Ordene mi señor

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Jorge pronto se convirtió en chofer, asistente, cargador, asesor, menos en una pareja real para Emilio quien con el esplendor de una virgen se negaba a ser tocado por Jorge, provocando que este llegue a su casa solamente para masturbarse recordando las órdenes que Emilio le daba durante el día o la mirada desdeñosa que lanzaba al compujido Dom.

—Oye tú, —la imperante voz de Emilio sonaba detrás del teléfono, haciendo de inmediato que Jorge se ponga duro.

—Soy Jorge, Emilio, y me gustaría que me llamarás por mi nombre, —la voz del Dom sonaba algo cansada por el trato tan despectivo que le daba Emilio.

Emilio colgó, no estaba dispuesto a tolerar reclamos de tontos de parte de Jorge, como si este tuviera derecho a sentirse indignado, estando tan acostumbrado a que los tipos le consideren un regalo de la divinidad para la humanidad, el chico no le daría ese trato, llegando a la conclusión de que a Jorge también le salían granos en el culo y se le picaban las muelas, en resumen, no era más que un humano como él, la luz de la pantalla brilló dejando ver el número de Jorge. Emilio había registrado el número con el contacto "mi esclavo", Emilio de inmediato sonrió con soberbia satisfacción.

——Hey tú, —volvió a repetir el informal saludo.

—Jorge suspiró con cansancio y alivio, —dime bebé, —Emilio ignoró el apodo tierno.

—Necesito que me lleves al supermercado para comprar unas cosas para la cena.

Jorge sonrió detrás de la línea, amaba ver la dedicación de Emilio mientras recorría los anaqueles, amaba ver aquel rostro con ese sexi adorno en la nariz que solo le añadía rebeldía al femenino e infantil rostro, un suave gemido escapó de sus labios, solo pensar en Emilio le hacía ponerse duro.

—Estaré por ti puntual, —Emilio titubeó y Jorge pudo sentir la guardia baja del chico y la aprovechó.

—Hey tú, te amo, —dijo Jorge, imitando el saludo tan informal que Emilio le daba, y sin esperar nada más, colgó.
Emilio sonrió y apoyó el celular en su boca, —dos semanas de duro trato a Jorge y era momento de hacer otro movimiento, pues él era quien estaba a cargo en ese momento.

Jorge curiosamente estaba más calmado, ya no iba al club a las horas en donde el sexo y las exhibiciones estaban a todo lo que daban, tampoco buscaba desfogar tensiones con algún sumiso. En el trabajo las cosas marchaban bien, de hecho llegaba a tiempo y terminaba todos sus pendientes para poder estar puntual en el trabajo de Emilio.





—¿Te fue bien en el trabajo?, —Jorge no apartaba la vista de la calle, mientras de reojo veía al elegante muchacho sentado a su lado,

—Sí, me fue bien, —Emilio se volteó a ver a Jorge mientras estudiaba las fuertes y atractivas facciones de este.

—Jorge, ¿por qué permaneces conmigo?, Emilio no podía mantener más tiempo esa pregunta que le rondaba la cabeza, no era idiota, sabía perfectamente quién era Jorge Sol, sabía muy bien que él como hombre no entraba en el tipo que gustaba al Dom, seriamente dudaba del amor que según el empresario le declaraba, aunque este se esforzara mucho por ser creíble. Y era precisamente eso, el esfuerzo que el hombre hacía, lo que no le hacía sentir seguro, así que necesitaba respuestas, y las quería ya, para poder saber que esperar de esa relación.

—Jorge trazó una sonrisa, —me gustas y te amo.

Emilio sopeso la última declaración, —entonces si me amas como dices, vas a entrar a hablar con mis padres, hablarás también con tus papás y me llevarás al club no como tú perro faldero, sino como tu amo.

Jorge abruptamente se desvió del camino para poder estacionarse, Emilio tuvo que agarrarse de donde pudo, su rostro reflejaba sorpresa y desconcierto por el peligroso movimiento del Dom, — a ver muchachito, —Jorge estaba muy molesto, pero Emilio no cedió y mantuvo la mirada en él.

Switch, Serie BDSM ÚLTIMO LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora