Capítulo 10: ''¿Por qué?''

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Todo está oscuro, frío, silencioso...

Zarún no sabe dónde se encuentra ni cómo llegó a éste lugar. No hay ninguna señal de vida a su alrededor, no siente a nadie con él. No puede siquiera ver su propia mano frente a él... Por alguna extraña razón, no puede hablar. Abre la boca, intentando preguntar si hay alguien con él en ese lugar desconocido, mas es en vano...

De repente, una pequeña luz comienza a surgir a lo lejos y se logra ver al ojos miel sentado en el suelo, con sus ojos rojos de irritación, mirada cansada y cubierta de ojeras sumamente oscuras. Al alzar su mirada hacia aquella luz que nace a unos metros de él, Zarún intenta levantarse, pero se siente débil, así que sólo se arrodilla y talla sus ojos para poderlos limpiar de unas lágrimas que no puede explicar el por qué están ahí...

Bajo la luz surge una silueta. El muchacho piensa por unos breves segundos que se trata de Anubis, o tal vez de Saúl al ver más detenidamente que se trata de una figura masculina. Pero, al examinarla mejor, se da cuenta que es en realidad un niño tal vez no mayor de 14 años...

Zarún hace todo lo que puede para acercársele y preguntarle en dónde están, cómo llegaron ahí, mas su boca aún no puede pronunciar ninguna palabra, sus piernas están tan débiles que no puede pararse.

Al cabo de unos minutos, la figura en la distancia se da media vuelta y comienza a caminar en dirección opuesta al castaño. Zarún se desespera, se arrastra sobre el piso, suelta en vano palabras inaudibles, da puñetazos al suelo en pura frustración. No puede hacer nada para llamar la atención de ese niño que lentamente se aleja cada vez más y más de él... Zarún siente cómo miles de lágrimas ardientes brotan de sus ya muy irritados ojos, levanta su mano derecha y la estira en dirección al muchacho en un intento de quererlo detener. Mas no tiene éxito alguno...

Zarún está cansado, irritado, frustrado... Tanto ha sido su esfuerzo en entender lo que ocurre, que él mismo se orilló a un punto de quiebre. Su cuerpo exhausto y sin energías pronto colapsa, dando un fuerte golpe contra el suelo a la hora de caer...

Al cabo de unos pocos segundos, el ojos miel despierta dándose cuenta que se encuentra sobre su propia cama. Su pulso es acelerado, su cuerpo cubierto de sudor helado que casi ha empapado por completo su piel... El muchacho se levanta y se dirige enseguida hacia el baño junto con una toalla para poder tomar una ducha. Antes de entrar a la regadera, ve su reflejo en el espejo... Sus ojos están inchados y un poco rojos, como si se hubiera puesto a llorar por horas la noche anterior, pero no recuerda haberlo hecho...

Para desgracia de Zarún ese sueño que acabó de tener ha ido persiguiéndolo por años y desde la primera vez que lo tuvo, hasta la fecha, no ha habido casi ningún cambio en ese raro acontecimiento. Lo más raro aún, es que no sabe aún quién es el niño que siempre aparece, ni mucho menos sabe la razón por la cuál amanece terroríficamente cansado cada que lo sueña... Su mente se plaga de mil y un preguntas sin respuesta al tiempo que enjabona cada parte de su cuerpo para eliminar el sudor e intentar limpiar bien sus ojos con el agua tibia en un intento de corregir su mirada agotada...

Zarún se encuentra ahora sentado en su sofá, frente al televisor. Cambia los canales casi sin ver qué hay en ellos... Se siente desanimado.

Hay algo que le pincha en su pecho, hay algo tan reprimido en su cabeza que a duras penas puede concentrarse en cualquier cosa que haga.

Comienza a deprimirse...

— Mierda... — Dice con una voz pesada y sin duda alguna molesta...

Acto seguido, el muchacho apaga el televisor, se encamina a su recamara, saca una sudadera y se dirige fuera de su departamento con su celular, unos auriculares, su cartera y llaves. Una vez fuera, Zarún sale a la calle para comenzar una caminata larga en un intento de calmar todo aquello que lo agobia e incomoda.

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