Tengo la cabeza apoyada sobre mi mano derecha y golpeo con el lápiz amarillo un libro que tengo delante de mí. Estoy perdida en mi pensamientos y creo que ahora estamos dando como crear una película o algo así, datos importantes y tal, pero mi mente se desvía del tema y no paro de escuchar su voz en mi cabeza. Esa voz ronca que me producía un cosquilleo por las espalda. Esa voz ronca que hacía que divagara en sus ojos coloreados de un verde brillante capaz de derretir el corazón más helado. Esa voz ronca que siempre acompañaba a palabras directas, palabras potentes pero sobre todo, palabras que acompañaban a su mirada encauzadora y llena de misterio.
¡Deja de pensar en él!
Cierro los ojos y vuelvo a reconstruir su imagen en mi cerebro, ignorando completamente todo lo que me dicen las voces.
"La gente piensa que mato a gente. Piensan que soy un asesino, que solo quiero todo el mundo muera"
Esa frase rebota en mi cabeza igual que la pelota de un niño inocente de seis años, jugando con sus amigos, o incluso solo. Riendo y siento feliz, haciendo rebotar miles de veces su balón de color rojo, completamente rojo, mientras que su madre lo vigila y procura que tenga cuidado de que no lance su juguete muy lejos y llegue a algún lugar peligroso donde su niño pueda hacerse daño.
Esa frase hace lo mismo que la pelota del niño, y las voces hacen lo mismo que la madre; me vigilan e intentan que no me haga daño, pero ellas ya lo hacen por si solas.
¿No me has escuchado, Diana? deja de pensar en él, no eres nadie y no creo que él se acuerde ya de ti.
Y entonces me doy cuenta de que es verdad, de que no soy nadie.
Sacudo la cabeza para quitarme todo lo que me ha pasado en el bosque y decido concentrarme en los programas básicos que está explicando Roger, el profesor, y comienzo a entender que, a pesar de que quiera, no soy capaz de controlar mis propios pensamientos, y, por tanto, no puedo concentrarme en nada de lo que dice. Sus palabras entran por mi oído derecho y salen por el izquierdo, como si después de expulsarlas por su boca, no las hubiera dicho nunca. Mi corazón late un poco más deprisa al mirar los labios de Roger y darme cuenta que son iguales que los de él.
¿¡Quieres dejar de pensar en ese estúpido!?
—No... —susurro apenas consciente de lo que digo. Roger para un segundo de explicar, como si hubiera escuchado el fino timbre de mi voz, y vuelve con la explicación si darle mucha importancia al sonido que lo había distraído unos instantes.
Si aguantarlo más, levanto la mano y pido poder ir al baño. Roger asiente sonriente y yo me levanto arrastrando la silla e intentado hacer el menor ruido posible. Escucho murmuros en cuanto agarro el picaporte de la puerta para poder salir del aula y algunas risas agudas. Roger se aclara la garganta y continua con la explicación, yo cierro la puerta y me dirijo al baño más cercano. Ando por los pasillos observando a todas partes y veo que hay un grupo de chicas con bolsos, vaqueros ajustados y figuras perfectas.
Ando más rápido y sin que me vean me meto en el baño y rezo para que no entren para retocarse y demás, pero, una vez más, la suerte no está de mi parte y las chicas comienzan criticar a todas la gente del instituto. Cuentan también todo lo que les ha pasado estos días y cosas así. Yo estoy metida en uno de los baños de la fila derecha y tengo los pies subidos encima del retrete. Me agarro la boca para no comenzar a sollozar. Mis lágrimas quieren salir pero no me puedo permitir llorar aquí y que ellas me vean; no puedo. Lo peor sería que si se enteran de que estoy escuchando todo lo que están diciendo seguramente me agarrarían del pelo y me quemarían con un mechero, o me meterían la cabeza en el retrete más asqueroso. Me cogerían la ropa y me dejarían medio desnuda o simplemente me harían subirme a un tejado y tirarme.
—¿Os habéis enterado de lo que le ha pasado hoy a Heidi? —dice una de las chicas. Me destapo la boca con cuidado y agudizo la oreja para poder escuchar todo lo que dicen con perfecta claridad.
—La chica esa la ha empujado, ¿no? —dice otra de ellas.
—¿No la había quemado con su cigarro? —comenta otra.
—Dicen que se comenzaron a tirar de los pelos. En cualquier caso, está muerta. Heidi, no se quedará sin hacer nada, le van a estar torturando hasta que termine el bachillerato.
Te deseo suerte para esto, Diana.
Me aclaro la garganta y escucho como se van. Sus tacones y sus risas retumban en mi cabeza y no puedo aguantarlo más. Me muerdo el labio inferior hasta notar que me he hecho sangre y las lágrimas resbalan por mi cara, caen al suelo. Me araño todo el cuello y me arde la garganta. Los ojos me pican y seguramente el rímel que me puse esta mañana está esparcido por toda mi cara. Dejo de arañarme el cuello para comenzar a arañarme los brazos. Saco del bolsillo derecho una pastilla que siempre llevo y me la tomo. Cuando noto como va bajando, cierro los ojos y elevo la cabeza, miro al asqueroso techo de este lugar odioso y maléfico. Me encojo de rodillas y apoyo mi cabeza sobre éstas. Observo la puerta que tengo delante y veo una frase puesta con un cúter.
"Skinny bitches"
No puedo evitar sonreír un poco al ver que yo no soy la única persona que está sufriendo o que a sufrido en este infierno también conocido como instituto. Estoy tardando mucho y se van a preguntar que qué estoy haciendo. Coloco mis pies en el suelo y abro la puerta, me acerco a los lavabos y me miro en uno de los espejos. Tengo el rímel corrido, pero no mucho. Mi cuello está completamente rojo, al igual que mis ojos. Abro el grifo y me echo un poco de agua en la cara, con la esperanza de que no se note que he estado llorando. Cojo unos cuantos papeles para poder secarme la cara y vuelvo a mirar al espejo, pero hay alguien. Está en la puerta.
Está apoyado sobre el marco de la puerta. Tiene los brazos entrecruzados y me miran medio sonriendo. Yo me giro con cuidado y le miro algo desconcertada. No entiendo por qué está sonriendo, ¿a caso le gusta ver sufrir a la gente? Su expresión sigue siendo la misma cuando deja esa postura para comenzar a andar hacia mí. Se acerca mucho, a la altura de mi oído y me susurra.
—No mereces llorar, ángel, no mereces sufrir...
__________________________
Bueno, espero que les haya gustado. ¿Podríais votarla y comentar? Por favor, significaría muchísimo para mí, os lo agradezco muchísimo, de verdad. Sería genial que esta novela tuviera más seguidores, aun así, no me puedo quejar, me siento muy agradecida de todas y cada una de las visitas que tiene, pero si votaran y compartiesen ya sería increible. Igualmente, muchas gracias.
Subiré el próximo capítulo cuando tenga 5 votos. Un beso xx.
ESTÁS LEYENDO
In the Shadow {Harry Styles}
Teen Fiction"Eres un monstruo..." dijo asustada. "Todos lo somos." contestó con una sonrisa y le acarició la mejilla. "Todos menos tú; tú eres un ángel."