Switch, Serie BDSM ÚLTIMO LIBRO

¿A quién engañas?

Las cosas se movieron rápidamente entre Jorge y Emilio, el joven mantenía en secreto la relación, y a Jorge no parecía importarle tanto si era divulgada o no.
Por desgracia sus correrías con otros subs continuaron. Haciendo que sus amigos abiertamente desaprueben esa conducta, pues su deber como Dominante era cuidar de su sub, sobre todo sí ambos habían acordado ser exclusivos.

—Así como eres joven, también eres estúpido mi querido Jorge, —Cristóbal levantó su vaso en un irónico brindis.

—Jorge solamente miró fulminante a Cristóbal quien esta vez iba solo.

—No te voy a permitir que me hables así, —Jorge levantó un poco más la voz. Como eran los dueños quienes discutían ninguno de los gorilas se acercó hasta ellos, pero Gil... Gil sí.

— ¡Hey! Ustedes dos, —el corpulento hombre les señaló con el pulgar la oficina de la gerencia, —si tienen algo que discutir háganlo en privado, —Cristóbal miró malicioso a Jorge, —tranquilo Gil, ahora subimos, sólo reprendía a este pendejo por poner en riesgo la única relación que parece valer la pena para él.
Jorge se tensó, imaginando que Cristóbal hablaría de más, pero no lo hizo.

—Como sea, sabemos que este bastardo es más infiel que una puta, así que su pareja debe ser un santo, ahora—Gil volvió a señalar las escaleras, —vayan arriba y tranquilícense.

Emilio estaba en la pequeña cocina haciendo tarea tarde ya en la madrugada, cuando escuchó a su padre entrar. Gil saludó con un beso en la cabeza a su hijo.

— ¿te falta mucho?, —Gil vio los papeles de su hijo regados en la mesa.

—Como una hora de trabajo papá, —Emilio se levantó para conectar la cafetera, —pa' te dejó comida.

Gilberto sonrió, Eugenio siempre le dejaba algo de comer, y Gil amaba sentirse cuidado por su dulce Eugenio, —me daré un baño, no tardo.

Minutos después Gilberto se sentaba en el pequeño comedor, mientras se ponía la camiseta para dormir.

Se sentía relajado y fresco después de un bienvenido baño, mientras suspiraba lleno de satisfactoria paz.

—Así qué hoy fue un día pesado, —Emilio tecleaba en su modesta laptop sin apartar la mirada de la pantalla, mientras de reojo veía a su padre relajarse, intuyendo que había sido un día intenso en el bar.

Gilberto removió su café con la pequeña cuchara mientras soltaba un suspiro cansado, —todo iba bien hasta que los jefes pelearon.

Emilio dejó de mover los dedos en el teclado y volteó a ver a su padre, —¿es enserio?... Pero sí son los hermanos pervertidos todos ellos.

Gilberto sonrió ante el adjetivo que había usado su hijo, —bueno pues parece que los hermanos pervertidos tuvieron un desacuerdo.

—Y... ¿se puede saber por qué?

Gilberto mordió un pedazo de sándwich, —exactamente no sé qué sucedió, lo único que alcancé a escuchar fue que el Jefe Jorge estaba engañando a su pareja.

—Emilio tragó abundante saliva, de pronto sintió sus manos sudar, —a... Apoco el jefe Jorge ya tiene pareja, —Emilio rogaba por sonar completamente indiferente.

—¿La verdad? lo ignoro, —Gilberto se levantó para tomar un pan dulce de la panera, y puso su dedo índice en los labios, —no le vayas a decir a tu padre que comí un pan, ya sabes cómo se pone.

Emilio sonrió débilmente, pues su padre se comportaba como un niño, sus dedos índice y pulgar se juntaron y pasaron por sus labios como simulando un cierre, —soy una tumba.