Era un lunes por la tarde, y ambos saliamos del colegio. Ibamos caminando por el centro de la ciudad, y yo solo atinaba a mirar el paisaje. No quería verlo a los ojos, porque podría notar mi tristeza. Mi torpe, y estúpida tristeza.
Justin mientras caminaba y miraba vidrieras a mi lado, entre risas me propuso...
—Oye, el sábado tengo un torneo de fútbol, ¿quieres venir? Ya sabes...—Dice él tratando de buscar una palabra extraña o solo llenar la frase.
—Me encantaría, pero ¿"ella" no va? —Haciendo un gesto de desilución, pero siempre tratando de que no se entere de mi desagrado.
—No, no puede. Y por eso te digo a vos.
—¡Ah, claro!, ¿yo soy la segunda opción ahora?— Lo golpéo suavemente en el brazo y nos reímos juntos.
—Bueno, pero ¿vas a ir? sería genial tenerte ahí, sabes que me pongo muy nervioso.
—¿Acaso no es obvio? Por supuesto que voy. No me lo perdería por nada.
—Genial, vamos a pasar tiempo juntos, como los viejos tiempos. —Soltándo una risa confortadora.
—¿Qué rayos? ya estamos pasando tiempo juntos. Gracias por ir a recogerme al colegio. Pensé que tenías que verte con... bueno, pues.. —Bajando la mirada y no queriendo nombrarla.
—Ella no puede. Sale del colegio mas tarde, además, ya sabes, andamos mal.— Trata de disimular mirando hacia otro lado.
—Quiero lo mejor para vos, me cuesta verte así, idiota.
—Lo sé, pero la amo, y a la vez es muy histérica. No la entiendo a veces. —Sonriéndole al piso.
—Bueno, sabes que me tenes acá todas las veces que quieras. Aunque me cuentes anécdotas aburridas de tus partidos.— Digo riendo, y lo hago reír a él tambien.
—Gracias, idiota, —me despeina un poco pero con dulzura.—Vamos que se hace tarde.
—¿Tarde?, todavia no me compraste la gaseosa que me debías.
—Ah, cierto, pues vamos al kiosco de siempre, no voy a permitirme comprar en otro lugar.—Ríe con alegría verdadera olvidando de alguna forma todo lo malo que lo atormentaba.