Switch, Serie BDSM ÚLTIMO LIBRO

El amo se hace oír

"No hay peor esclavo que un amo dominado, y no hay mejor dominio que un esclavo perfecto"
RGBK

Ahí estaba Jorge Sola bebiendo su ya tan acostumbrado ruso negro, después de seis meses de haber asumido la dirección de Solar y asociados por fin podía darse un respiro.

—Amo Sola, —Gil saludó al ahora pulido Jorge, que vestía como todo un buen empresario, muy lejos de sus habituales jeans y camisas de manga larga o chalecos de cuero, haciéndole parecer más maduro y formal.
El barman sonrió burlón ante la mirada de fingido asombro del joven y excéntrico hombre, pues el barman sabía que de los cuatro Doms, Jorge era el que amaba alardear de su estatus quo de Dominante sobreviviente como se hacía llamar ahora que sus tres amigos tenían parejas estables.

—hola Gil realmente no sé cómo el dulce Euge puede dormir a pierna suelta mientras tu trabajas en un lugar donde deliciosos hombres semidesnudos se pasean de forma libre

Gilberto Rojas sonrió de buena gana al irreverente tipo, — ¿qué no tienes a algún sumiso al cual provocar, jefe Sola?

—De inmediato Jorge empezó a mover la mano de manera negativa mientras su ajetreado amigo colocaba el menú de bebidas en la barra, —ah, ya recordé, tienes a alguien que gustoso te cortaría las pelotas si miras lejos de casa y por eso has hecho un voto de castidad, — Jorge dio un sorbo a su bebida y con ella ocultaba su muy maliciosa sonrisa.

— ja-ja-ja, la fingida risa irónica de Gil hizo carcajear a Jorge quien se enorgullecía de exacerbar al amigable barman.

—escucha amo, el que usted aún no encuentre a un sumiso a su medida, no quiere decir que tenga que soportar sus malditas burlas, además, —Gil levantó los hombros, — hay demasiada variedad en este lugar, sus ojos siempre están en movimiento, y sé que su actividad no se limita a contarles picantes chistes, usted y yo sabemos que ama a los sumisos grandes, pues le gusta sentir el poder recorriendo su cuerpo al tener doblegado a un beard y no a un tierno twink, pero por desgracia en este club ya se cogió a cada hombre que pueda cubrir esas características y usted odia repetir, salvo con aquel tipo que era su asistente y el cual tenía su traje de novio en la cajuela, esperando que usted sea algo serio.

Jorge sonrió, apreciaba al cantinero al cual conocía desde algún tiempo, —me conoces bien, sabes que la libertad es maravillosa, —Jorge golpeó la barra de madera con sus dedos, —por cierto, ¿cómo vas con ese hijo tuyo?, —el semblante del hombre rápidamente cambio por uno cansado, sus manos diestramente tomaban un vaso para servir un trago a otro socio.

—No me lo tome a mal, amo a mi muchacho es sólo que Eugenio y yo ya no sabemos que más hacer, el chico quiere demostrar que es una persona confiable y Euge y yo lo conocemos perfectamente bien, solo no nos convence la idea de que se meta a trabajar y descuide los estudios.

Jorge no entendía del todo al gran hombre, pues su padre no dudó en meterlo en cintura. Desde muy joven le había enseñado a trabajar y a disfrutar, pero siempre cuidando de hacer de Jorge un hombre responsable, cosa que Jorge no siempre lo fue, pues tuvo una época en la que se quiso pasar de listillo y eso casi le cuesta su herencia, en ese momento su padre no dudaba en dejarlo a la deriva económicamente si de esa forma podía lograr que su hijo tomara conciencia de su conducta libertina.

—sabes Gil, yo no soy quien, para darte algún consejo, pero creo que ese mocoso tuyo debería aprender a ganarse las cosas y probarse a sí mismo como un humano útil, —Jorge recargó su rostro en sus manos mientras veía a su amigo hacer su trabajo, —Gil estaba de espaldas ordenando las botellas de licores en el fino mostrador de madera, —eso mismo dice Eugenio, créeme lo amamos, pero su rebeldía para acatar órdenes y sus excentricidades, sumado a su jodido brillante cerebro nos está agotando, el muchacho es todo, menos lo que esperas de él.