La jauría

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A la luz de la noche los observa la casadera,

a las puertas de una escuela de soldaditos de madera,

en los cristales rotos del suelo la luna se refleja

y el frío de sí se esconde en el batir de la tierra

Llama el niño llama, incesante a su padre

que guardado bajo llave, esta lejos del infante

la mujer a veces le canta, para ver si algún día sale

y el hijo descamisado, le reza cada tarde.

Por el río y la vereda vienen, doce grises y un teniente

que han vuelto a salir de caza, a la caza de la gente

mientras las pérdices lloran, llega el lobo sonriente

y apuntando con el arma. El verso se detiene.

Se ha detonado la pólvora, la luna brilla despierta,

y ahora se desvela la escena, de detrás de la humareda

La madre en el suelo le canta, a su hijo desde la arena

con borbotones de sangre, que le manchan su pureza.

"Hijo mio no te quedes solo, sigue llorando a la puerta

para ver si un día abren la cuneta, de mi soldadito de madera

y pregúntale a tu padre, por qué nunca me rindió cuentas:

ni me dijo donde lo fusilarían, ni el por qué de que se lo llevan.

El tiempo, tan corrosivo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora