6. Decididamente andaré a ti

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—Mi nombre es Eren Je... Pixis, Pixis... siempre confundo mi apellido —aclaró sonriendo de nerviosa manera después de casi revelar su identidad al azabache de ojos oscuros que ahora estaba justo a su lado. 

Eren había buscado sentarse junto a él.

—Lo había escuchado —dijo el joven sin voltear a mirarle. 

Eren sonrió. De alguna manera estaba feliz de estar tan cerca de ese desconocido que sentía conocer demasiado bien. Pero el otro joven no se veía entusiasta con estar cerca de él. 

Igual no se desanimaría. Eren no se daba fácil por vencido, estaba tan acostumbrado a tener todo que no desistiría de amistar con ese apático chico.

—Sí, eso creo... —Sonrió—. Pero me presenté a ti para que tú te presentaras conmigo —informó el castaño y el moreno suspiró.

—Rivaille Akerman —dijo el azabache luego de un rato de silencio, aún sin mirarle. 

Rivaille se dedicó a mirar al frente y tomar notas, ignorando los comentarios que hacía el ojiverde de absolutamente todo. Ese chico parlanchín hablaba hasta del clima, y eso le estaba molestando.

»¿No te puedes callar? —preguntó Rivaille en un susurro molesto—, estamos en clase —advirtió sintiendo un escalofrío recorrerle en cuerpo al encontrarse con los ojos verdes y brillantes del que le sonreía tan plenamente.

—Yo solo quiero ser tu amigo —dijo Eren.

—A la escuela no se viene a hacer amigos, se viene a estudiar —informó Rivaille—. Así que cierra la boca, no puedo concentrarme. 

El de cabello negro se giró arrepentido de no continuar fingiendo que no lo escuchaba. Eren era un Alfa, de alguna manera había podido saberlo. No podría explicarlo realmente, pero podía saberlo con certeza. Como también sabía que debía mantenerse tan lejos de él como le fuera posible. 

Eren Pixis era ahora sinónimo de problemas.

—Vayamos a almorzar —pidió Eren cuando la clase terminó. Una clase que fue eterna para ambos. 

Rivaille le miró perplejo, nadie nunca le había invitado a desayunar con él. Pero después de pensarlo un poco se le acabó la sorpresa. 

El chico era un Alfa que seguro estaba allí pretendiendo ser quien no era para burlarse de alguien, y al parecer le había elegido a él para molestar.

—No te acerques a mí —exigió Rivaille molesto. 

Saberse el próximo blanco de burlas no le hacía nada feliz. Lo había sido toda la vida y no había sido nada agradable. Había creído que una vez que todos los idiotas a su alrededor maduraran eso se acabaría, y justo ahora se encontraba con semejante imbécil.

—Vamos —pidió Eren pasando su brazo por los hombros de Rivaille. 

La sensación de calidez que recorrió el alma del bajito le impulsó a empujar al más alto. Eren no solo era problemas, era peligro. Definitivamente se alejaría de él.

—¡No me toques! —gritó el azabache tan fuerte como pudo. 

Todos en la clase lo miraron y él deseó que la tierra se lo tragara. 

Llamar la atención era algo que había decidido evitar desde que obtuvo la beca para estudiar en esa prestigiosa universidad; y se convirtió en el centro de miradas por el caprichoso Alfa frente a él.

—Levi, ¿nos vamos? —la pregunta de una chica de cabello oscuro y ojos aterradores, pero de inigualable belleza. 

Todos la miraron y ella fingió que no había nadie en el salón, aunque posiblemente no se dio cuenta de todos. Ella solía ignorar a todos los idiotas. A menos que le dieran problemas a Rivaille, entonces no solo los tomaba en cuenta, sino que los descuartizaba.

—Vámonos —accedió el mencionado tomando sus cosas. 

Eren revisó de arriba abajo a la chica, ella hizo lo mismo con él y ambos sonrieron arrogantemente, como declarándose la guerra.

—¿Ella es tu hermana? —preguntó el ojiverde deteniendo a Rivaille de la muñeca, aun sin quitarle la vista de encima a la hermosa morena que, a las palabras del castaño se abrazaba al cuerpo del chico bajito.

—Soy su novia —dijo ella. 

Levi suspiró. Mikasa era tan sobreprotectora que a veces le resultaba molesto, pero siempre le era útil. Así que no se quejaría, ni le daría la contra a su hermana mayor.

—Su novia, ¿eh? Entonces todos podemos ser amigos, ¿no? —preguntó jalando al moreno.

Levi no dijo nada. No hacía falta que lo hiciera, Mikasa llevaba la batuta en las discusiones que alrededor de Levi ocurrían.

—No podemos —respondió burlona la chica—, no me gusta compartir a mi novio. Así que piérdete. 

La exigencia de la morena molestó a Eren que nunca en su vida se había topado con alguien tan prepotente. Incluso otros Alfas le lamían los pies. Seguro no toleraría que un Beta le contestara de esa forma, aunque sonara clasista.

—¿Eso es lo que quieres tú? —preguntó Eren para Rivaille. 

Este lo miró a los ojos y dudó un poco. Pero cuando se dio cuenta que dudaba asintió, pues ese peligro que le llamaba tanto la atención debía mantenerlo lejos sí o sí.

—Por favor —pidió Levi dejándose arrastrar por la azabache que sonreía orgullosa de haberle ganado la batalla al ojiverde. 

Eren se quedó furioso y dolido. Furioso por la mirada burlona de la chica y dolido por el rechazo del joven que enserio quería conocer.

A la mañana siguiente, Eren llegó y se sentó justo al lado de Levi, le saludó y sonrió; Levi suspiró y fingió no escucharlo durante toda la clase. 

Cuando esta terminó, caminó al salón de su siguiente clase, Eren lo siguió. Y fue así después de cada clase.

—¿Por qué estás en todas mis clases? —preguntó Rivaille alterado. 

Tener a su lado a un Alfa que le distraía del mundo era, para él, lo peor del mundo. Pero Eren estaba tan complacido que no dejaba de sonreír. Haciendo rabiar al moreno.

—Porque cambié mi horario a coincidir contigo todo el tiempo —dijo Eren. 

Levi lo miró fijo por algunos minutos.

—¿Por qué? —preguntó casi aterrado. 

—Porque quiero que seamos amigos —dijo el azabache acariciando la mejilla de Rivaille, coloreándola de un precioso rojo—, y tu hermana no puede entrometerse en nuestras clases juntos. Ella es de otro grado, y de otra carrera.

—¿Cómo sabes eso?

Una pregunta más de parte del azabache.

—Porque yo sé todo lo que necesito saber... Levi —anunció con una enorme sonrisa al pronunciar ese mote de cariño que le había escuchado a Mikasa Akerman, la hermana, y no novia, de Rivaille. 

Rivaille suspiró.

—Entonces seguro sabes que soy un Omega —soltó de pronto Rivalle. 

Eren le miró con sorpresa, ese pequeño detalle se le había escapado.

 »Sabes, yo también sé cosas. Cosas como que tú eres un Alfa —informó Rivaille provocando que los ojos del castaño se abrieran tan grandes que no cabía duda de su sorpresa.

»Nosotros no podemos estar juntos —aseguró el azabache—. Así que no vuelvas a acercarte a mí o le diré a todo el mundo lo que eres, mentiroso. 

Y, pensando que todo había terminado allí, Rivaille Ackerman caminó dejando atrás a un chico temeroso. Pero no de ser descubierto ante todo el mundo, sino de perder a ese que su corazón le gritaba necesitaba en su vida para poder ser feliz.

Eren apretó los puños y, pensando en que no perdería lo que era suyo, sonrió de tétrica manera fijando la mirada en la nuca del joven azabache que, aun siendo un Omega, y sabiendo que él era un Alfa, se atrevió a amenazarlo. 


Continúa...

POSITIVAMENTE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora