Capítulo 2: Una inesperada noticia.

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Los días pasaron más rápido de lo que todos esperaban. En éste momento Anubis se encuentra dentro de su habitación relajándose jugando videojuegos luego de llegar de su trabajo de medio tiempo, con una bolsa de papas fritas y una soda a un lado suyo. Han pasado quince días desde que su mejor amigo le confesó que era gay y, por alguna razón, se siente preocupado. No por el hecho de que le moleste tener un amigo que puede que algún día lo mire con otros ojos (aunque cree que sea poco probable), sino que Anubis sabe muy bien cómo es el padre de Zarún: un hombre de carácter fuerte, decidido y vivaz. Anubis siente miedo de que Zan sea rechazado en su hogar. "¿Qué va a hacer Zarún si lo echan de su casa?" "Si lo llegan a ver mal... me pregunto si le puedo ofrecer quedarse en mi casa hasta que se calmen las cosas..." Esas interrogantes pasan constantemente por la mente del ojos cafés, pero decide concentrarse más en su videojuego que en eso ya que no sabe exactamente qué es lo que vaya a pasar cuando su amigo saque ese secreto a la luz ante su familia.

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Es un viernes en la mañana en la casa de Zarún. El muchacho de ojos miel se levanta para comenzar a arreglarse para ir a la escuela, como siempre lo hace.

Pero, al fijarse en el reloj, se da cuenta que faltan más de dos horas para irse. Ésto ya le empieza a molestar, él no es de aquellas personas madrugadoras ni mucho menos pensaba en levantarse a las cinco de la mañana para hacer ejercicios matutinos... La verdad es que algo lo lleva molestando por varios meses... Y es el hecho de que no sabe cómo ''salir del clóset'' hacia su familia. El solo hecho de pensar en ello le atemoriza al grado de darle escalofríos por todo el cuerpo. Zarún se siente solo y pequeño al pensar en todas esas cosas y decide que ya es tiempo de madurar y enfrentar las consecuencias.

El castaño camina por el pasillo y toca una puerta. Nadie contesta. El muchacho entra y ve a su hermana cómodamente dormida dentro de su cama. Zarún se acerca y se sienta a un lado de ella a mirarla por un momento. La joven se voltea entre las cobijas y siente que alguien la observa, despierta bien de su profundo sueño y da un ligero brinco para después dar un pesado suspiro de alivio.

— Dios mio, Zarún, casi me das un infarto. — Dice la joven de cabello y ojos muy parecidos a los de su hermano menor.

— Perdón... — Habla el ojos miel cabizbajo.

— ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? ¿No puedes dormir?

— No...

— Ve a la cocina y prepárate un té. — La muchacha mira el reloj a un lado. — Es bastante temprano ¿qué te picó?

— Nada, es solo que... — El chico se queda callado.

— ¿Qué?

— Nada - Se levanta. — Mejor voy a hacerme el té y veré si puedo dormir al menos una hora.

— No, no, no. — La hermana se levanta y se dirige a él para tomarlo de los hombros y girarlo hacia ella. — Ven acá, dime qué era lo que querías decirme.

— No es nada, Clarisa. En serio, déjalo así.

La muchacha se le queda mirando con duda y se sienta en la cama. — Siéntate a lado mio y cuéntame. ¡No te voy a dejar ir si no me dices, eh! — Clarisa da pequeñas palmaditas a su lado izquierdo en la cama haciéndole saber a Zarún que debe sentarse. Y así lo hace el castaño.

— La verdad es que... no sé por dónde empezar...

— Por el principio, tonto. — Le acaricia la cabeza. — Anda, soy toda oídos. — Sonríe cálidamente.

— Bueno... Umm... — Ríe nerviosamente. — Es algo difícil.

— Entre más tardes en decirlo más feo se sentirá. Es mejor decir las cosas al grano, incluso si son cosas fuertes. Es mejor ir al grano con las cosas para quedar bien en claro y para así tener nuestra consciencia limpia.

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