Capítulo 7

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En la mañana siguiente ambos habíamos amanecido mucho más repuestos y sanos, aunque mi estómago era un caos total. Sentía las entrañas contraídas en unos nervios abismales y tan devastadores como cualquiera de los sentimientos que surgían de los efectos nocivos que Hyukjae provocaba en mí. Había aceptado que él me pintara a su antojo, desde luego, y él había dicho que no podía esperar para hacerlo, aunque desde luego aquella tarde cayó preso de la fiebre y durmió la noche entera hasta casi entrado el mediodía. Yo, por el contrario, había despertado tan temprano como siempre.
Recuerdo que estaba en la cocina preparando una bandeja con lo que podía ser bien un desayuno o un almuerzo para Hyukjae cuando escuché la entrada principal abrirse. Supe incluso antes de verlo que se trataba de Kyuhyun, pues no sólo conocía su forma de caminar sino que era él único, además de los inquilinos, que tenía llaves de la entrada. Verlo me había provocado un menjunje de sentimientos que noté recién entonces que había estado suprimiendo en alguna parte de mi mente. En primer lugar había estado preocupado por él y por otro lado, cuando lo ví a los ojos, pensé de inmediato la infidencia para con él de mis recientes descubrimientos. Me sentía atraído por otro hombre, por mi inquilino y lo lógico sería que mi mejor amigo lo supiera; pero yo no estaba preparado aún, así que ese día no dije nada al respecto. Sólo me limité a cruzar el arco que dividía la cocina del vestíbulo y caminar hasta el comienzo de las escaleras donde lo encontré y ambos no estrechamos en un abrazo. Nuestros cuerpos quedaron presos del otro en un abrazo sincero, no sólo porque aún sentía su dolor colarse hasta mis huesos, sino porque genuinamente lo había extrañado muchísimo.

-Lamento no haber ido a verte - le dije.

-No te preocupes - Me contestó él - Sé que has estado ocupado, siempre lo estás, además has ido al mercado a verme. No fuí desde aquel día, pero ya me siento mejor.
Ya no nos abrazábamos, pero nos sosteníamos de los antebrazos, nos dabamos palmadas y de vez en cuando Kyuhyun sobaba mi brazo desde mi hombro hasta abajo. Y no recuerdo cúal de aquellas tres cosas estábamos haciendo cuando Hyukjae bajó por las escaleras. Creo que él no se había dado cuenta de nuestra presencia hasta que estuvo a mitad de camino, pues se detuvo allí y pareció vacilar entre volver a subir o bajar y salir corriendo. Luego miró a Kyuhyun, luego a mí, luego nuestros brazos y nuestras manos y finalmente miró hacia algún otro sitio.

-Hola - Había dicho en un tono extraño y sin esperar una respuesta de nosotros pasó por nuestro lado y caminó hacia la puerta. Allí se detuvo y se volteó - Saldré un momento, estaré en las costas caminando un poco.

Aquella había sido la primera vez que Hyukjae anunciaba a donde iba. Pues solía salir hecho un adolescente rebelde sin decirme a donde iba o cuando iba a volver, y no era que tuvise que hacerlo, claro está. Luego de verlo atravesar la puerta pensé en cuatro posibilidades. En primer lugar, y seguramente la más surrealista de todas mis ideas, pensé que quizás lo decía para hacerme saber que no estaría con Heechul y, fuese su intención o no, el saberlo me hacía sentir especialmente aliviado. Por otro lado, quizás tan improbable como mi primera idea, surgió aquella en la que Hyukjae deseaba dejarme claro que estaba cerca, que podía volver en cualquier momento, entonces me pregunté qué pensaría él de Kyuhyun. Y, finalmente, pensé que tal vez quería que me reuniera con él más tarde en algún sitio de la playa y la idea me fascinó.

Kyuhyun tomó té conmigo, comió galletas, me contó sobre Molly, me dijo que ambos habían vuelto a hablar, que se pidieron disculpas, que bebieron vino y recordaron viejos tiempos y finalmente se despidieron. Yo sólo podía pensar y rogar que aquello no fuese otra de las tácticas de Molly para tener a Kyuhyun comiendo de su mano como un mendigo de rodillas. Pero por otro lado me aliviaba verlo tan repuesto y confortado después de haberlo visto hecho añicos.
Cuando finalmente se marchó yo decidí tomar en cuenta la idea número tres de mi manojo de ocurrencias y cargué, envuelto dentro de un mantel rojo que nunca había usado, una hogaza de pan, un frasco de mermelada de fresa, un plato y un cuchillo, al termo con chocolate caliente lo llevé en las manos, y salí disparado hacia la playa.

