- A veces quizás es mejor hablar las cosas en persona, Liam – opiné mientras secaba mis lagrimas que mi novio… Disculpen, ex novio no podía ver.
- ______, da igual si te lo digo a la cara o no. Tendrías la misma reacción o yo tendría la misma reacción y te lo diría de la misma manera que te lo digo por acá – dijo con frialdad. Supongo que luego de este episodio mis sospechas de que tuviera a “otra” se confirmaban.
- Está bien Liam, cómo quieras – intenté sonar fuerte, pero rápidamente se quebró mi voz mostrando al chico que amaba que estaba destrozada – De todas maneras gracias por los momentos
- No vengas con eso, ______ no me interesa si te hice feliz, si estás triste. No me interesa nada de ti ahora. Si nos llegamos a ver haré como si no existieras, te pido que hagas lo mismo conmigo. – pidió dejándome completamente helada, es decir, ¿me pedía luego de 1 año de relación que hiciera cómo si no existiera? Claro, está loco.
- Liam por favor, no te comportes así, yo… te amo – susurré de manera casi inaudible
- ¿Amar?, por favor – bufó – no sabes que es amar.
- ¿Y tú sí?
- ¡Claro! – Aseguró – pero no lo viví junto a ti. Es más, nunca te amé
- No mientas – pedí lloriqueando
- Es verdad ______, puede que sea la primera vez que te digo algo verdadero. Nunca te quise y nunca lo haré
- Vete al demonio – y sin esperar respuesta colgué. No podía creer que estaba pasando, Liam… Liam Payne, ese chico que me había prometido no hacerme daño me lastimaba de tal manera que sentía como si mi mundo se derrumbara. Caminé rápidamente al baño que se encontraba frente a mi habitación. Busqué de forma desesperada la cuchilla que estaba escondida para que mis amigos no la vieran. Me miré al espejo y llorando enterré el frío metal en mi brazo. Una, dos, tres y así seguía sentada junto a la bañera viendo como la sangre corría por mi delgado brazo. Cuando creí que fue suficiente me tapé con la manga de mi suéter y salí hacia mi habitación. Necesitaba compañía, mis padres no estaban en la lista. Cómo era costumbre estaban en uno de esos viajes de 4 meses o más a un país desconocido por la humanidad descubriendo quien sabe qué cosa. Liam tampoco estaba en la lista, era el por quien hacía esto. Harry, enseguida se me vino la imagen de mi amigo a la cabeza.
Con las pocas fuerzas que me quedaban lo llamé
- ¿______? ¿Qué sucede? ¿Estás bien? ¿Por qué me llamas a esta hora? ¿Necesitas algo? – me fue inevitable no soltar lágrimas lo que el notó por el sonido que hizo mi nariz en intento de contener los mocos. - ¿Quieres que vaya? –dedujo rápidamente
- Por favor – pedí y rápidamente se cortó la llamada. Esperé unos 5 minutos cuando sentí que el ventanal del patio trasero se abría. Acostada en mí cama tenía la mirada fija en la puerta, esperando a que mi mejor amigo apareciera por esta.
Sus rizos hicieron acto de presencia a lo que me sentí más relajada. O intentando sentirme más relajada entro y sin preguntar nada me abrazó
- Debes estar tranquila, estoy acá contigo. No llores – y a los segundos de escuchar esas palabras exploté, tal cual como un niño llora cuando se cae o le quitan un nuevo juguete. – Por favor, deja de llorar – pidió. Intenté hacer el esfuerzo que fue en vano. Al recordar las frías palabras de Liam volvía a llorar como si el mundo se fuera a acabar. “no me interesa si te hice feliz, si estás triste. No me interesa nada de ti ahora.”
Estuvimos abrazados unos minutos más hasta que mi respiración se calmara. Sin embargo Harry seguía haciéndome saber que estaba para mí.
- ¿Me dirás lo que pasó?
- No creo que pueda sin ponerme a llorar – aseguré. Tomó mi mentón y me hizo mirarlo, mientras limpiaba mis lágrimas con su pulgar me sonreía tiernamente
- Para eso estoy – murmuró – para estar contigo e intentar entender cuando estés en estas crisis – ambos reímos pero mi felicidad claramente no llegó a mis ojos, lo que notó – Anda ______, dime que sucedió – insistió
- Liam… -susurré
- Liam… ¿qué? ¿Te hizo daño? – gruñó y frunció el ceño
- ¿Qué crees?
- Está frito – advirtió mientras sus brazos me apretaban por la tensión que sentía.
- No Harry – pedí – yo… Quiero saber algo – confesé.
- Dime, no sé si se irá de viaje o algo – intentó adivinar
- No es eso
- Entonces dime
- Sabes si el… Ya sabes, ¿Tenía a otra? – dudé. La cara del chico se volvió blanca como un papel, y sus ojos se desorbitaron notoriamente.