1

158 4 2
                                    

Señale con mi dedo índice el tatuaje en mi hombro, suponiendo que el tampoco recordaba su nombre y había comenzado a adoptar el nombre del numero marcado en su cuello.

-¿13? ¿Cómo el número de la mala suerte? ¡Eso mola! ¡Podemos ser 37!-la cantidad de emoción que desprendía el muchacho por instantes me repugno, pero suponiendo que tendría que pasar un rato con el solo le di otro mordisco a mí no tan apetitoso alimento y mire mis pies.

-Quiero una botas.-Me queje, mirando las que el traía puestas. Mis pies se estaban comenzando a congelar y ya había tenido suficiente con no poder mover las piernas como para ahora no sentirlas.

-¡Oh! ¡Claro que las quieres!-se levantó de golpe y avanzo unos pasos, entonces se detuvo y se rasco la nuca.- ¿Vienes o...?-Rodé los ojos y alce un brazo, dándole a entender que debía ayudarme o si no, no llegaríamos a nada.

25 Se acercó dudoso, pero aun así hizo lo que yo le indique y me levanto suelo, tomando mi cadera y dándome el sentimiento de que yo era demasiado bajito a su lado.

-Te llevare al campamento, 4 debe estar ansiosa ya, ella no sabe nunca donde estoy y creo que para ahora debe estar gritando...-dijo algo nervioso.

-¿Cuántos más hay?-pregunte, queriendo saber con cuantas personas tendría que lidiar por el momento, a pesar de que solo debía convivir con 5 de ellos aún no sabía cuántos de ellos estaban en el mismo campamento. EL semblante alegre de 25 se oscureció, delatándolo por completo, entonces antes de que pudiera contestarme me aclare la garganta y lo mire.-Ya lo entiendo.-

25 Sonrió con tristeza, había cosas que no sabía y que debía preguntar, pero él no parecía la persona más estable para contestar mis preguntas por lo que mordí mi lengua y me quede callada mientras lo escuchaba hablar o hacer comentarios llenos de falsa felicidad. Cada emoción en 25 era tan falsa que dolía, pero te hacía sentir por momentos que todo estaba bien y que todo seguiría bien.

El moreno era una persona pacifica de calidez natural y a pesar de todo eso, parecía esconder tantos secretos como el libro en los estante vacíos que jamás has leído y jamás lo harás, porque prefieres que conserve el toque de misterio que le da su título.

Hubo u momento en que corte la conexión de mi cuerpo entero a mis oídos, porque las cosas que salían de la boca de 25 no eran más que sandeces que solo un idiota podría apreciar en un lugar como esto. Entonces comenzó a hablar de las chicas y chicos que había en los cuarteles, pero se separaron por extrañas razones que seguramente yo no comprendería, pero como había dicho antes el no parecía ser la persona indicada para hacerle preguntas por lo que en silencio lo mire mover la boca y solté un gruñido cuando empezó a hacer comentario acerca de cómo 4 estaba locamente enamorada de todos los chicos que veía en el área.

Se detuvo frente a una oxidada puerta de metal y me pregunte como es que la puerta de mi habitación era tan nueva por dentro como por fuera, ese era un detalle que no debía ser omitido por lo que decidí mantenerlo siempre al principio de todo.

-Aquí están los uniformes, ya traes una chaqueta pero...-paro en seco cuando pequeñas gotitas de algo parecido a agua caían en el suelo metálico, y me arrastro hasta el interior de la habitación, obligándome de mala gana a sentarme sobre una de las cajas metálicas donde se acomodaban las botas de montaña.

-No dejes que el agua te toque hasta que amanezca, las sustancias que tiene son toxicas para ti, por ahora. Pero para cuando sea mañana y la lluvia caiga sobre ti, ya no será nada fuera de lo normal.-Alce una ceja, sin necesidad de que yo preguntase alguna cosa 25 volvió a abrir la boca.-No entiendo muy bien aún, a pesar de que ya llevo un rato aquí, se supone que es una especie de toxina que cae y se esparce en el aire. Ahora mismo la estas respirando, y ahora mismo está cambiando tu sangre. Está haciendo que algo se active aquí-apretó su dedo índice en mi pecho, justo sobre el corazón y continuo- tu corazón comienza a bombear algo nuevo, y las cosas cambian.-

-¿Qué cosas?-pregunte, guardando sus palabras en mi mente y repitiéndolas varias veces, no debía permitirme olvidarlas.

-Cosas.-Se encogió de hombros, y lo mire con cara de pocos amigos, el simplemente no acababa de evitar mi pregunta ¿o sí?

Por eso mismo me reprendí por no haber respetado mi regla de no hacerle preguntas a él, y tal vez esperar a conocer a 4 o tal vez esperar a contestarlas por mí mismo.

Las gotas de lluvia dejaron de escucharse, y emprendimos de nuevo el viaje cuando me coloque las botas, esta vez solo me recargue en el cuerpo de 25 un poco y obligue a mi cuerpo a lentamente reaccionar ante las órdenes que trataba de darle.

-¿Por casualidad sabes algo de una misión?-murmuro 25 con la duda en la punta de la lengua, sabía que había algo malo con ese tema ya que apretó l mi muñeca izquierda con algo de brusquedad.

-Se poco igual que tú, sé que me dejaron una carta junto con una nota espeluznante y si tú tienes la misma misión que yo, estaría bastante bien que me dijeras que es la misión 264.-Conteste sintiendo mi voz un poco más fuerte, las cosas estaban comenzando ponerse a mi favor.

-Llevo demasiado tiempo aquí, pero 4 lleva años aquí y no me parece justo que solo nos digan el número de nuestra misión y con cuantas personas debemos de cumplirla.-Por primera vez vi cierto rastro de furia cruzar por la calmada expresión de su rostro.- ¿Tú crees que no olvidaron?-su voz se apagó y ahora en vez de parecer querer golpearme parecía estar a punto de derrumbarse y llorar.- ¿Crees que moriremos aquí?-

-Seguramente.-25 Me miro algo incrédulo, pero seguí con la misma expresión tranquila en el rostro.-Seguramente estamos solos. Seguramente nos olvidaron. Y quizás ya deberíamos estar muertos. Pero no lo estamos...así que... ¿Qué más da?-


Lost *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora