Llegué a la parada del autobús tipo ocho de la mañana. Rayos, era muy temprano y encima sábado. "¿Qué hago aquí?", me preguntaba a cada rato refregándome los ojos.
Tenía mi mochila violeta al hombro con todas porquerías adentro. Estaba aún dormida, era la verdad.
Buscaba a Justin por todos lados, y lo ví allí sentado, con su perfección a flor de piel.
Sentado en la vereda, con los pies en la calle, y su mochila sobre sus espaldas. Me miró y caminó hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja. No parecía dormido, estaba muy lúcido para la hora que era.
—Te ves un poco dormida.—Dice entre risas.
—Mira todo lo que hago por vos, espero que al menos ganes el partido.— Refregándome los ojos nuevamente.
—Eso espero, y mas si tú me vas a alentar. Trajiste los carteles, ¿no?— Dice mirando mi mochila.
—Creo que si. Los estuve haciendo toda la noche, por eso estoy así.—Lanzando una risita.
Los dos nos quedamos hablando por un rato mas, y la conversación se cortó bruscamente cuando la bocina del micro sonó delante de nosotros.
Nos subimos al micro, el cual estaba repleto de los compañeros de equipo de Justin y él los saluda a cada uno con un saludo de manos.
Yo estaba media tímida, y solo atine a elegir los asientos.
Justin se sentó al lado mío pero del lado del pasillo, mientras yo me sentía privilegiada tomando el asiento del lado de la ventanilla.
Hicimos chistes todo el viaje.
El profesor de entrenamiento del equipo me miraba mal todo el tiempo, y no sabía por que.
Tal vez porque era la única chica metida ahí, en el medio de 20 varones. O solo porque distraía a Justin haciendo estupideces.
—Ya estamos llegando.—Grita Alan, cuando vemos en el horizonte el gran estadio del club al que íbamos.
Casi tres horas de viaje tendrían que valer la pena, y así fue cuando ante mis ojos se abrió paso el gran club que para mí y para Justin simplemente era hermoso.
—¿Estas nervioso?— Le digo susurrándole.
—Para nada.—Me responde él mirando al frente y suspirando.
En ese instante hago algo de lo que verdaderamente no me arrepiento, pero creo que con eso logré espantar a Justin en ese momento, o capaz que era lo que necesitaba.
Su mano estaba apoyada sobre el descansa-brazos, y yo la tomo y la aprieto fuerte, tratando de hacer algo que no estoy muy segura de lo que era.
Justin siente el calor de mi mano sobre la suya y mira desentendido, pero a la vez sonríe. Eso me reconfortó, y me hizo sonreír a mi también.
—Todo va a estar bien, este partido ya lo tienen ganado.—Le digo aún teniendo mi mano sobre la suya, no queriendo soltarla nunca.
—Es genial tenerte acá. Gracias.—Aún con su sonrisa en el rostro, de alguna manera trata de zafarse y saca su mano de sobre la mía. Era obvio que no se sentía cómodo. Y entendí que nunca mas tendría que volver a hacerlo.