Hyukjae no estaba ni remotamente lejos, sino más bien frente a la casa, sentado en la arena que debía estar mojada. Me pregunté vagamente si se había encontrado con Kyuhyun y luego me sentí ridículo por prestarle tanta atención a aquel tema insignificante. Cuando él me vio llegar su rostro había parecido iluminarse y se hizo a un lado como si me hiciera un sitio en la playa inmensa.

- Creí que tendría que rastrear tus pasos sobre la arena antes de encontrarte - Le había dicho y él contestó con una sonrisa.

- ¿Volví demasiado pronto? - Preguntó y por alguna razón su tono me hacía sentir que aquello era algo más que una pregunta.

Sin embargo, yo parpadeé e intenté lucir indiferente - Entonces si te fuiste, creí que te habías quedado aquí - pero no le permití contestar y extendí el mantel para luego acabar ordenando lo que sería nuestro desayuno, aunque yo hubiese bebido yá una taza de té.

Estábamos a la mitad del pan cuando él finalmente se volteó dispuesto a comenzar con sus preguntas. Yo noté como sus ojos se encendían y su mirada se volvía más suspicaz, incluso más profunda. Era excelente analizando a las personas o a cualquier situación que lo rodease y llamase su atención. Él hacía las preguntas apropiadas para conocer el rumbo que lo llevaría a tus secretos, el resto del camino lo trazaba sobre tí tan sólo viéndote. Y a mi me encantaba aunque me hiciese sentir extremadamente vulnerable, pues él quería saberlo todo y yo no hallé nunca un modo que me hiciese callar todo lo que había dentro de mí. Recuerdo que, con el correr del tiempo, solía molestarlo diciéndole que era muy egoísta, pues se servía a su gusto de la privacidad ajena mientras era tan mezquino con la propia, y a él solía molestarle mucho aquella broma y por un tiempo creí que lo ofendía hasta que finalmente comprendí que lo que le molestaba era que lo dejase en evidencia, que descubriese quién era y lo que había dentro de su alma. Por otro lado, con el resto de las cosas él era extremadamente generoso, como si quisiera compensar lo poco que dejaba ir de él con un centenar de favores.

- Kyuhyun es tu mejor amigo, ¿cierto? - me dijo fingiendo indiferencia mientras se metía un trozo de pan untado en mermelada en la boca. Yo sólo asentí sumandome al juego de la indiferencia, sabiendo perfectamente que no lo engañaba ni un poco.
- ¿Y cómo se conocieron?

Adoraba contar esa historia así que me permití contarla con entusiasmo y él parecía divertido oyendome.
- Luego cuando se divorció él me necesitó a su lado como yo lo necesité cuando mi padre murió, y desde entonces somos mejores amigos - Cuando acabé con la historia él lucía pensativo, tenía la mirada en mí y luego en el mar.
Yo lo conocía muy poco en ese entonces, pero con el tiempo comprendería que en ese instante sólo estaba analizandolo todo, tejiendo una rama de conclusiones. Él estaba pensando que, si Kyuhyun se había divorciado, lógicamente había habido un casamiento previo, así que Kyuhyun era heterosexual, porque los casamientos homosexuales no eran válidos en esos años, y en conclusión no había razones para estar celoso; porque yo asumí tiempo después que él sentía celos de mi mejor amigo, no porque Kyuhyun presentase algún peligro, sino porque era celoso en general. Claro, que aquel día yo apenas si lo sospechaba y cada que la idea se atrevía a cruzar por mi cabeza la tachaba como una exceso de optimismo y de confianza.

Cuando acabamos el desayuno, que también nos sirvió de almuerzo, volvimos al hotel y él confesó que antes de bajar había recorrido las habitaciones vacías. Me dijo entre risas que las había visto todas desde la cerradura y yo no pude hacer más que estallar en risas al imaginarlo como un niño metiendo las narices donde no debería.

-Hay uno en especial que me encantó - dijo mientras yo lo seguía con llaves en manos por las escaleras - No me encanta más que el mío, pero creo que es perfecto para la pintura - Y allí estaban de nuevo los nervios irrefrenables y la ansiedad subiendo por mis pies y entumeciendo mi cuerpo hasta el centro del estómago.

Cuando finalmente llegamos y abrí la puerta me encontré con que el cuarto era uno de los más bonitos que había en el hotel. Las paredes eran de un color coral muy claro y el papel tapiz tenía pequeñas flores dibujadas muy separadas la una de la otra. Tenía una ventana amplia y generosa que, a pesar de no tener vista al mar, regalaba un paisaje igualmente hermoso de lo largo de la playa y el muelle creciendo a lo lejos. La luz entraba intensa y el cuarto, en su sencillez, lucía casi mágico. Entendía a la perfección lo que Hyukjae había visto en él.

