Epílogo

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Epílogo:

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Epílogo:

Pasé mis sudorosas manos por encima de mi falda, en parte para alisar cualquier arrugar, y en parte para secarlas. No hizo mucha diferencia. Mis nervios no me estaban dejando y sabía que si me quedaba quieta mucho tiempo se podría notar un pequeño temblor recorrerme.

No había podido dormir en toda la noche y mis angustias no hicieron más que aumentar a medida que llegaba la hora de ir al tribunal de menores. Hoy se decidiría si me darían la custodia de Ariana Hayes, la hija de mi mejor amiga.

Durante toda la audiencia había escuchado puntos buenos y malos sobre que yo pudiera hacerme a cargo o no de ella. Yo misma había debatido los puntos en mi cabeza, cuestionándome una y otra vez si estaba haciendo lo correcto. ¿Debería haber buscado una familia como había estado haciendo Aria antes de su muerte? Cada vez que me planteaba la posibilidad sabía que no podía hacerlo. Ver a la pequeña alejarse con otros padres era algo que ni siquiera podía imaginar.

―Lyndie ―llamó Landon que había estado acompañándome junto a Shay desde que la bebé salió del hospital hace pocos meses. La niña se había quedado conmigo mientras se hacía una audiencia para decidir qué sería de su futuro―. ¿Estás lista?

Asentí. Él puso una mano en mi espalda y volvimos a entrar en el juzgado cuando se dio la orden.

Mientras la juez volvía a tomar su posición detrás del podio, las manos de Landon, Shay y las mías se apretaban con más fuerza que nunca. El corazón se iba a salir de mi pecho y luchaba con escuchar las palabras por encima del ruido. No sabía que haría si se dictaba que la niña entraría al sistema.

―Señorita Lyndie Wright ―llamó la mujer con una voz monótona. Yo me levanté, sintiendo mis rodillas temblar―. Usted ha sido considerada como posible tutora de la infante Ariana Hayes desde el fallecimiento de su madre Aria Hayes ―yo asentí, esperando que la mujer no esperase que hablara porque sentía mi boca seca―. He escuchado las partes positivas y negativas de que usted pueda hacerse cargo de la niña.

Yo también lo había hecho y el abogado me había incluso hecho dudar a mí de que fuera conveniente que yo criara una recién nacida.

―Hace poco perdió su trabajo, apenas acaba de graduarse de la universidad comunitaria, solo tiene veintitrés años... ―la mujer siguió enumerando las múltiples razones desfavorables que se habían mencionado durante la audiencia. Mientras más decía, mi corazón latía con más fuerza. No quería perder las esperanzas pero se estaba volviendo difícil.

―He de decir, que a mí también me causa incertidumbre si usted puede ser apta o no para esto ―esas palabras me mataron y cerré mis ojos con fuerza en respuesta. No, no podía imaginar qué podría seguirles. No quería―. Pero también sé que las mismas dudas que tengo respecto a usted serán las que tenga sobre cualquier padre sustituto hasta que demuestren lo contrario.

Mis ojos se abrieron de golpe. Necesitaba mantener viva la esperanza. Me agarraría de un clavo hirviendo si era necesario pero tenía que seguir teniendo esperanzas de que lo que iba a decir me haría volver a casa con mi ahijada. Nunca podría tomar el puesto de Aria. No quería que la niña me llamara mamá porque, aunque mi amiga había estado pensando en otra cosa, ella era su madre. Sin embargo, una vez cuando éramos pequeñas, Aria había sacado el tema de cuando formáramos familias, una sería la madrina de todos los hijos de la otra. Quise cumplir con eso y ahora iba a tomar a la niña como mi ahijada pero cuidarla como si se tratara de mi propia hija.

―Propongo que se le dé plazo de un año en los que será visitada constantemente por la asistente de servicios sociales. Ella me dará un reporte continuo de cómo va el progreso de Ariana Hayes ―continuó la jueza y el corazón saltó en mi pecho pero me contuve de sonreír como una maniática―. Usted posee un nuevo empleo ahora y ya que posee un título podría optar por ejercerlo. Le doy este tiempo para que demuestre que puede ser una buena tutora para Ariana.

Eso era todo lo que podía pedir. Quería asegurarme de que no apartaran a Ariana de mi lado así que me encargaría de hacer lo imposible para ser considerada la mejor tutora del mundo.

La sesión de dio por terminada y salimos del juzgado. Me obligué a mí misma a permanecer en calma hasta que se cerraron las puertas a mis espaldas, entonces dejé salir un chillido de emoción cuando Landon me levantó en sus brazos.

―¡Lo lograste! ―besó mi mejilla después de hacerme girar y luego me dejó en el suelo―. Ariana se quedará contigo.

―¡Sí! ―entonces lo abracé porque necesitaba un contacto con la realidad. Esto se parecía mucho a un sueño―. Yo... sé que es temporal pero...

―Pero vas a lograrlo. Yo me encargaré de ayudarte, ¿de acuerdo?

Asentí porque, como ya había dicho muchas veces antes, confiaba en Landon. Había demostrado desde el principio que estaba ahí para mí y no había fallado ni una sola vez.

―Mira quien viene ahí ―señaló detrás de mí y me giré para ver lo que ya sabía.

Shay se había quedado con Ariana mientras se daba la audiencia pero Landon me había dicho que le enviara un mensaje para traerla tan pronto supimos la decisión de la jueza. Ahora se acercaba con mi pequeño pedazo de esperanza que lucía un precioso vestido verde agua. Había aprendido que ese color me daba suerte así que había esperado un poco para este día.

―¿Cómo está la pequeñita más linda del mundo? ―pregunté con voz de bebé lo cual había aprendido la hacía mover sus manitos con más fuerza.

La niña envolvió su mano alrededor de mi dedo índice y lo apretó. Sus ojos se abrieron, mostrándome el verde que habían tenido los de su madre y yo no pude evitar e inclinarme para darle un sonoro beso en su mejilla.

―Vamos, esto es algo que hay que celebrar ―animó Shay y nos dirigimos a su auto.

La mejor celebración era tener a Ariana en mis brazos pero iba a aceptarlo de todas formas. El simple hecho de que la niña estuviera en mi vida podía ser motivo de celebración todos los días.

Quizás debería empezar a comprar un par de conjuntos verdes, solo para evitar que la suerte y la esperanza abandonen mi vida porque, durante el próximo año, la iba a necesitar.

Entre nadar o hundirse © [LEC #0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora