-Suéteres-

7 2 0
                                    


No sé cuándo tiempo había pasado después de que me acosté en mi recamara. ¿Horas? Tal vez, ¿días? A lo mucho. Solo sabía una cosa, un pensamiento que  martillaba en mi mente a cada momento. Como el ruido de la alarma en la mañana siempre constante.

Amaba a Catherine.

No sabía cuándo ocurrió, o al menos empezó. Solo lo sabía. Como sabía que el cielo era azul y el techo de mi cuarto blanco, yo la amaba. Por alguna razón, todo el tiempo que pase acostado, pensé en ella.
En la maravillosa curva de sus labios, en su cabello rojizo esponjoso que ella odiaba pero yo amaba. En todo.
También había pensado en como seria ahora si no hubiera desaparecido. ¿Estuviera estudiando para algún examen? O mejor ¿Estuviera alado mío mientras viéramos  unas películas? No lo sabía, a veces Cath era impredecible. Pero la verdadera pregunta era ¿Dónde estaba Catherine? No era un secuestro, claramente ya le habrían marcado a Sonia, madre de Cath. Esto no tenía una buena pinta, y por algún momento la idea de que Cath se hubiera escapado rondo en mi cabeza, ¿pero Cath me hubiera dicho, no?

Tampoco sabía cuándo me habría dormido y si en ese punto la pequeña lluvia de mi ojos se habría acabado.

Cuando me desperté, el sol se filtraba por la pequeña ventana a mi izquierda, dando un tono alegre ala habitación de paredes altas y blancas. Desnudas, diría yo. Lo único que las adornada era un poster de una banda llamada Twenty one pilots, que Cath adoraba. Alce la mano y la luz de cálido sol  me rozo, me sentí un poco cálido en algún momento era como si la luz te alegrara. La mantuve ahí por algún momento, sin moverme.

Escuche pasos en el pasillo, que a los segundos se convirtieron en golpes a la puerta.

-Pasa.

Pensaba que era mamá, ya que  no me habría molestado en toda la noche de ayer ni mañana de hoy. Dándome un espacio. Esperaba verla con esa cara diciendo que lo entendía y no me preocupara por nada, vistiendo sus típicos jeans encampanados y suéteres coloridos. Pero me lleve una sorpresa al ver una coleta oscura y unos pequeños y saltones ojos castaños asomarse por la puerta.

-¿Puedo pasar.....?

Mire a Natalie y todo vino a mi mente, como la culpa de no haberla felicitado en su fiesta y haberme comportado como un imbécil. Dejándome caer por lo de Cath. La mire y sonreír sentándome en la colcha azul marino. Tenía una idea para pedirle perdón, una muy buena.

-Por supuesto.

Ella abrió suavemente la puerta, pero antes que llegara a pasar completamente, corrí y la alcance, dándole el más fuerte de los abrazos y alzando la hasta el techo a la pequeña.

-¡Bájame, Maxi!-dijo entre risas y patadas.

-No, hasta que digas que soy el mejor de los hermanos y me perdones.-la abrase mucho más, evitando sus golpes.

-¡Basta!- y río mucho más ya que le empecé a hacer cosquillas-¡Basta!....vale, vale... ¡Eres el mejor hermano del mundo y te perdono!

La baje sonriendo, es lindo tener a una hermana menor.
Nat me miro sin emoción alguna,  su rostro no mostraba emoción alguna y sin pensarlo 2 veces me dio un golpe en la costilla. Auch, si pegaba duro.

-¿Por qué fue eso?

Natalie sonrió maliciosamente y se dio la vuelta, como si no me hubiera escuchado.
Ehhh, no tan lindo.

-Tadeo marcó - dijo parándose en la puerta, poniendo una mano en el marco- Dijo que le llamaras lo más antes que pudieras.

Y se fue, dando brincos, feliz de haberme lastimado.

CatherineWhere stories live. Discover now