- Me hace sentir en primavera - Dijo mientras entraba y extendía sus brazos dentro respirando del aire ahogado y, quizás, nutriéndose de la luz que entraba por la ventana. -Aquí tiene que ser - me dijo decidido -Aquí quiero pintarte y tiene que ser ahora -Apenas si me dió tiempo a pensar o recuperarme de la nueva oleada de nerviosismo que me había golpeado con más fuerza, cuando me tomó de la mano y me llevó de vuelta por el pasillo, esta vez hasta su cuarto. Yo no perdí oportunidad de se sentir su piel, sus largos y finos dedos enredarse con los míos.

- Compré ésto para tí - Exclamó levantando con orgullo la bolsa de papel a la que se había aferrado después del paseo. Yo no pude evitar dar pequeños saltitos internos de emoción al saber que por fin sabría que había dentro. - Quiero que lo uses para la pintura, vístete y mientras yo llevaré todo ésto. Ah, y ve descalzo - Él me entregó la bolsa y luego salió cargando el atril, un lienzo blanco y una bolsa de tela llena de manchas de pintura donde supongo que llevaba todo lo demás. Yo me quedé pasmado, sin mucho más que decir y con la bolsa de papel en las manos. Estaba ansioso de ver lo que sea que hubiese dentro porque ciertamente tenía que ser algo excéntrico y no podía imaginar qué. En la tienda de antigüedades había de todo y de todas las épocas menos la nuestra. Cuando saqué lo que había dentro supe que no me equivocaba. Eran dos prendas y, aunque el pantalón oscuro pudiese pasar de ser percibido, la camisa blanca de mangas anchas con el fruncido en los puños y el escote hasta mitad del pecho era ciertamente algo de otro mundo. Era de un estilo victoriano y me pregunté sinceramente si era auténtica, luego me sentí tímido al imaginarme con ella puesta.

Cuando finalmente me vestí, caminé descalzo por el pasillo que se me hizo eterno y mucho más helado de lo que creía. Me asomé despacio y empujé la puerta que se deslizó chillante tras mi mano. Hyukjae no tardó en voltearse hacia mí y yo no tardé en estar temblando bajo su mirada. Sus ojos me recorrían el cuerpo de arriba hasta abajo y viceversa mientras yo tonteaba con la puntilla que traían las mangas.

- Te ves increíble - me dijo volviendo a quedar boquiabierto, luego sus ojos se quedaron prendidos en la parte de mi pecho que la camisa dejaba al descubierto hasta que, luego de unos segundos, estuvieron de nuevo sobre mi rostro - ¿Te gusta a tí? Porque si te sientes incomodo no tiene caso.

Yo, en realidad, no había tenido tiempo de pensar en si me gustaba o no, porque apenas me había atrevido a mirarme. Así que busqué con la mirada el espejo que había en todos y cada uno de los cuartos y me encontré con mi extraño reflejo. El quitarme la ropa me había dejado despeinado y parecía recién levantado de la cama, pero por alguna razón el resultado no acababa de desagradarme lo suficiente como para arreglarlo. Luego me miré los pies asomandose por la botamanga del pantalón que era apretado como los que alguna vez se habían usado en una época más medieval. Y finalmente la camisa. La llevaba metida dentro del pantalón pero era lo bastante larga para acabar volcada al rededor de mi cintura, lucía suelta y fresca al igual que las mangas y, aunque al comienzo había creído que la puntilla estaba de más, ahora me gustaba; y qué decir del escote. Me dejaba el pecho al descubierto y el sol brillaba sobre la unión de mis pectorales. Me gustaba todo, me sentia comodo y atractivo.

-Me gusta - le dije entonces y me volteé hacia él descubriéndome alimentado y nutrido de una confianza que pocas veces había sentido en mí. No era el perfecto Kim Heechul, pero tampoco estaba nada mal. E, inundado de aquel nuevo sentimiento, comencé a caminar hasta quedar sentado sobre una pequeña mesita pegada a la ventana. Sentía como el sol calentaba mi espalda y el viento meneaba mis cabellos, Hyukjae había abierto una de las hojas de la ventana.

