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Después de escuchar esa confesión, aunque fueran los delirios de un adormilado NamJoon, JiMin no podía simplemente dejar de usar las Converse, no importaba cuánto sus compañeros se metieran con él.

JungKook le hacía algún que otro comentario picante al oído siempre referente a Rap Monster, SeokJin seguía mirándolo con reprobación, HoSeok comentaba cada mañana que era tan obvio que no entendía cómo NamJoon no podía verlo, y YoonGi simplemente se encogía de hombros y decía que si eso le hacía feliz, él no tenía por qué quejarse.

TaeHyung parecía ser el único que no tenía nada que decir ni juzgar al respecto y JiMin creía que su mejor amigo lo apoyaba en su silencio.


Sin embargo, JiMin pronto entendió que lo de TaeHyung no era comprensión, si no completa ignorancia y que si no decía nada era porque no se estaba enterando de lo que pasaba. O si se estaba enterando, pero, como siempre, a su manera.


Por lo general, los chicos nunca hacían sus comentarios evidenciando las intenciones de JiMin al llevar sus Converse en presencia de los demás miembros, y mucho menos delante de NamJoon. Ellos simplemente aprovechaban momentos a solas o en los que los demás no estaban prestando atención para dejar caer sus comentarios jocosos y sus advertencias.

JiMin suponía que Jin y Suga lo habían hablado entre ellos, puede que incluyendo a J-Hope también, pero ninguno de ellos había ido con el cuento a NamJoon, respetando el espacio y el tiempo de JiMin, dejando que las cosas fluyeran a su ritmo. JiMin no podía estar más agradecido a sus hyungs, que se preocupaban por él; y aunque de vez en cuando se burlaban de su secreto a voces, habían dejado que JiMin bailase a su propio son, dando los pasos al momento adecuado. No lo había dicho en voz alta, pero todos ellos parecían ser conscientes de los sentimientos de JiMin, y a parte de Jin, no habían intentado detenerlo. Lo habían aceptado con una facilidad pasmosa, y aunque no animaban a JiMin a seguir adelante, habían seguido tratándolo de la misma manera, como si sentir algo por otro miembro del grupo no cambiase nada de nada entre ellos.


Pero JiMin supo que todo cambiaría.

Precisamente Jin y Suga estaban muy tranquilos con la situación porque JiMin no iba pregonando su amor como una colegiala enamorada, ya que nunca lo había admitido en voz alta a ninguno de ellos, por mucho que lo picasen; y porque no creían que JiMin tuviera el valor de confesarlos a NamJoon. Y mientras eso no sucediera, NamJoon nunca lo sabría.

Incluso JiMin estaba de acuerdo a esas alturas en que NamJoon no tenía por qué enterarse de aquello, porque JiMin podía seguir soportando aquel amor unilateral mientras NamJoon siguiera tratándolo como lo había tratado siempre.


Fue una calurosa noche de principios de agosto que todo se desbarató.

Habían estado trabajando juntos en canciones nuevas, y siempre que se reunían los siete para hablar de temas de canciones y letras, todo era caótico, ruidoso y tenso. A veces fluían en sincronía, pero a menudo había tiranteces debido a la diferencia de experiencia y opinión.

Habían llegado a casa cansados y un poco molestos los unos con los otros, pero Jin sabía perfectamente qué podía arreglar a sus niños un día en el que habían trabajado duro y tenían sus cabezas a punto de estallar.


— ¿A quién le apetece pizza?


De repente, los callados y disgustados muchachos se convirtieron en cachorros hambrientos que se reunían en torno a la estrecha mesa del comedor, con el panfleto de la pizzería a domicilio y el teléfono en la mano.

Converse High | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora