Capítulo 2

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En su momento no creyó que "señor apestoso" cumpliera su palabra. Habían pasado ocho días desde la última vez que lo había molestado.

Al pasar los primeros cuatro días todo había sido perfecto, no había quien lo molestara en sus salidas, ni quien lo asustara con apariciones y toqueteos repentinos, tampoco quien le dijera cosas indecorosas sin cesar y, sobre todo, no tenía encima ese olor que para él era imposible de soportar.

Y es que para DongHae, alguien con ese tipo de presencia y apariencia era inconcebiblemente aceptable. Para una persona que venía de una familia donde la mayoría tenía cargos en el gobierno; la higiene, el porte y el vocabulario era algo sumamente importante e indispensable en su día a día.



Pero todo cambió al quinto día, cuando se dirigía a la tienda de vídeos en busca de una película para ver esa noche. En todo el trayecto y mientras vagaba por los pasillos sentía una mirada insistente, fue fácil para él notarlo, pues al ser un oficial de policía todos sus sentidos estaban capacitados para notar cualquier alteración en el ambiente que llegara a encontrarse fuera la de los parámetros que se consideraban normales.

Ciertamente no se había equivocado, ya que, al mirar en el espejo que se situaba en la esquina del establecimiento, pudo distinguir una cabellera rubia alborotada, la punta de los dedos de un pie, decorados con anillos y portando sandalias de cuero. Sólo podía ser una persona. Sintió el impulso de ir en su dirección y reclamarle, pero se detuvo, no lo había molestado, y pensó que si ignoraba su presencia, el chico no lo hablaría; además quería ver cuánto aguantaba sin abordarlo. Felizmente llegó a casa sin haber sido interceptado y recibido ningún tipo de trato "especial" por ser el prójimo.



El sexto día, al ir por su desayuno a la cafetería local ocurrió lo mismo. El hombrecito intentaba esconderse detrás de la carta del menú que se ofrecía en el lugar.

Pero ¿Quién podría ignorar a una persona que vestía colores tan llamativos?

¡El local ni siquiera era grande!

Y podía escuchar claramente su voz, una que pedía lo mismo que él estaba consumiendo.



El séptimo día no fue diferente, en la tarde, se hallaba haciendo ejercicio en el pequeño parque y, al sentarse a tomar un poco de agua, lo vio, supuestamente escondido detrás de un árbol no muy lejos de él.

¿Por qué no pudo encontrar siquiera un árbol más grueso?

¡Si le veía la mitad del cuerpo!

Soltó un suspiro largo y emprendió el camino a casa.



Al octavo día decidió no salir de la cabaña y se dispuso a rastrillar el patio trasero. Y claro, a su vecino también le dieron ganas de hacerlo, si el rastrillaba el otro lo hacia, si se detenía, también lo imitaba, pudo sentir también su mirada en todo lo que duró su actividad.



Pero el día número nueve todo fue diferente.


¡Ese día la bomba explotó!


Iba por un sendero que llevaba hacia un pequeño arroyo y "apestosín" se le vino encima.


¡Literalmente!


Cayendo en medio del camino con HyukJae entre sus piernas, diciéndole, casi gritando que había hecho su mayor esfuerzo posible por cumplir su palabra.


- ¡Oh, hermano! Te juro por los árboles, los animales, este hermoso lugar que nos rodea y por mi buen karma, que hice lo mas humanamente posible por cumplir el trato pero no pude ¡No pude! Y es que estos días sólo te veía de lejos, reprimiendo el impulso de agarrarte ese bonito trasero que tienes ¡Que la luz de mi alma de apague si estoy diciendo mentiras! Que no es así, pero en verdad, de verdad que lo intenté hasta con la última pizca de voluntad que quedaba en mí, pero comprende que soy un humano como cualquier otro y la carne es débil, y tú no colaboras con la causa hermano, estás tan bueno que me haces caer a cada rato, minuto y segundo en esa tentación que es tu cuerpo, cada vez que te veo. Comprenderlo, ¡Comprendeloooo!


- ¡Ya cállate, HyukJae!


- Está bien, está bien, pero tienes que comprenderme, hermano.


- No, no te comprendo, pero ya se me hacía raro que aguantaras más de una semana.


- De verdad que lo intenté - dijo mientras fruncía los labios.


- Sí, sí, lo intentaste, ahora levántate que me cortas la respiración.


- ¡Oh! ¿Tan lindo te parezco?


- ¡No! Levántate que me asfixias.


- Pero si estoy muy cómodo así, entre tus piernas, ¿te imaginas lo que haríamos si no hubiera ropa de por medio? Sin duda gritarías mi nombre - mencionó cada vez más cerca del contrario, que, a esas alturas de la situación sus ojos estaban más que abiertos.


Se quedaron así.

Unos segundos pasaron.

Un minuto.

Dos.

Tres.

Y cuando por fin pudo reaccionar, apenas logró empujar a HyukJae y evitar el beso, pero, sin poder evitar sentir el roce de sus labios.


- ¡Quítate ya!


- ¡Bien! Pero ya cederás un día de estos - habló, mientras que con una sonrisa se ponía de pie y veía al otro pararse de igual manera.


- ¡Ceder mis pelotas!


- ¡Uy tus pelotas! Seguro y son hermosas igual a quien las porta.


- Cállate mugroso - siseó a punto de perder la poca paciencia que le quedaba.


- Ay hermano, no te vendría mal un poco de mi "alegría", si quieres te invito.


- No quiero, ya déjame en paz, por favorrrrrr.


- Ya, ya, cálmate que el estrés reduce tu años de vida, y no queremos que eso pase, deberías meditar conmigo un día de estos.


- ¡Ahhhhhhh! - gritó mientras daba vueltas sobre si mismo y jalaba de sus cabellos, para después alejarse y seguir si camino mientras murmuraba cuán frustrante era el hombre.


Detrás de él iba el rubio, concentrado en el subir y bajar del trasero que tenía frente a sus ojos, soltó un suspiro por la decepción al perderlo de vista, DongHae se había acostado en la orilla del arroyo viendo el atardecer. Se sentó a su lado sin decir palabra, ya lo había molestado lo suficiente.

El policía notó su presencia, pero sólo siguió viendo el atardecer en compañía de "señor ropas holgadas".

HIPPIE (EunHae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora