Unos cuantos meses pasaron. Adrel había estado tomando clases de lectura con Margareth, empezaron con el alfabeto, luego las sílabas, los números y los pronombres. El chico aprendía desmesuradamente rápido, en tan solo diez días aprendió a leer y escribir palabras complicadas como paralelepípedo, esternocleidomastoideo y arteriosclerosis; cinco días más y ya estaba leyendo a autores como Maquiavelo, Sócrates, Hesíodo, Dickens y Allan Poe. El mundo de la literatura lo había colmado de conocimiento y cultura y la enorme biblioteca a la que había ido anteriormente con Robbie ahora era el lugar que visitaba con más frecuencia y se divertía mucho al leer y aprender sobre las maravillas del universo.
Por recomendación de Margareth, el niño también hojeaba y en ocasiones escudriñaba libros religiosos, en especial la "Santa Biblia" con la que aprendió sobre el Dios al que tanto amaba Margareth, pero de todas aquellas obras eclesiásticas ninguna le interesaba tanto como El Libro de Enoc. Los libros de religión, al igual que los de política, no le eran de mucho interés, pero aquel libro era un tanto diferente, El libro de Enoc seguía un patrón distinto al de la biblia, era incluso más parecido a una historia de fantasía clásica y no era tan molesto. Sin embargo seguía prefiriendo los libros de historia, ficción y poesía.
"Adquirir conocimiento" era la nueva pasión de Adrel. Era todo un prodigio, un niño de su edad con tanto interés en el aprendizaje no era algo muy visto. El niño se dio a conocer en las favelas por su constante necesidad de lecturas, incluso el bibliotecario le concedió un "pase VIP" para acceder a todos los libros que quisiera.
Un niño sobresaliente en verdad, pero sólo él sabía la verdadera razón por la que todo aquello era tan importante "Si quieres encontrar a tu amiga deberás obtener conocimiento" Las palabras de Robbie seguían haciendo eco dentro de su cabeza, al fin y al cabo Adrel seguía siendo un niño que se toma muy en serio lo que le decía un adulto.
De alguna manera Margareth y Robbie lograron convencer al niño de que aún no estaba listo para salir en búsqueda de Sarah. ‹Aun te falta mucho por conocer y descubrir, debes prepararte mejor para salir al mundo tú solo› No sabía si eran sólo excusas o si en verdad no estaba preparado, de todos modos no pensó mucho en eso, simplemente seguía con la lectura hasta que el día de partir llegue.
La Biblioteca Municipal de Hulla era enorme, a Adrel le encantaba ir allí, pasaba horas y horas leyendo mientras disfrutaba del aroma del papel y escuchaba el sonido de las páginas pasando de derecha a izquierda entre sus manos. En un momento en particular se encontraba leyendo Paradiso de la Divina Comedia de Dante Alighieri, una obra magistral que lo mantenía entretenido por varias horas, y así hubiese seguido de no ser por la interrupción de Robbie.
―Adrel, es hora de regresar, llevas mucho tiempo aquí y ya pasan las cinco de la tarde.
―Lo siento, estaba distraído.
―Recuerda que debíamos ir a comprar víveres en el mercado, Margareth se enfadará con nosotros.
Ambos salieron del lugar y se dirigieron directamente a la frutería. Los vistosos colores y los dulces aromas de diferentes frutas inundaban el lugar. Adrel no se cansaba nunca de sentir esos olores. Pero había algo que le incomodaba.
― ¿Alguien nos sigue?
― ¿De qué hablas?
―Me pareció que alguien nos seguía.
―Estamos rodeados de muchas personas ¿Cómo podrías sentir que nos siguen?
―No lo sé, pero lo siento.
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Adrel
ParanormalNunca conoció a sus padres, su única amiga es secuestrada y es acusado de asesinato. Adrel, un niño huérfano con una vida llena de tragedias deberá ir en busca de su mejor amiga a través de muchos lugares desconocidos. Todo se complica cuando el...