Capítulo 4

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Al siguiente día HyukJae se sentía inmensamente feliz, no había quien quitara sonrisa tan boba plasmada en su rostro. Por más que ya se hubieran tensado sus mejillas, el dolorcillo que sentía sólo hacía que todo fuese más real.

¡Por fin había logrado hablar con hermoso hombre!

Su entusiasmo era tanto que, para seguirle agradando al otro, se dispuso a limpiar toda su cabaña.

Lavó tanta ropa, que aunque odiaba usar muchísima agua tuvo que admitir cuán diferente y bien se sentían al rozar su piel.

Fregó platos, pisos y sacudió los muebles.

El sacar la basura fue interesante, había pensado que su cabaña era muy pequeña, pero al deshacerse de lo inservible se dio cuenta de lo equivocado que estaba.

Limpió paredes.

Eliminó malos olores.

Se deshizo de las telarañas.

Y por último se bañó ¡Por segundo día consecutivo!

Haberse bañado el día anterior le trajo suerte, muchísima suerte, y pensó que si ese día también se bañaba, le iría doblemente mejor.

¡El yin y el yang se habían encajado, dando todo a su favor!

Y seguía odiando desperdiciar el agua.

Se vistió con ropas limpias y salió al patio, quería ver al bonito hombre, quizá, y tan sólo quizá, lograba hablar con él otra vez.

No lo vio.

Pero el tenía mucha paciencia. Se sentó en una hamaca que el mismo había tejido.

Esperó.

Esperó y esperó.

Nadie salió.

Se levantó de un salto y se acercó a hurtadillas a una de las ventanas.
Tampoco estaba allí.

No había notado si el precioso hombre había salido. Estuvo pendiente todo el tiempo mientras hacía la limpieza.

¡Pero que raro sonó eso! Él nunca hacía limpieza. Se  río de si mismo en silencio por el rumbo de sus pensamientos.

Fue hacia el patio delantero. No hubo resultado.

Decepcionado por no haber visto al hombre en todo la tarde se fue a su cabaña y se sentó en la mecedora con extraños bordados que había en el frente.

Se quedó allí. Esperando.

Esperando.

Esperando y esperando.

Nadie llegó. Nadie salió.

Cuando ya estaba aburrido y ansioso fue a la cocina por algo de comida, regresó al mismo lugar y se dispuso a disfrutar de sus manzanas, mandarinas, naranjas y fresas.

Amaba las fresas.

Se quedó dormido.

Media hora pasó.

Una.

Una y media.

Dos.

Tres.

La noche lo alcanzó.

El día siguiente llegó.

Y el siguiente del siguiente.

Sus ánimos caían poco a poco.
Precioso hombre no volvía.
¿Dónde estaba? ¿En qué momento salió? ¿Cuándo volvería? Y tras pensarlo un poco más de preguntó si incluso lo vería otra vez.

HIPPIE (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora