi arma.
Mi compañero, si tan solo hubieras sabido con quién te metías.
O qué habías hecho con tu vida.
Malgastada, tirada, desperdiciada.
Supongo que para vivir así, prefiero no vivir.
Aunque no sé si eso pensabas mientras esperabas tu destino.
Ni mucho menos me interesa.
Solo eres una rata en una casa elegante, y las ratas, deben morir.
Y no sin dolor, todo lo contrario, caen en trampas por su propia voluntad y avaricia.
Y eso, fue algo que nunca pudiste ver.
¿Cómo se puede estar tan ciego?
Jamás sabré.
Pero lo que importa aquí, es tu final.
Ruega, ruega todo lo que quieras.
Grita si quieres.
En el cuarto del silencio ni el alma puede hablar.
Y así, me despido, viejo amigo.
Disfruta tu viaje, pequeño hijo de puta.
Y disfruta también, la bala que tengo guardada solo para tí.