¿No te aburres? Llevamos esperando mucho tiempo, creo que tendríamos que irnos... yo ya no quiero seguir viendo a esta gente, y tú tampoco.
Ignoro lo que dice y me concentro en mi móvil. No hay nada interesante, pero lo miro para hacer como si tuviera la suficiente vida social como para estar hablando con alguien. Levanto la cabeza y veo a una señora con el pelo rubio leyendo una revista y delante mía a un chico. Él está mirando a su móvil también, pero creo que está escribiéndole a una persona de verdad.
—Diana Collins, tu turno.
Me levanto, guardo mi móvil en mi mochila y recorro el largo pasillo color café. Cuando llego a la puerta llamo y entro a pesar de no haber escuchado un "adelante" que aprobase mi estancia ahí.
—Buenos días, Diana.
Se amable y saluda.
—Buenos días... sí, eso queda bien, buenos días.
—Por favor, siéntate.
Me acerco a la silla de color negro y me tumbo en ella. Es de cuero y tiene un cojín para poder apoyar la cabeza. Miro a mi psicólogo y observo atentamente como busca una página entre sus notas.
—Bueno Diana… ¿tienes algún nuevo corte?
Me levanto con cuidado la blusa y le enseño una línea que va desde la costilla flotante derecha, hasta el ombligo. Es un corte limpio, preciso… casi perfecto, hecho con un cuquillo de hoja fina y plata.
—¿Solo uno? Vamos mejorando…
—Me he planteado suicidarme... otra vez.
Me mira con los ojos abiertos.
—¿Cómo suicidarte? ¿tirarte por un precipicio? ¿No recuerdas la última vez que lo intentaste?
—Sí, lo recuerdo, pero digamos que si estoy andando por la calle y un coche se me acerca a toda velocidad, no me apartaría.
Apunta algo en su libreta.
¿No te mueres por saber que apunta?
—¿Te has enamorado alguna vez? —Por favor, siéntate.
No contesto, yo solo miro a través de la ventana y observo la gran avenida que hay a pocos metros del edificio. Las típicas calles con gente feliz, tiendas y barrios caros y parisinos. Nada que ver con mi barrio.
—Sí… una vez, pero no fue nada. El amor es una gilipollez. —mi voz suena muy nostálgica
—Cuéntame.
No tienes por qué contárselo.
—No tengo por qué contártelo —dije.
—Ya… —dijo con un hilo de voz y suspiró—. Talvez en otra ocasión, ¿verdad?
—Sí... tal vez....
La hora a terminado y al final he cedido a intentar encontrar algo que me haga feliz —a parte de cortarme—. Ya he atravesado el pasillo y cuando paso por recepción puedo observar como el chico de antes pasa por mi lado y nuestras miradas se conectan. Ambos nos quedamos concentrados en el otro, yo reacciono y sigo mirando al frente, pago la sesión y abandono el lugar.
¿De verdad vas a enamorarte?
—No lo sé… tal vez eso sea lo mejor…
No seas estúpida, ahora ve a tu casa, y enciérrate en tu habitación… yo solo quiero lo mejor para ti, Diana… te van a hacer daño y yo no lo voy a permitir.
—Pero tal vez…
Ni peros ni leches, ahora cállate y vete. Mira bien antes de cruzar.
Suspiro, agarro mi IPhone noséquenúmero, me pungo los cascos y ando hasta la parada del autobús. Me siento en el suelo para esperar a que pase mi línea. De repente comienza a llover. Las gotas comienzan a manchar la pantalla de mi móvil. Antes de que pueda incorporarme mi linea para en la parada y yo me subo, le doy mi tarjeta de autobús y me siento en el lugar más cercano al fondo. La imagen de ese chico me recorre por la mente... ¿quien es?
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In the Shadow {Harry Styles}
Novela Juvenil"Eres un monstruo..." dijo asustada. "Todos lo somos." contestó con una sonrisa y le acarició la mejilla. "Todos menos tú; tú eres un ángel."