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La dinámica del grupo no se vio alterada gracias a un acuerdo tácito de todos los miembros.

No hubo necesidad de que nadie dijera nada. Todos sabían que entre NamJoon y JiMin había algo desde el momento que entraran juntos por la puerta, pero todos fingieron que no pasaba nada, incluida la presunta pareja.


Ni si quiera sus compañeros parecían afectados, porque realmente no habían notado ningún cambio. JiMin y NamJoon seguían siendo los mismos de siempre, no hacían ninguna demostración de afecto fuera de lo corriente y seguían relacionándose con todos con total naturalidad.


Mas lo cierto era que JiMin aprovechaba cada instante a solas, un encuentro furtivo en el pasillo, un momento a oscuras en el backstage, o cuando todos sus compañeros se habían ido a dormir, para robarle un beso a NamJoon que él nunca se esperaba.

Pero más que estar a escondidas para tener sólo un santiamén de intimidad, a JiMin lo que más le gustaba era cuando NamJoon encontraba un momento y un lugar para estar ellos dos a solas, donde poder disfrutar de largos besos sin preocupaciones, caricias interminables, y pasión desenfrenada, cosa que raramente tenían oportunidad de realizar.


NamJoon aprovechaba cuando se quedaba solo en el estudio de producción a altas horas de la noche, y JiMin aun estaba en la sala de ensayo, practicando algún baile, para llamarlo y que bajara para tener un poco de intimidad.


JiMin nunca perdía el tiempo; recogía malamente sus cosas, dejaba plantado a quien fuera si es que estaba compartiendo la practica con alguien más, y bajaba corriendo las escaleras si hacía falta, olvidándose del miedo que le daban los oscuros y vacíos pasillos de BigHit por la noche. Se colaba en el estudio con poco disimulo, y nada más cerrar la puerta, ya estaba dejando su mochila de cualquier manera en el suelo y quitándose alguna prenda de ropa que le sobraba, ya fuera por el calor de la carrera o por la urgencia que tuviera por estar con NamJoon piel con piel en el menor tiempo posible.


A NamJoon realmente le gustaba esperarlo sentado en el sofá del estudio, porque eso permitía a JiMin acudir a su lado y sentarse en su regazo. A NamJoon no le importaba que JiMin estuviera sudado por la práctica de baile y JiMin adoraba estar encima, sentirse más alto que NamJoon por un momento, tener el poder de someter al líder, aunque sólo fuera en aquellos momentos privados. Y NamJoon se dejaba de buena gana, porque JiMin meneando esas caderas de bailarina exótica sobre su cuerpo era su perdición y lo llevaban por el camino de perder la cordura. JiMin adoraba hacer que NamJoon perdiera el control y le hiciera el amor, duro, contra el respaldo del sofá.


Pero casi nunca tenían tanto tiempo.


— Tiene que ser rápido... — le susurraba NamJoon al oído la mayor parte de las veces, cuando lo tenía encima, desesperado por ser tocado.


Y JiMin se frustraba, porque no lo quería rápido y sucio, y se vengaba con muy mala baba, impidiendo que NamJoon se quitara ni una sola prenda, mientras que él se bajaba los pantalones lo justo y necesario para liberar su erección y comenzar a frotarse con sugerentes movimientos de sus caderas en la tela que cubría el vientre de NamJoon. Y NamJoon sabía que aquello debía ser un castigo, pero lo disfrutaba. Disfrutaba de agarrar las redondas nalgas de JiMin llenando sus manos e imponerle el ritmo en las embestidas, para que el contacto fuera mayor y JiMin disfrutara, sabiendo que después llegaría su turno de satisfacerse, porque JiMin nunca lo dejaba insatisfecho.

JiMin era sexy y desprendía un erotismo natural en esos momentos que casi podían hacer venirse a NamJoon sólo con verlo gozar. JiMin era un pequeño lujurioso que llevaba a NamJoon a la locura con sus cortos y suaves jadeos ansiosos; era ruidoso como un cachorro ansioso y parecía no querer detenerse nunca. NamJoon ni si quiera tenía que hacer nada la mayor parte de las veces, porque JiMin llevaba el control e imponía el ritmo. Era pura energía sexual que devoraba todo a su paso, literalmente, pues NamJoon se había visto en el compromiso alguna vez de tener que tapar un oscuro chupetón en alguna parte de su cuerpo.

JiMin era una pequeña bestia insaciable, y NamJoon nunca tenía suficiente de complacer a su bello monstruo ávido de placer.


En BTS había centenares de secretos. Secretos que nunca nadie sabría. Secretos que eran gritados a voces. Secretos que a veces incluso se guardaban entre ellos.

Incluso aquel que guardaba celosamente los secretos de todos sus compañeros era el que más cosas ocultaba. Su mayor secreto era que JiMin y NamJoon eran una lujuriosa pareja de enamorados. El segundo, y que ni si quiera su novio sabia, era que su gran fetiche era ser observado.

Y se lo mostró llenando de espesas cuerdas blancas la camiseta de NamJoon y con un poderoso gemido de placer cuando la puerta del estudio se abrió, dejando a Suga traumatizado al ver cómo su líder y el más tierno del grupo se deleitaban en el placer de sus cuerpos.


— ¡NOOOOO! ¡HABÉIS MANCILLADO MI SANTUARIO!

Converse High | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora