12 de diciembre 2010.
- ¿Dónde está ____? – preguntó Niall mientras comía un tarro de Nutella a cucharadas. No había visto a la chica desde la mañana anterior y no había querido participar de la barbacoa, o eso había dicho Harry. Le preocupaba, quizás estaba mal. Quizás no quería su visita. Aunque era sencillo comprenderla, encontrarte con tu ex no es nada agradable.
- Debe estar durmiendo. – La excusó su hermano mientras servía algo de café.
- ¿Hasta tan tarde? Son solo las doce y treinta, ya vamos casi a almorzar. – Comentó Liam desde el fondo de la habitación, no había hablado mucho pero estaba al tanto de la conversación.
- No durmió bien anoche, algo la mantuvo inquieta. – Y ese “algo” tenía nombre, un nombre que todos sabían pero nadie quería decir. Él no se encontraba en la habitación, al parecer aun no se había levantado tampoco. ¡Par de flojos!
“¿Quién será ese chico? La verdad no me interesa mucho su nombre, solo quiero volver a ver sus grandes y hermosos ojos, no quiero separarme nunca más de sus brazos…” Que tonta había sido. Sus palabras habían sido ridículas, completamente absurdas. Pero era solo una niña probando el enamoramiento. Lástima que nunca más volvió a vivir esa sensación. O quizás debería agradecerlo. Llevaba dos horas o más, ya había perdido la noción del tiempo, leyendo su antiguo diario personal. Allí había escrito toda su vida desde que tenía doce años hasta que cumplió diecisiete y decidió abandonarlo, pues pensó que era estúpido e infantil seguir haciéndolo, pero hacía unos meses atrás había retomado la labor de escribir cada sentimiento y pensamiento que pasaba por su mente, por más fugaz en insensato que fuese. Lo último que tenía escrito era de la noche anterior. “Mi hermano es un idiota”. Tenía tanto sentimiento, era algo tan profundo. Rió sarcástica y dejó el cuaderno forrado en cuero bajo la cama, simulando ser un libro olvidado, viejo.
- ¿_____? – Y ahí estaba el idiota causante de su inquietud e infortunio. Entró en la habitación y sacudió un poco su cabello antes de sentarse a lado de su pequeña. - ¿Te sientes bien?
- No. – No tenía ni las más mínimas ganas de concentrarse y crear una buena mentira convincente y hacerle creer a toda su familia que detrás de su sonrisa no había nada más que pura felicidad. No solía decir cuando estaba herida o sentía algún sentimiento negativo, era de esas cosas que prefería guardar para escribirlas en su cuaderno, por lo menos sabía que aquel objeto inerte nunca la regañaría.
A pesar de la honestidad y el hecho de que la pequeña ____ nunca estaba mal – o nunca lo reconocía por lo menos – Louis no se sorprendió. Sabía que esto ocurriría. Todo era demasiado predecible.
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- ¡Payne, aquí!
El juego de los chicos era aburrido. Un juego de básquetbol no era lo mismo con tan pocos jugadores y sin una cancha real, grande y con un buen piso. Rodó lo ojos y salió de la habitación, saldría un rato, daría una vuelta por el pueblito, compraría ropa, calzado, quizás algo para comer; la idea era mantener su mente ocupada en algo que no fuese Zayn y el tonto trato que le había ofrecido. Subió a su mini Cooper negro, la primera posesión suya y solo suya. Lo había comprado con el dinero que había ganado trabajando en un campamento aquel verano, su primer trabajo. Su auto era una de las pocas cosas por las cuales se sentía orgullosa.
Llegar al centro urbano del pueblo no le tomaba más de diez minutos, eso era una ventaja. Realmente odiaba los viajes largos en auto, generalmente la mareaban.
Era extraño llegar y ver todo listo para recibir la navidad, lucecitas de colores, escarcha, adornos, hombres disfrazados de Santa Claus fuera de las tiendas. No se había percatado que quedaba tan poco tiempo antes de las festividades, se le habían olvidado por completo. Y ya que estaba allí compraría los regalos para su familia y amigos, no le gustaba mucho bajar al pueblo. Era un lugar de poca población donde todos se conocían, en especial a ella, una de las hijas del hombre más rico de la región y casi uno de los más ricos de Inglaterra. A ____ se le podría llamar un rostro reconocido en la sociedad, otra de las tantas cosas que odiaba…
Por fin había encontrado el regalo perfecto para su hermano, para Harry, Niall y Liam, los de Lottie, Fizzy y las gemelas los compraría luego. Ahora lo que debía buscar era algo para Zayn, mier.da, quizás esto de comprar cosas no fue la mejor de la ideas.
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La mansión estaba vacía y la verdad Zayn tenía algo de miedo. Era una casa grande y apartada además de que una tormenta se avecinaba. Estaba sentado en la cocina maldiciendo a sus “amigos” mentalmente. Solo ellos eran capaces de gastarle una broma así. ¡Se habían ido a Londres! Y no solo se habían ido sin decirle, también le habían dado la semana libre a los empleados. Así que ahora él estaría viviendo solo en una mansión comiendo sándwiches, debería haber tomado las clases de cocina que su mamá le había sugerido.
Un ruido en la puerta de entrada llamó su atención y luego el sonido de algo chocando contra el suelo, como si hubiesen lanzado una caja, algo pesado. Tuvo miedo. No era que no supiera defenderse, pero si era una asaltante seguro que no andaba solo y por mucho que quisiera presumir, Zayn debía reconocer que él no podría con más de un hombre.
Salió silencioso de la cocina y miró hacia el gran recibidor, por debajo de las escaleras. Y vio a aquella mujer que tanto amaba. Al parecer ____ tampoco se había ido. Quizás debería dejar de maldecir a los chicos y darle las gracias en cambio. Ahora por fin comprendía porque su tan repentino viaje a Londres. Querían dejarlos solos, ____ y Zayn, para que nadie los interrumpieran en su reconciliación. Era definitivo, Zayn amaba a los chicos.
Cuando estaba por acercarse a ella, para saludarla o explicarle su nueva situación, un ruido estruendoso se escuchó, como un trueno. Sí, había tormenta. Aunque era compresible pues estaban en pleno invierno y en una zona donde era bastante común esa clase de fenómeno climático. Pero el trueno no fue todo lo que llamó su atención, sino que fue la reacción de ____ ante el ruido. Se tapó los oídos y se arrodilló en el suelo ocultando su cabeza. Estaba llorando. Acaso, ¿le temía a los truenos? Y otro trueno reinó en la habitación haciendo que sus sollozos aumentaran. Cada sonido proveniente de su garganta le desgarraba por el interior. Él sufría diez veces lo que ella, pues ver a la mujer que amas llorar es una imagen nada recomendable.
Zayn la abrazó durante toda la noche y velo por su sueño. La vio dormir, la observó hacer muecas en sus sueños. Acarició su espalda, jugó con su cabello. Hizo todas las cosas que había deseado hacer durante todo el tiempo que estuvo alejado. Solo una cosa no pudo hacer y esa era robarle un beso. La idea había pasado por su cabeza, solo quería un roce de labios, no necesitaba más de cinco segundos. Pero aprovecharse de ella mientras dormía de esa forma no era algo que un caballero como él haría, aunque fuese algo tan inocente como un beso. Luego de horas dándole vuelta al asunto y haber contemplado a la belleza a su lado se durmió abrazado a la mujer con la que tendría que convivir los próximos siete días.
Esa sería la mejor semana de su vida. De eso estaba SEGURO