Prefacio

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- ¡Kaoda, regresa aquí de inmediato! -Ordenó con su poderosa voz-

Kusho, el gran maestro de la orden Kinkou, presenciaba al primer desertor de su clan luego de doscientos años desde su existencia.

- ¡Kaoda! -Volvió a gritar desde la entrada al enorme templo-

Pero no recibió respuesta, Kaoda, de apenas veinte años y su mejor discípulo, ignoraba a su maestro por una razón, un motivo más importante que la paz de Jonia. Al menos lo era para ella.

- ¿Me prometes que vas a ser el mejor? -Preguntó en tono meloso a un chico más bajo que la peli café-

Ese niño es llamado Zed, un joven de trece años, recibía mimos por parte de Kaoda mientras intentaba controlar el mar de lágrimas que recorría su inocente rostro.

- N-No te vayas. -

Su voz era débil pero clara, la joven ninja pudo sentir como se afligía su corazón al escucharlo. Pero no se le permitía ser débil, en cambio, le regaló al menor de cabellos plateados una hermosa sonrisa que esperaba fuera suficiente para transmitirle su mensaje.

- Zed, desde que te conocí siempre has encontrado la forma de sorprenderme. Día a día has crecido junto a Shen como los niños que siempre he llevado en mi cabeza, pero tú... -

El dedo índice de Kaoda tocó el pecho del niño. Aquel muchacho no soportaba la amabilidad con la que le hablaban, era la despedida. Incluso Kusho mantuvo silencio y su impasible mirada ante el emotivo momento.

- Tú eres mucho más especial, niño tonto. -Hundió más el dedo sobre el pecho para que éste mirara a donde sentía presión-

Era su corazón.

- Siempre estaré a tu lado. -De improvisto se acercó lo suficiente para regalarle un beso en la cabeza- Recuerda eso. -

- ¡No te vayas! -Repitió aunque nunca olvidaría sus palabras- Tengo miedo. -

- Yo también tengo miedo. -

Eso lo sorprendió, incluso su llanto se detuvo en el momento que la mayor se separa unos pasos de su contrario, aún mantenía su sonrisa.

- Afuera del templo descubrirás a... -sus ojos se posaron en él por unos segundos, aún no era tiempo de contárselo- descubrirás muchos peligros, peligros que a mí me harían temblar de miedo. Pero eso es lo de menos, sé que tú le harás frente. Algún día... -

Como último gesto amoroso Kaoda le guiña un ojo con breve sensualidad, solo por molestarlo y como intento de hacerlo reír, no funcionó.

Era momento de irse, la tristeza invadía al muchacho y permanecer ahí solo lo iba a lastimar más. Lo sabía perfectamente.

Del suelo emanó una espesa niebla, Zed la conocía muy bien, pero ese elemento cubrió a la fémina con mucha más rapidez de la que él pudo reaccionar. Antes de mover si quiera un dedo la misma niebla consumió a su hermana, dejando un rostro de polvareda que se llevó la siguiente corriente de viento se llevó el último recuerdo de Kaoda a lo más alto del oscuro cielo hasta que no fuera visible.

Zed guardó silencio, observaba el sitio donde una figura femenina estaba de pie hace cinco segundos. Al igual que lo que estaba viendo, su corazón se sintió inmerso en un dolor indescriptible, como cualquier niño necesitaba desahogarse de esa sensación tan desagradable.

De inmediato dio media vuelta y abandonó a toda velocidad aquel hermoso jardín que nunca había presenciado algo tan triste.

Por suerte para Kusho, solo Shen, su hijo, fue el único que presenció la escena. Pero admiró que el futuro ojo del crepúsculo permaneciera con calma, justo como él hizo.

Corría a través del pasillo que era pobremente iluminado por los faroles que colgaban a ambos lados de las paredes.

Su vista se nublaba, se sentía... cansado. Quería seguir corriendo a más no poder y así creer que escaparía de todo pero su cuerpo cada vez se negaba más a seguir adelante... Algo le faltaba para seguir adelante.

Ese día, algo dentro de Zed murió pero también nació algo mucho más terrible.

..............................

Abre los ojos de inmediato, de nuevo se había quedado dormido. Permaneciendo inmóvil ojeó a su alrededor y todo seguía como siempre.

Se levantó de su trono y caminó a través de la oscura sala hasta asomarse a la ventana más cercana. Era de noche pero raramente la luna, que estaba muy lejos a los ojos de cualquiera, iluminaba su templo brindando un aspecto puro.

Apoyó ambas manos en el alféizar y descansó su mirada sobre un objetivo diminuto en el oscuro y estrellado cielo. Si mal no lo divisaba era el punto a donde se dirigían dos discípulos suyos.

- El Palacio Celestial. -

Zed sabía perfectamente que regresarían, pero no precisamente en el estado que desearía.

Recuerdos Entre Las Sombras  [League Of Legends. Zed X Syndra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora