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A JiMin le daban miedo muchas cosas.

Le temía a la oscuridad y quedarse encerrado en un ascensor. Le daban miedo las películas de terror, los fantasmas y un poco los payasos. No le gustaban nada las montañas rusas ni las atracciones altas, aunque las disfrutaba un poco una vez las probaba. Las arañas le daban miedo y asco a partes iguales, y si veía una en casa, llamaba a gritos a Jin o a V para que la mataran por él, o si no, no se quedaba tranquilo.

Le aterrorizaba que alguno de los chicos cayera enfermo o se lesionara, le causaba pavor que se hicieran daño entre ellos en alguna discusión, y le tenía pánico a que en algún momento las palabras «quiero dejar BTS» surgieran de labios de alguno de ellos.

Desde que estuvieron en América, también le asustaba un poco que los managers y el staff los dejaran solos en la Van, porque el presunto secuestro le dejó un poco traumatizado.

Y desde uno de los últimos viajes que hicieron, los aeropuertos se habían sumado a la lista de miedos de JiMin.


Al principio no eran más que un pequeño grupito de chicas las que los esperaban en el aeropuerto, a las que tenían permitido saludar y firmar algunos autógrafos. Pero en la actualidad, aquel grupito se había convertido en una marabunta de gritos e histeria y realmente daba miedo. La fama era terrorífica.

JiMin sólo veía manos alargándose hacia él, intentando tocarle, voces que chillaban y gritaban su nombre y el de los demás. Había empujones por todas partes y una de las últimas veces, en Taiwan, había sido tan horrible que incluso el Manager había tenido que ir sacando a la gente de su camino, empujando accidentalmente a YoonGi.

Sí, definitivamente, el aeropuerto se había vuelto un motivo de ansiedad para los chicos, JiMin incluido, y más de una vez se encontraba refugiándose detrás de las espaldas de los miembros más altos, tratando de protegerse sin darse cuenta.


Estaban a punto de embarcar en el aeropuerto de Los Ángeles para regresar a Corea después del K-Con LA, y cuando por fin pasaron las barreras, pudieron relajarse, ya que allí no podían llegar ni las fans, ni los periodistas, sólo pasajeros a los que no les importaba que una boyband coreana estuviera allí molestando.


JiMin había agarrado tan fuerte la manga de JungKook, buscando protección, que cuando se quiso dar cuenta, los dedos le dolían, tenía los nudillos blancos y le costaba que los músculos respondieran a la orden de soltarse.


Allí pudieron sentarse y descansar durante unos minutos mientras esperaban que su vuelo estuviese accesible en las pantallas. Aun así los guardaespaldas y los managers los rodeaban en un perímetro seguro para evitar accidentes.

Los chicos buscaron distraerse. Suga y Jin se habían puesto auriculares para matar los gritos que se habían clavado en sus oídos, J-Hope y V se acurrucaron en un par de asientos, tratando de dormir un poco. JungKook veía anime en su móvil, sosteniendo la mano que JiMin había tenido agarrada en su manga, tratando de tranquilizar los nervios que el momento había causado.

RapMon era el único que estaba de pie, con las gafas de cristales falsos puestas y mirando la pantalla de su móvil. JiMin supuso que estaba revisando twitter, para asegurarse de que todo el suceso se mantenía bajo control y no había ningún tweet que los dejase en mal lugar.


JiMin no podía quedarse sentado simplemente esperando. Quería estar ya en el dormitorio, quería darse una ducha y meterse en su cama y dormir toda la noche... pero aun le faltaban unas cuantas horas de interminable vuelo y no tenía ni idea de que hora sería cuando llegaran a Corea o si su agenda les permitiría ir directamente a casa.

Converse High | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora