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¡Al shopping...la bendita salida era al shopping!

Ir a un centro comercial, con amigos, augura que vas a gastar plata, más si ese lugar tiene centro de juegos...y me acobardé al momento de usar eso como excusa para cancelar.

En fin, ya no puedo retractarme. Me acerqué al ropero e hice un paneo general de mi ropa; y como siempre terminé poniéndome lo más adecuado al clima y lo que más me gustaba. Estaba bastante fresco, helado para mi gusto debido a lo friolenta que soy. Después de todo, el invierno se acercaba.

Quizá para ellos me vea rara, pero a mi me gusta verme así, me gusta hacer combinaciones locas y extravagantes, que la mayoría de las veces resulta bien.

Ok, solucionado el tema de la ropa, va el maquillaje. Esto me da bastante pereza, pero me gusta lucir bien en las salidas. Un poco de rubor para darme color y no parecer zombie, como solía decir mamá. Máscara para mis pestañas y sombra de ojos para resaltarlos un poco; y labial, porque me gusta como me queda.

El maquillaje que tengo lo heredé de mi madre, y me va a durar un laaaaargo tiempo. Solo me maquillo en ocasiones especiales, las cuales no son muchas, ni gasto tanto en producirme. Me gusta me verme arreglada pero natural...un retoque está bien, pero tampoco pienso pintarme como payaso.

Arreglo mi bolso con más de lo necesario, porque si, soy de las personas que llevan "eso" o "esto" por si acaso.

Me despido de Canela, mi perrita. Me aseguro de haber cerrado todo con cuidado. Sigo el camino de cemento hasta la casa de mi padre, me acerco a su puerta y le aviso que voy a salir. Me pide que no vuelva tarde, que me divierta y me cuide.

Siendo mayor de edad y dado que soy independiente, no le debo explicaciones a mi padre; pero por respeto, como compartimos la misma reja de salida del terreno y dado que vivimos bastante lejos del centro de la ciudad, haciendo escasos los horarios de autobús; lo hago para su tranquilidad.

Tomé el autobús, demoré alrededor de casi una hora en llegar a mi destino. Me encontré con mi mejor amiga, quien me presentó al grupo...

Hombres...eran todos hombres jóvenes y solo una mujer a parte de mi mejor amiga y yo. Si ya me sentía intimidada de conocer gente nueva, el hecho de que hubiese más hombres que mujeres me ponía peor. En cuanto llegó mi otra amiga, me pegué a ella y a mi llamada hermana, que básicamente me obligó a ir.

Entre mujeres nos pusimos a charlar mientras esperábamos que llegaran quienes faltaran. Pude llegar a cruzar algunas palabras con los chicos del grupo, pero siempre precedida por mi amiga o Katy, la chica que acababa de conocer y que podría definirla como dulzura con piernas.

Pasado un rato en que el frío ya nos calaba en lo más hondo de nuestro ser, y que yo empezaba una danza ritual para poder entrar en calor, esperando frente a la enorme y comercial edificación, llegaron un par de chicos. Uno de ellos tenía pelo corto y ondeado, sin llegar a ser rulos, lentes y en estatura un poco más bajo que yo. Su amigo parecía mayor, su altura me sobrepasaba por lejos, ¿quizá un metro ochenta? Su cabello parece nido de pájaros, se parecía al de su amigo pero más alborotado y de ondas más pequeñas. Me reí al pensar que su cabello se veía 'pachoncito'. Otra cosa a destacar era su barba, en corte candado.

Fue lo que pude destacar de ellos en cuanto los vi. Saludaron a todos y rápidamente se pusieron a charlar con los demás muchachos. No hablé demasiado con los recién llegados. Hablé un poco más con el chico de lentes, cuyo nombre es Gabriel, de cosas sin importancia. Su amigo se unió a nuestra charla, cuando entre Gabriel, las chicas y yo, hablábamos de nuestras dotes culinarias y de comida en general. Todo lo que provino de éste chico fue un comentario sobre brownies, luego de cruzar esas palabras y un par de comentarios por parte de nosotras, siguió charlando con los otros chicos en un grupo aparte de conversación al lado del nuestro.

Una vez estuvimos todos reunidos, acudimos al área de juegos que posee el centro comercial. Cuando se llegó al acuerdo de a qué atracción acudiríamos primero, se decidieron por el bowling. Yo pensaba ser una mera espectadora de la diversión ajena, dado que no tenía dinero para pagar, al contrario de los demás. Sin embargo, mi mejor amiga, al notar que no me acercaba a ellos para formar los equipos, vino a mi para ver qué ocurría.

-¿Venís?

-No, no voy a jugar

-¿Por qué no?

-Nena, no tengo ni un peso partido.

-¡Ah! Pero por eso no te preocupes, yo lo pago – finalizó nuestra discusión con esa frase y una amplia sonrisa, esa que siempre la caracterizaba.

Cuando caí en cuenta de lo que ella iba a hacer, ya era tarde. Ella había pagado la cuota de ambas para poder jugar en el bowling. He de admitir que su gesto me conmovió bastante, y una pequeña sonrisa se dibujo en mi rostro... pero la misma desapareció al cruzar un pensamiento fugaz por mi cabeza:

"¿Cómo diablos se juega al Bowling?"

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