-Deberías usar esa ropa a diario, te ves muy atractivo - me había dicho mientras se paraba detrás del atril. Yo aún seguía extasiado de la confianza y el amor propio que corría por mis venas así que sonreí y me atreví a contestarle. - Tu también te ves atractivo tal y como estás - Y él de inmediato desvió la mirada mí. Estaba completamente avergonzado y yo no supe como reaccionar así que sólo reí. Hyukjae era un mejunje de contradicciones y aquello me resultaba extremadamente divertido. Él mismo chico que decía halagos sin parar y que se pasaba horas observando personas mientras las dibujaba y las pintaba, sentía vergüenza al recibir un elogio. -No creí que fueras tan tímido - le dije y lo vi ocultar una sonrisa tras el atril. Entonces tomé nota de que ya había comenzado a pintar. -No lo soy- Me había contestado, pero no me miraba a los ojos y yo sabía que mentía. -¿Por qué eres tímido? ¿No crees que seas atractivo? - Él sólo me miraba segundos y escondía risitas tras su escudo de tela y madera. - Te he dicho que no lo soy - me contestó tan divertido como lo estaba yo. -Entonces levanta la mirada y mírame- Él pareció dudarlo pero rápidamente levantó el mentón y yo encontré su rostro por sobre el atril. Recuerdo que lo miré con intensidad, sintiendo como mi cuerpo se cargaba de adrenalina, nervios y alguna otra cosa abrumadora. Supe de inmediato que aquello último venía de Hyukjae y del hecho de estarlo viendo a los ojos. Yo tragué saliva y él pareció contener la respiración hasta que finalmente logré decir: - Eres hermoso - y entonces él suspiró y parpadeó tardandose unos segundos de más en abrir los ojos, como si mis palabras le hubiesen atravesado el alma del mismo modo que él lo había hecho conmigo. No dijo nada, sólo me miró con aquellos ojos vivos, sonrió un poco y volvió a mirar el lienzo sobre el cual pintaba; pero yo supe aún sin conocerlo que no sólo estaba avergonzado, sino encantado también. -Tú también lo eres- me contestó luego de un minuto que pareció tan eterno que por un instante creí olvidar de lo que hablaba. Pero en cuanto caí en cuenta sonreí. Nos estábamos coqueteando y no me cabía duda. La confianza que anteriormente me había invadido ahora ardía como el fuego dentro de mí, y ebrio de seguridad me sentía capaz de decirle cualquier cosa. Me descubrí deseando que notara cuanto lo deseaba, lo desquiciado que estaba por él y que era capaz de derretirme en sus brazos si él me tomaba en ellos. - Me encantan tus labios - le dije - Y tus ojos, tu piel, tu aroma, la forma en la que dices las cosas... y tus manos, pero eso ya lo sabes. Lo que no sabes es que me perdería viéndolas moverse sobre ese lienzo, sostener ese pincel y hacer arte - Él no dijo nada, sólo se quedó estático un momento. Respiraba muy lento, pero dejaba que el aire le llegase muy profundo en los pulmones y a mi me daba la sensación de que sentía dentro de su pecho el mismo vacío que tenía yo. Estaba intentando llenarlo de aire y yo estaba suplicandole que lo llenara conmigo. Entonces, de pronto, recordé a Heechul y su imagen golpeó el pilar de confianza que había construido y me dejó sobre el piso. Y yo no noté que era tan evidente, pero recuerdo que de pronto la mirada de Hyukjae cambió y él salió con el pincel en mano de detrás del lienzo. -¿Qué sucede? - me había dicho con la voz cargada de un deje de preocupación. Yo fingí que no sucedía nada y lo miré intentando lucir desconcertado. De pronto me sentía tímido, estúpido y ridículo al intentar coquetear con el hombre que tenía delante -Algo te sucede - me dijo él cuando llegó a mi lado; a mi aterró lo mucho que me conocía en tan poco tiempo- Estás encorvado, bajaste el mentón... ¿Qué sucede? - Como no le contesté él se acercó más y se acomodó dejando que una de mis piernas acabase entre las suyas. Estaba tan cerca de mí que sentía el calor de su cuerpo fundirse con el mio y meterse bajo mi piel. - Nunca bajes la mirada - me dijo con la voz suave y serena - Tienes unos hermosos ojos, Donghae - y entonces con el mango del pincel que traía levantó mi mentón hasta que mis labios estuvieron casi a la altura de los suyos. Sentía el corazón latiendo en mis oídos y la sangre correr caliente por mi cuerpo. Hasta la piel me picaba de deseo. Y, mientras todo eso sucedía, la mirada de Hyukjae quemaba sobre la mía y su respiración entraba en mis labios mientras yo me desesperaba por apropiarme de ella, por apropiarme de él completamente.- ¿Qué sucede, Donghae? - susurró contra mis labios y yo supe que ya no se trataba sólo de mí - Dime que sucede entre tú y yo. Dime si es cierto que nos deseamos tanto... - y entonces lo besé.    

Un 28 de febrero, aquí o allá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora