Capítulo 1:

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Era fines de febrero y el frío y las tormentas habían hecho de la temporada una de las más pobres y solitarias que yo hubiese presenciado. Me la pasaba el día entero repasando las baldosas de los pasillos que lamentablemente volvían a estar inundados de la arena que se encaprichaba en entrar por alguna parte. Si no era la entrada principal eran las ventanas, si no eran las ventanas eran las grietas en la pared, pero el punto era que cada pasillo volvía a estar sucio cada mañana sin necesidad de que un sólo pié pasara por encima de él. Pero no me quejaba, en realidad tampoco me amargaba. Me gustaba el invierno no sólo por el frío y las lloviznas sino también por la tranquilidad que me brindaba la soledad en el hotel viejo de mi padre.
Vivía y me encargaba de él desde su muerte y me encantaba. El hotel era una casona enorme de doce habitaciones, un comedor esplendido, una cocina generosa y un ático lleno de chucherías; con una relación íntima con la puesta de sol y la playa que bañaba mi mirada cada mañana y cada tarde. De hermosas paredes celestes y ventanas blancas era para mí el cielo, pese a que mi hermano solía llamarle la pensión estacionaria. Para él era el último error de mi padre y para mí era el mejor regalo que podía haberme dado. Yo añoraba ver crecer a ese lugar porque ese era el sueño de mi padre y mi dicha era cumplirlo. Estaba aferrado a él desde las entrañas y creía que nada ni nadie tenía lugar en mí. Sin embargo, y como cualquiera pudiese suponer, la vida iba a darme una bofetada. No sé si fue porque realmente la necesitaba o si simplemente a Dios le gusta jugar con nosotros, pero lo cierto es que sucedió.

No eran más de las doce cuando escuché llegar el auto siempre averiado de mi único vecino y que estaba a casi un kilómetro de distancia. Kyuhyun, de enormes y redondos ojos y de bella y generosa boca, se había vuelto el mejor amigo que necesitaba cuando menos me atreví a pedirlo. Lo conocí poco tiempo después de la muerte de papá y en una situación bastante graciosa. Resulta ser que él conocía a mi padre y solían hablar y verse a menudo, y fue así que una noche y luego de haberse enterado de su muerte le resultó no sólo extraño sino totalmente perturbador ver las luces encendidas y mi silueta en la ventana -Creí que era la manifestación en joven de tu padre, por todos los cielos- había alegado cuando entró a la casa a hurtadillas y usando la llave bajo el tapete que incluso yo desconocía. Esa misma noche terminamos a carcajadas y me sacó de hecho la primera risa luego de la tormenta que fue la muerte de papá. Ahora, después de dos años, me visita a menudo y nos hemos vuelto mejores amigos; llegó incluso a confesarme que le resultaba tan imprescindible ahora que estaba divorciado como él me lo resultó cuando estaba solo entre estos pasillos. Nos habíamos vuelto compañeros de vida.

-¿Ya llegó? -Había gritado una vez que había salido del cacharro que él llamaba auto. Yo me asomaba a penas por la galería mientras me arropaba las solapas del abrigo grueso sin botones.

-No, aún no llegó pero no ha de tardar.
La noche anterior había recibido una llamada de algún desconocido solicitando reservar un cuarto. Yo habría deseado poder reír cuando con toda amabilidad preguntó -¿hay algún cuarto disponible?- pero hubiese sido desde luego descortés. En cuanto el verano se esfumaba y la primavera se veía aún lejana las habitaciones quedaban vacías y sólo llegaban por casualidad y buena suerte algún que otro inquilino estacional que llegaba con las nubes grises y desparecía con el claro del sol. Pero la temporada de verano me mantenía lo bastante ocupado como para desear unos meses de tranquilidad en invierno, sin embargo un inquilino jamás era mal recibido, más por la compañía y logro personal que por las ganancias.

-He traído tan sólo un cuarto de más que de costumbre, aquello de necesitar el doble, mi buen amigo, me ha parecido una exageración -Había comentado Kyuhyun mientras acarreaba las bolsas con comida hasta la entrada- O un exceso de confianza -Agregó.

-Yo le llamaría optimismo, mi querido Kyuhyun. Un exceso de optimismo -Aseguré- Sin embargo he de darte la razón, quizás el doble era demasiado. Quizás sólo esté de paso.

Un 28 de febrero, aquí o allá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora