9. Aljama

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Después de seguir a la pareja llegamos a una sala iluminada tenuemente bajo una docena de velas, posicionadas en los enclaves justos para proporcionarnos la luz necesaria.

Me senté en una esquina de la alargada mesa, elaborada con largos listones de madera bien trabajados, aguardé mientras Curro y Sarah no paraban de hablar de, sinceramente no sabía de qué en realidad, solo podía pensar en cuanto tardarían en traernos la cena estaba realmente famélica como para seguir la conversación. Solo con observar las miradas, creo que lascivas, me sobraba para percatarme de que estaban reavivando la llama de lo que un día tuvieron.

Aún absorta, entraron un par de sirvientes a colocarnos un plato y un cubierto a cada uno. Poco después entró otro sirviente con una bandeja de carne guisada. Seguí la bandeja con la mirada, era como observar el mayor de los tesoros, para mí en ese momento, claro. Pero aun así intenté mantener mis modeles. Poco duraron, una vez me sirvieron, mis modales cayeron al nivel de un vagabundo. Pues que era yo, más que una errante vagabunda. No iba a molestarme a comportarme como algo que ya no soy. Me sirvo un segundo plato, dedicándole una sonrisa a modo de disculpa por mis modales a Sarah, que me observaba con incredibilidad. Disfrute del segundo plato y del tercero, paré ya que sabía que si seguía me sentiría mal.

Sarah al percatarse que por fin había terminado llamó a Abraham, el sirviente que nos trajo las bandejas.

- Abraham por favor guía a Soledad a sus aposentos.

Mientras me levantaba y les deseaba una buena noche tanto a Sarah como a Curro, me guiaban hacia el piso superior.

Mientras Curro y Sarah seguían conversando en la sala.

- Por fin, podemos hablar sinceramente sin oídos indiscretos.

- Cierto Sarah, no es fácil ser sincero rodeado de una desconocida.

- Y, ¿por qué presiento que aun así no serás totalmente sincero?

- Por qué aun no me has hecho ninguna pregunta Sarah. -Dijo Curro con una gran sonrisa.

- Creo que aún no te he mostrado mis condolencias por la muerte de tu familia.

- Sé que tu familia lamenta la pérdida de tan buenos amigos, Sarah. -Confesó mientras cambiaba el semblante y los recuerdos lo invadían.

- Podrías haberte refugiado en mi casa, mi padre te habría mantenido a salvo.

- ¿Y poner en el punto de mira del rey también a tu familia?, debía desaparecer o sino vería como las personas que me importan sufrirían el mismo final que mi familia.

Tras un largo y significativo silencio Curro se levantó de su asiento, dejando atrás un plato de carne frío.

Aunque famélico al igual que Soledad, el apetito se había esfumado cuando se rencontró con Sarah.

Aún en silencio Sarah le condujo hacia uno de los aposentos reservados para los invitados en el piso inferior de la casa.

- Espero que la habitación sea de tu agrado, espero poder seguir conservando mañana, hay muchas cosas de las que aún tenemos que hablar Curro. Por cierto, mañana regresa mi padre, almorzaremos con él mañana, se alegrará de verte.

Curro se despide de Sarah con un simple gesto, su paz en la amplia habitación duraría poco ya que a los pocos minutos un sirviente llamó a la puerta ofreciéndoles aseo, el cual Curro aceptó sin dudar.

Soledad dirigida por un par de sirvientas, de las cuales todavía no conocía su nombre, le habían preparado una tinaja con agua fría. Mientras estaba sumergida en el agua tiritando una sirvienta le arreglaba el pelo. Mientras la miraban con recelo y congojo por la presencia que presentaba.

Trébol (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora