Epílogo

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La boda transcurre de maravilla. Emma está sentada y mira a la gente divertirse. Su madre charla con Granny, estaba incómoda al comienzo de la ceremonia, pero Regina le había presentado a muchas personas para ayudarla a integrarse. Ruby también ha pasado tiempo con ella para renovar, poco a poco, los lazos debilitados. La reina blanca está ahora más relajada y aunque ve algunas miradas desaprobadoras, también ve que el pueblo del Reino oscuro está dispuesta a aceptarla a pesar de lo que había hecho.

Al girar la cabeza, Emma ve a su padre charlando amigablemente con los amigos de Aneck, riendo a mandíbula batiente. Ruby había bebido demasiado y estaba asediando desvergonzadamente a Aneck. Emma ríe al ver al joven lobo controlar más mal que bien las manos largas y la ávida boca de su mujer. Por todos lados, hombres y mujeres se divertían, bailaban, bebían, charlaban juntos. Habitantes del Reino oscuro arrastraban a los del Reino blanco a la pista de baile. Parejas, quizás efímeras, se formaban, indiferentes al origen y la naturaleza de cada uno.

La princesa percibe con alegría y emoción que parejas homosexuales se atrevían a mostrarse juntas, llevadas por el ejemplo de sus reinas. Su mirada se fija finalmente sobre su mujer, tan bella en su vestido blanco. Está hablando con María, pero nota la mirada de su compañera sobre ella. Besa la mejilla de su amiga y comienza a caminar hacia la joven rubia. Al verla acercarse, Emma piensa en todo por lo que han tenido que pasar para llegar finalmente hasta aquí. Pasa su mirada por su cuerpo y piensa con ansias en el momento en que por fin estén solas. Sus ojos se posan sobre su vientre aún liso y sonríe imaginándose al bebé que está por venir.

«¿Te has perdido en tus pensamientos, mi muy querida mujer?» pregunta Regina al llegar a su altura

Emma, aún sentada, atrapa a su mujer por la cintura y la atrae hacia ella para besar su vientre. Pega su oreja en él y estrecha un poco más a la reina contra ella.

«Te amo» suspira ella sintiéndola deslizar sus dedos por sus largos cabellos rubios.

«Yo también te amo»

Emma se levanta para besarla en los labios

«Me desespero por estar a solas, tengo ganas de hacerte el amor»

«Yo tengo ganas de arrancarte este vestido y saborear...heyyy papá...» dice Emma al ver a su padre aproximarse a ellas.

«Emma, querría saber si puedo invitar a tu mujer a bailar, si ella está de acuerdo»

«Por supuesto» acepta Regina, aunque no puede evitar que cierto temor se pose en su vientre

Bailan durante un momento antes de que David tome la palabra

«¡Estoy contento por vosotras dos!»

«¿De verdad?» no puede evitar preguntar la reina

«Sí, Regina... ¡De verdad! Estáis magnificas las dos y nunca había visto a Emma tan feliz. Y además ese bebé que crece en vos, vuestro bebé...Es un milagro, pura felicidad, estoy ansioso por conocerlo, espero que su abuela y yo podamos formar parte de su familia»

«Por supuesto, Emma lo quiere y yo también. Este bebé estará rodeado de amor, dos mamás, dos abuelos, su madrina, su padrino...Tanta gente que lo ama ya sinceramente»

David mira a la reina con amabilidad comprendiendo lo que ella deja sobreentender inconscientemente.

«Sí, Regina, este bebé será amado y vos seréis una madre maravillosa. Le vais a ofrecer todo lo que vos no tuvisteis y más aún»

«A veces tengo miedo»

«¿Miedo de qué?»

Regina se queda en silencio y David atrapa su mentón para obligarla a mirarlo

Solamente tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora