Capítulo 1

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Se suponía que su viaje hacia el campo tendría que haber sido para alejarse del embrollo de su trabajo, su objetivo era estar en un lugar que le diera paz, calma y tranquilidad.

¡Pero no!

Lo único que encontró fue alboroto, suciedad y mal olor ¿Y todo por qué?

La respuesta era simple.

Su vecino era un Hippie.

¡Un Hippie!

Una de esas personas que hacían llamarse "hombres de amor y paz". Pero lo único que él veía es que era una persona sucia, descuidada, con cabello enmarañado, ropas grandes y desgastadas, sandalias de cuero, collares, argollas y pulseras sinfín, pero, por si eso no fuera poco, no podía faltar su dosis de "alegría", como solía llamar a esa planta verde que algunas veces ingería.

¡Y se suponía que estaba a favor de la naturaleza!

Y no es que el fuera una persona intolerante a las diferentes formas de vida, ni mucho menos, el problema era que ese hombre se esmeraba en perseguirlo a cualquier parte, alegando que al ser un "hombre lleno de amor hacia el prójimo" debía darle un trato especial, y él, al haberse ido a pasar las vacaciones al lado del mugroso, era el prójimo más próximo.

Siempre decía cosas como: "Mi deber es velar por tu bien" o "Eres mi vecino, debo ser hospitalario" y la peor de todas "Tengo que atender tus necesidades" para seguido de eso apretarle el trasero.

¿Quién diablos le agarraba el trasero a un desconocido?

Ya no lo soportaba, lo veía hasta cuando iba por el pan.
Quería salir de ahí, por supuesto que quería, sin embargo no podía, ya había pagado el alquiler de la cabaña y no hacían cancelaciones ni mucho menos reembolsos. No podía malgastar el dinero. Tenía que lograr aguantar el tiempo estimado, ya había aguantado doce días, aguantaría treinta más, los soportaría sí o sí.

Pero, por lo pronto, lo primero que tenía que hacer era salir del pequeño súper sin ser descubierto por cierto chico apestoso. Esperaba poder escapar, a veces hasta miedo le daba cuando de repente le picaban las costillas, el trasero y acariciaban los muslos, pero siempre resultaba ser la misma persona de cabello hasta los hombros y, maloliente.

Se dirigió por el último pasillo para rodear toda la tienda y llegar a la caja que estaba al otro extremo, pagó, embolsó sus pertenencias lo más rápido que pudo y salió de allí como alma que llevaba el diablo. Cuando llegó a su bicicleta colocó todo en la canasta trasera, se puso el casco, quitó la cadena de seguridad y comenzó a pedalear sin notar que era perseguido - una vez más - de cerca por un rubio de ropas holgadas y olor singular.
Por eso se asustó cuando el chaval lo saludó de manera exageradamente enérgica.

- ¡Hola DongHae!

Ay no, no lo había logrado, pensó haciendo un sonido lastimero.

- Hola HyukJae - pronunció soltando un suspiro de cansancio que, por supuesto, el otro ignoró completamente.

- Te vi pagando en la caja y como yo también había terminado de hacer mis compras corrí a pagar para poder alcanzarte y que juntos pedaleáramos a casa, es que me da miedo pasar por la casa de la señora YiNa, siempre se escuchan sonidos raros, como si fueran lamentos, a veces pienso que ella es una bruja que vive en este pueblo y que un día nos matará a todos, aunque seguramente tú no me crees, así que mejor ignóralo, sólo diré que ella es muy rara, con costumbres extrañas.

De todo lo que él había dicho, lo único que quedó en su mente fue la palabra: ¿Qué?

¿Cómo podía decir tanto en tan poco tiempo? ¿Cómo podía considerar rara y extraña a la señora que vivía al lado de ellos? Pero, ¿Enserio? ¡Si el único raro era él! Decidió no mencionarlo en voz alta, así que agregó.

- Ella no es rara, y lo que tu llamas "lamentos" son musicales de ópera.

- ¿Qué?, bueno de todas maneras sigue siendo extraña, debería hacer meditaciones y dejar que la luz empañe su espíritu.

¿Y ahora de que rayos hablaba ese hombre?

- Ella hará lo que le plazca HyukJae.

- Aish, pues que mal por ella y su alma, al paso que va terminará podrida.

- Aquí el único que huele a podrido eres tú - masculló más para sí, pero su indeseado acompañante logró escucharlo.

- ¡Pero si me bañé hace tres días! Y además me puse un champú que yo mismo hice. Pero de lo que yo quería realmente hablarte era sobre una meditación grupal que haremos unos hermanos de espíritu y yo, quería pedirte que...

- No podré asistir - lo cortó, adivinado que quería invitarlo como las veces anteriores.

- No es eso, en realidad quería pedirte que no pusieras esa música extravagante que oyes, esta vez haremos la meditación en la mañana y nos gustaría hacer el llamado de nuestra paz interior en silencio ¿podrías hacer eso? Es para una buena causa hermano.

- Mi música no es extravagante, pero lo haré a cam...

- ¡Gracias! Haré mi meditación en tu nombre y verás como la paz inundará tu alma.

- Es con una condición - no desaprovecharía esa oportunidad.

- ¿Cuál? Haré lo que sea para agradecer tu bondad y mostrarte que soy una persona de paz.

- Bien, la condición es que dejes de seguirme por el resto de mis vacaciones, necesito tener un descanso y tú me lo impides.

- ¿Quéeee? Pero si yo nunca te si... - se detuvo al ver la cara llena de incredulidad y acusatoria del contrario - Vale, si te sigo, pero yo sólo quiero darte amor, mucho diría yo - dijo mientras repasaba el cuerpo en movimiento - Pero bueno, si eso es lo que quieres.

- Es lo que quiero, en verdad necesito descansar, y tu siempre interfieres en ello.

- Está bien, trato hecho.
El policía se detuvo frente a su cabaña y mientras bajaba de su bicicleta sintió una palmada en el culo, se volteó rápidamente para reclamarle, pero el otro ya se había alejado, riendo en la noche.

- ¡Que la luz te acompañe! - escuchó a lo lejos.

- Jodido Hippie, me golpeó fuerte esta vez - murmuró sobándose la retaguardia.


***

Esto será algo corto. Así que no habrá drama, muertes, decepciones, o sea, nada complicado.
Sólo me apetecía escribir sobre un HyukJae hippie y divertido.

💙💙💙

HIPPIE (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora