Dos siluetas negras se distinguen en la azotea del Orfanato San Ángelo, y las alargadas sombras aparecen el en suelo de la calle, sombras cada vez más tenues a medida que el sol termina de ocultarse. Las farolas de la calle se encienden y una brisa fría se pasea entre los arbustos, produciendo el único sonido que podía escucharse en ese momento.
Desde las alturas, Sarah y Adrel se preparan para su aventura, y el niño, en desconocimiento de lo que su compañera le tenía preparado, tiró de la manga de la camisa de su amiga.
―Sarah, ¿Qué hacemos aquí? Tengo mucho frío.
― ¿Acaso no te lo había dicho? Nuestro golpe de hoy será fuera del Orfanato―. Respondió Sarah al señalar con el dedo hacia una luz que estaba en diagonal a ellos, a la derecha. ―Iremos a la panadería de Peter y tomaremos unas cuantas piezas de sus deliciosos panes azucarados.
―Eso es muy peligroso, Sarah. Alguien podría vernos. Además, nunca hemos salido del Orfanato.
―Tú no has salido del Orfanato, yo sí. Y sé cómo tomar los panes sin que nos descubran. Claro que a esta hora ya deben estar duros pero a mi barriga no le importa.
―Eso es robar, Sarah. Tengo mucho frio y mi nariz está mojada.
―Miedo es lo que tienes, pero también sé que tienes hambre. Sólo serán unos cuantos panes y ya―. Sarah estaba perdiendo un poco la paciencia.
―Está bien, pero sólo unos pocos.
Sarah bajó del lugar por las tuberías de desagüe con una gran facilidad, tanto así que Adrel había quedado convencido de que esa no era la primera vez que ella hacía eso. La siguió con un poco de torpeza y escuchó varias veces a su amiga diciéndole que tuviese más cuidado.
Una vez abajo, cruzaron en cuclillas la calle del frente hacia los arbustos espinosos y secos que cubría la pared lateral mugrienta y desconchada de la panadería y entraron por una pequeña rejilla que dirigía justo a la cocina.
―Dame la bolsa―. Ordenó Sarah.
― ¿Cuál bolsa?
―Te di una bolsa hace unos minutos para que metiéramos los panes.
―Se me quedó en la azotea, lo siento.
Sarah hacia un gran esfuerzo para tolerar las interminables trabas que colocaba su cómplice.
―Bueno, tampoco puedo exigirte tanto sabiendo lo torpe que eres. Busca una bolsa, debe haber alguna tirada por allí.
Adrel vio una bolsa de cuero que estaba cerca de ellos e hiso que Sarah dirigiera su vista hacia ella.
―Tráela, es justo lo que necesitamos. ― dijo Sarah
En un intento fallido por levantar la bolsa, el niño cae hacia atrás y mira a su amiga
―No puedo, es muy pesada.
Sarah se acercó para tomar ella misma la bolsa y notó que en realidad tenía un gran peso dentro, no podía ni arrastrarla. Revisó el contenido de la misma y vio que estaba llena de dinero, joyas, diamantes y billetes de grandes cifras.
― ¿Qué es todo esto, enano?
―Parece dinero―. Respondió Adrel.
―Sé que es dinero, tonto. Pero ¿Qué hace aquí?
Sarah se disponía a tomar un poco del contenido de la bolsa, pero Adrel, cuya atención se había desviado hacia más adentro del local la sacudió por el hombro y le dijo:
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Adrel
ParanormalNunca conoció a sus padres, su única amiga es secuestrada y es acusado de asesinato. Adrel, un niño huérfano con una vida llena de tragedias deberá ir en busca de su mejor amiga a través de muchos lugares desconocidos. Todo se complica cuando el...