Lo hubiera hecho

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A veces las cosas suceden. No sabemos el porqué, ni nunca lo haremos. Tan solo suceden, sorprendiéndonos a todos y dejándonos sin saber qué hacer.

Si hubiera sabido que ese sería el último día que podría verte a los ojos; perderme en tu mirada y en tu cabello, tomar tu mano y caminar juntos, escucharte reír, y un sinfín de cosas más, lo hubiera aprovechado.

Te hubiera dicho lo mucho que te amaba una vez más, lo bella que eras y la manera que me volvías loco. Si tan solo pudiera hacerlo otra vez, lo hubiera hecho.

No hubiera discutido contigo, no hubiera dicho las palabras que dije ni te hubiera lastimado. Si hubiera sabido, no lo hubiera hecho.

No hubiera permitido que hicieras lo que hiciste, hubiera estado ahí contigo, te hubiera dado apoyo y regalado al menos un momento más de vida. Si hubiera podido hacerlo, lo hubiera hecho.

Hubiera hecho lo imposible por ti. Hubiera hecho lo imposible para que no terminaras el sufrimiento de aquella forma. Te hubiera ayudado, hubiéramos resuelto el problema juntos. Si hubiera estado enterado de lo que estabas pasando, lo hubiera hecho.

Como dije antes, las cosas suceden, solo que yo sí sé el porqué. El problema es y siempre fui yo.

Siempre te hacía enojar por las cosas que hacía, lo que decía, o lo que fuera. Ponía escusas estúpidas y siempre te dejaba plantada. Decía palabras hirientes hacia ti, cuando era yo quien las merecía.

En aquel momento no supe valorarte. No pude ver la gran persona que estaba a mi lado. Siempre te mostrabas fuerte, cuando en realidad eras más frágil, pero no lo supe hasta hoy. Tú me amabas, por eso me perdonabas todo. Yo también te amaba, solo que no lo sabía hasta hoy.

Como toda persona, tenías tus defectos. Extremadamente sensible era el más grande. No lo supe hasta hoy.

Las palabras que te dije, fueron las últimas que te dejaron hecha pedazos. Si hubiera sabido cuánto te afectaban, no las hubiera dicho.

Todos los recuerdos de nuestra relación, buenos y malos, cruzaron por mi mente. Los ojos me ardían por tanto sufrimiento y mis mejillas estaban empapadas. Tiré mi cigarrillo aún sin terminar al suelo. Ya no me interesaba seguir fumándolo.

Bajé la mirada. La ciudad se veía muy lejana y pequeña desde tal altura. Las personas eran como hormigas y los autos parecía de juguete por el tamaño.

Sonreí al recordar el día que tú y yo subimos hasta aquí a observar la ciudad. Fue mágico tenerte a mi lado y observar a la lejanía sin decir una palabra. Pero fue más mágico, el hecho de que ese día eras real, y ahora eres tan solo un recuerdo que vivirá en la mente de todos quienes te conocían.

Tomé un respiro y miré hacia el cielo, esperando que me estuvieras escuchando.

-Perdóname Jess -mi voz salió rasposa gracias a el nudo que se había formado en mi garganta-. Solo... perdóname.

Miles de lágrimas cayeron y me acerqué más al borde de la azotea del edificio. Sentí el viento y el ruido de la ciudad.

Sentí mi cuerpo caer y todo se volvió negro. Ya no habría más sufrimiento, ya no habría más dolor. Todo se había terminado.

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