1. Sosiego.

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Desde hacía un par de horas algo nublaba los pensamientos del japonés.

E incluso pese la inmensa paz bajo la cual se sumía en ese momento, su mente no paraba de divagar entre la trivial conversación que había tenido en la mañana. Sin embargo, su rostro no muestra expresión alguna, con la vista al frente y a su vez perdida.

Entonces en su momento favorito del día, allí sentado en el césped bajo la sombra de un árbol a la hora del receso, escuchando el murmullo de la muchedumbre y mirando con ligero desinterés al resto de los estudiantes, donde se supone estaría más centrado que nunca, su mente no paraba de reproducir aquella pequeña escena en su mente como si de una película se tratase.

Su mirada café baja hasta la persona recostada en sus piernas, haciendo que sus labios se curvaran en una pequeña sonrisa cargada de cariño. Aquel griego de expresión somnolienta, la cual se veía especialmente calmada en ese momento.

Entonces los diálogos se repiten en su mente una vez más.

Aquél día Feliciano había llegado más tarde de lo usual, casi treinta minutos después de cuando se suponía empezara la clase, a la hora de entrar lo hizo corriendo agitado, pidiendo disculpas sin siquiera inspeccionar el aula de clases, todo para que, cuando subió la mirada darse cuenta de que el mismo estaba vacío, a excepción de su amigo japonés.

El italiano no dudó en soltar un largo suspiro de desgano, mientras caminaba hasta su amigo, asumiendo, correctamente, que aquél día probablemente el profesor no había asistido a clases y mientras el resto de sus compañeros habían optado por salir, su asiático y poco sociable amigo había visto más tentadora la opción de quedarse dentro del salón de clases.

Sin nada para decir, tomó el asiento al lado del japonés, dejando caer su rostro y compostura en el escritorio, mientras unas profundas ojeras se daban a relucir en su rostro.

Kiku, alarmado, no estaba muy seguro de cómo preguntar aquello, pero finalmente expresó su preocupación...

—¿Te sientes bien?

Si, quizá era muy pregunta muy obvia, pero en su momento fue lo mejor que pudo decir.

Mientras, el italiano simplemente se limitó a voltear a verlo, aún con el rostro pegado a la mesa, ahora con una pequeña sonrisa de desgano.

—No mucho... Tuve una pequeña discusión con Luddy y parece que esta vez se enojó ve~

—¿Fue grave?

El italiano soltó una pequeña risita.

—¡No, no! Son cosas de pareja—Y es que desde hace un par de meses ambos habían estado saliendo oficialmente, cosa de la cual a veces el pequeño italiano presumía demasiado, pero no se le podía culpar—, seguramente tú y Heracles han discutido alguna vez.

Fue cuando el japonés dio su mejor cara de desconcierto, negando con la cabeza.

Entonces Feliciano devolvió la expresión de extrañeza.

—¿Ni una sola vez?—frunció un poco el ceño.

—No...

—¿Ni siquiera una pequeña discusión?

—No.

—¿Nada, nada?

—En absoluto—dijo con seriedad, acompañada de una expresión congelada.

El italiano pareció pensarlo un poco, soltando un pequeño "hummm..."

—¡Pero si ustedes tienen más de medio año juntos! ¡Eso no es posible ve~!

Una y mil veces. (Giripan)Where stories live. Discover now