Capítulo 10

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  La primavera llegó envuelta de mi agonía por ver cada amanecer y cada atardecer cernirse sobre el cielo recordando cada instante que los días iban y venían, que el reloj de arena que el destino había volteado aquel 28 de febrero ya tenía una de sus puntas prácticamente vacías. Mientras, yo intentaba detener el tiempo proponiendo planes cada noche en un intento absurdo de prometernos a ambos otra mañana juntos, como si aquello evitara que el tiempo corriese y se escapara entre mis dedos como el agua. Pero lo cierto era que mi pueblo costero se había acabado, ya no existía rincón que no hubiésemos recorrido juntos, ni secretos o historias que Hyukjae no hubiese oído. Mi mente estaba allí casi siempre, perdida en el horizonte incierto que amenazaba a la playa y a mí con llevarse a nuestro bello espíritu. Él único que lograba desprenderme de mi terror demencial por perderlo era él. Pasabamos los días a veces leyendo, a veces cantando, otras tantas nos perdíamos en los confines de la playa y acababamos tan lejos del mundo que solíamos hacer el amor sobre la arena o dentro del mar, perdidos en el otro, en aquel nosotros que habíamos construido. Aprendí de él en tres meses, lo conocí de pies a cabeza, desde su mente hasta su alma y entendí con ello que Hyukjae no era egoísta ni mezquino consigo mismo, él sólo cuidaba del resto del mundo. Su desarraigo tenía razón y motivos, no tenía sentido que alguien supiera más que su nombre, pues al fin y al cabo él se marcharía y ese alguien lo olvidaría. Pero en algún punto yo había sido diferente, quizás él sabía que siempre lo recordaría, que jamás dejaría de amarlo. Y sin embargo, pese a todo, cuando la noche caía y Hyukjae dormía, yo me aferraba a su cuerpo y al miedo que sentía por perderlo. Era tal mi pavor, que aún dormido, solía despertar en cuanto mis brazos se separaban de su cuerpo, entonces Hyukjae solía susurrar para calmarme - Estoy aquí... - y aquello bastaba para llevarme de nuevo al sueño.

La mitad de mi primavera fué una seguidilla de pesares que me hizo temer a las tardes, al sol hundiéndose tras el mar y a la noche llevándose un día más. Eran inútiles mis intentos por olvidarlo todo, por dejar mi mente sumergida en nuestro limbo donde no había horizonte, ni tiempo, ni adiós, tampoco un hasta luego. Sólo él logró apaciguar las pesadillas donde despertaba una mañana sin su cuerpo cálido a mi lado.
Recuerdo aquella tarde, estábamos tumbados en la cama de nuestro paraíso color coral. Nos hallábamos jadeantes, con la piel ardiente, desnudos y envueltos en los brazos del otro. Yo me encontraba sumergido en aquel ensueño al que me llevaba entre besos y palabras dulces, tenía los ojos cerrados y sentía sus mano acariciar mi espalda. Él llevaba callado demasiado tiempo y yo no estaba seguro si se hallaba pensando o sólo disfrutando de nuestro cálido silencio. Luego sus labios besaron mi frente y yo me obligué a mirarlo a los ojos.

-¿Qué piensas del amor? - Me preguntó. Y yo sentí que tenía tantas cosas para decir al respecto que no sabía por dónde empezar.
Sin embargo, con la mente atorada por el centenar de cosas que quería decir, sólo fui capaz de responder con un:

-Creo que es hermoso. Solo miranos - dije y me moví de modo que acabé sobre sus pecho mientras mis piernas se enredaron entre las suyas.

Él suspiró.

-Esto no es el amor - me dijo y frunció el ceño como si mi respuesta hubiese removido en él algún pesar que lo atormentaba -El amor va más allá - me dijo luego y su gesto se suavizó.

Yo estaba cautivado por él, por su rostro, por aquella expresión que ponía cuando estaba a punto de desbordar en filosofía y pensamientos que superaban mis límites intelectuales y culturales. Era hipnótico como hablaba, como dejaba ir todo aquello que pensaba.

-Es una mentira bien contada ésta que dice que el amor se encuentra en una fotografía de ambos delante de una puesta de sol, en un ramo de rosas rojas un 14 de febrero, en un beso bajo la lluvia, en hacer el amor entre sabanas blancas. Es una mentira bien contada el que el amor se encuentre. Donghae, no se encuentra, se siente. Y se siente en un plano tan inmaterial que nada tienen que hacer nuestros sentidos. No importa si nos vemos, si nos tocamos, si nos probamos.... el amor se siente aquí - me dijo y deslizó una mano entre nuestros cuerpos hasta que su dedo índice tocó mi corazón, aunque yo sabía que iba más allá, hablaba de mi alma, de mi espíritu - siempre se sentirá aquí. Y se sentirá de una manera única que jamás nadie podrá explicar, porque no existe nada en la tierra que le de forma al amor, no hay nada con lo cual compararlo. Quien hable del amor acabará recitando una seguidilla de metáforas sin sentido y será tachado de loco, porque nos han contando tantos cuentos donde el amor se encuentra en un Felices para siempre que no podemos comprender que el amor es amor y nada más. El amor para el mundo es un negocio - Sentenció - Y nos han vendidos tantos paradigmas de amores perfectos que ahora tememos amar irracional y ridículamente. El amor no tiene reglas, no tiene modos, no tiene cuentos.... el amor es lo más puro que tenemos, el amor es para todos, no sólo para aquellos que son príncipes y princesas, que pueden verse cada dia, besarse cada noche. Dime - dijo y su mirada me recibió intensa y cargada de una pasión idealista que me hizo admirarlo más de lo que ya lo hacía - Si acaso estuviese a un metro de tí, ¿aún me amarías?

Yo respondí sin dudarlo.
-Claro que lo haría.

-¿Y si estuviese fuera de la habitación donde no pudieses verme ni tocarme, tampoco oírme desde luego?

Sonreí.
-Aún te amaría.

-¿Y si me alejara un kilómetro de tí?

-Te amaría, Hyukjae.
Entonces él se acercó a mi rostro y sus labios estuvieron tan cerca de los míos que sentía su cálido fundirse con el mío dentro de mi boca.

-¿Y si me fuese a cientos, miles, millones de kilómetros?

Yo tomé aire y susurré.

-Te amo, Hyukjae. Siempre te amaré, no importa lo lejos que puedas estar.

Entonces lo entendí. Luego nos besamos.

Aquella tarde lo había cambiado todo. Dejé de tener sueños dentro de los cuales lo perdía, por el contrario despertaba aún entre sus brazos pero seguro de que su alma siempre estaría conmigo. Recibía las tardes entre risas y por las noches me entregaba a su cuerpo y hacíamos el amor como dos dementes, como si aquella pudiese ser la última vez. Ya no le temía al Adiós ni al Hasta luego. Y perderlo ya no significaba tenerlo lejos de mí. El amor era otra cosa, estaba mucho más allá, y yo lo amaba y él a mí.

Las cosas siguieron siendo inevitables, pero ya no importaba, ya no le tenía miedo al tiempo ni al reloj de arena.

Supe que iba a irse a finales de primavera. Estábamos sentados en la arena, en aquel confín dentro del cual el mar se volvía salvaje. Aquella tarde, sin embargo, las olas llegaban hasta nuestros pies descalzos como suaves caricias de una playa que ya se lamentaba la partida de su fiel amante. Parecía despedirse, incluso el viento soplaba cálido, como si el cielo quisiera besarlo. Recuerdo que lo supe cuando lo encontré con la mirada perdida en el horizonte, luego entendí que observaba a la manada de pájaros que volaban hacia algún sitio. Él era un ave añorando volar, y yo lo imaginé revoloteando en una jaula que luego eran mis brazos. Hyukjae seguía siendo mi bello pájaro y yo aquel sauce aferrado al suelo. Me había enamorado de él y de sus alas, ¿cómo habría podido impedirle volar?

Recuerdo que él me encontró con mis ojos puestos en su bonito rostro y sonrió. Él sabía lo que yo pensaba, sabía que la sonrisa de mis labios era un suave: - Ve, mi vida, vuela y se feliz.
Nos besamos sin ninguna prisa, como si por primera vez tuviésemos tiempo y un Para siempre esperándonos al final del día. Luego nos quedamos allí, pegados el uno al otro, dejando que el viento nos envolviera y el mar nos dejara ir, como una balsa a la deriva, hasta nuestro limbo donde sólo éramos él y yo.

-Dime, Donghae - Me dijo mientras me estrechaba con más fuerza entre sus brazos - ¿Sabes que te amo?

Yo sonreí y le besé el mentón - Claro que lo sé.

- Sólo quería estar seguro de que lo supieras - me contestó divertido y buscó mis labios para besarme - también quiero que sepas que siempre te amaré. Nunca lo olvides - susurró.

Yo no pude hacer más que sentir aquella paz que el tenerlo me producía, y aquello iba más allá de tenerlo junto a mí, yo sentía que su alma se mecía entre los brazos de la mía.

-Nunca lo olvidaré -Le contesté- Tampoco olvides que te amo, que siempre lo haré.

Luego nos besamos una vez más y nos perdimos en el otro sin esperar hallarnos en ningún destino.

-Dime, ¿a qué lugar te gustaría viajar? - me preguntó cuando nuestros labios se atrevieron a separarse.

Yo respondí casi sin pensar.
-Italia, allí es donde me gustaría ir.

Entonces él me miró con aquella pasión, con esa intensidad propia de sus ojos.

-Entonces volvamos a encontrarnos en Italia, algún otro 28 de febrero. Sólo dí que sí.

-Sí, algún otro 28 de febrero...

En la madrugada del día siguiente, él se marchó.

No lo he visto desde entonces, sólo la playa me trae recuerdos cuando llueve, cuando el mar arrastra hasta mis costas objetos que estoy seguro que le encantarían. Sólo el viento me susurra su nombre, sólo el frío me besa las mejillas recordando que él alguna vez me ha besado. Sólo tengo su recuerdo desgravado de mi piel, de mis labios; sólo tengo su alma besando la mía, susurrandole aquellas promesas de encuentros cósmicos en otras vidas.
Lo he extrañado, desde luego, y aún lo hago. Pero duermo cada noche lejos de él y a su lado. Lo amo, siempre lo haré, entregado a la inmaterialidad a la que el mismo amor que nos confinó algún día. Y no, quizás no hay un Juntos para siempre, quizás no hay un beso al final del cuento, pero así es el amor a veces.

Y ya no hay recuerdos que contar, él no ha vuelto desde aquel día. Así que sólo me basta decir dos cosas...
En primer lugar, amen. Amen ajenos al amor que han visto en libros, cuentos y en el cine. Amen sin oír lo que la gente tenga que decir sobre el amor.
Reivindiquemos el amar sin restricciones, el amor ridículo, sin sentido. Reivindiquemos el amar sin ser correspondidos, el amar sin reglas, el amar sin besos, el amor a distancia. Volvamos a amar sabiendo que sólo se trata de sentir, que el amor es de todos, que el amor es así.
Amen y no le tengan miedo al imposible.

Sólo amen...


Y en segundo lugar, déjenme decir sencillamente: Italia es un lugar hermoso y hoy es un precioso 28 de febrero. 

Un 28 de febrero, aquí o allá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora